Uno de los hombres más ricos del mundo, hasta hace poco reconocido militante del partido demócrata y reconocido fabricante de autos eléctricos, Elon Musk, disuena dentro del selecto grupo de ultra ricos donde destacan Bill Gates y George Soros pues el primero se ha convertido en un promotor activo y decidido apoyador de Donald Trump, mientras que los otros dos son los principales financieros no sólo de la campaña de Kamala Harris, sino de una corriente mundial de pensamiento que se auto denomina ideología ‘Woke’ y se caracteriza por impulsar cualquier agenda opuesta a las creencias medias de las mayorías nacionales en occidente. Vemos aquí a 3 de las grandes fortunas mundiales confrontadas en el teatro de operación de la elección norteamericana pero esta batalla no se circunscribe a este único escenario sino que se está librando en múltiples frentes con toda clase de escaramuzas y costos para las sociedades en las que se lleva acabo
Elon Musk compró la red social Twitter por la increíble cantidad de 40 mil millones de dólares, y aunque en principio no se preveían los comos del retorno de la inversión, Musk tomó una serie de medidas para poner a esta red social a la vanguardia de la libertad de expresión, se deshizo (y pronto) de los inquisidores woke del pensamiento y devolvió su espacio al, por increíble que parezca, cancelado ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien era el usuario más connotado de la plataforma y quien por primera vez en la historia, en forma directa e inmediata, informaba por este medio sobre altas y trascendentes decisiones de Estado, a pesar de eso, la directiva anti libertaria de Twitter prohibió al entonces presidente seguir usando su cuenta; este hecho llevó a Trump a crear e impulsar su propia red social Truth Social, la que convirtió en un enorme negocio que luego usó para garantizar las multas y fianzas que un tribunal neoyorquino le exigiera en uno de los casos montados en su contra. La confluencia de caminos entre Musk y Trump se da primero por oponerse a los mismos intereses de Soros y su open society y la fundación Bill Gates, cosa que se vio reforzada cuando un hijo de Elon Musk decidió, según argumenta el magnate, bajo varias presiones, someterse a una operación de cambio de género, cosa que percibe como una imposición para su hijo y una serie de engaños para él mismo. La resultante de la intervención quirúrgica fue la ruptura familiar entre Musk y su hijo y un profundo sentimiento contra estas prácticas por parte del magnate. Puesto así el tablero, Musk dona a la campaña de Trump varios millones de dólares y recientemente protagonizó junto a él una entrevista en su calidad de candidato, transmisión que fue atacada cibernéticamente pero que, a la fecha, alcanza mil millones de reproducciones en un plazo inferior a los 10 días.
Por otro lado, Alex Soros dona a la campaña de Kamala Harris 60 millones de dólares y ordena a su enorme estructura mundial que recrudezcan los ataques contra Trump y que apoyen en la creación de la nueva imagen de la candidata.
Así pues, esta batalla política y metafísica tiene su reflejo en la bolsa de Nueva York y en Silicon Valley, pero sobre todo, en el alineamiento de los medios tradicionales –en buena medida financiados por Soros– contra los medios alternativos. Dos espacios emblemáticos de la resistencia contra la línea prevaleciente se dan en medios hispanos de creciente tendencia e influencia; el primero: Voz media, que tiene por imagen a la mexicana Karina Yapor, espacio que da siempre un punto de vista mucho más centrado que la cargada tendencia de los medios tradicionales. El segundo: Americano media que encabeza Jesús Márquez; sin embargo, algunos espacios muy consolidados de la vertiente tradicional son también lugares de expresión de la tendencia libertaria; destacadamente, el programa Frente a Frente de la reconocida periodista Lolita de La Vega. No deja de sorprendernos que, para la defensa a contracorriente, se abra un espacio como éste en SDP.
Lo que pase en la elección de noviembre será un capítulo más de esta larga lucha entre dos visiones que parecen estar destinadas a no tener punto de contacto y acuerdo. No modificará ninguna tendencia, sin embargo, de ganar Trump, el mundo tendrá un respiro pues el muy escalado tema de la OTAN contra Rusia perderá al aliado norteamericano.