“But fifteen seconds is all it takes to completely change everything.”

IT ENDS WITH US

“Jugamos como nunca, perdimos como siempre”, “casi la metimos”, “¡de panzazo!” y “ya merito”. Frases sin las cuales no podría entenderse parte de la idiosincrasia de los mexicanos.

¿A qué me refiero? A que está bien celebrar los triunfos, ¿pero también las derrotas? ¿Cuántas veces no hemos asistido a la Glorieta del Ángel en Reforma, aun cuando México terminó perdiendo en octavos de final?

Supongo que razones y sin razones para esta actitud sobran. Pero cansan. Ya chole, diría Ya Saben Quién. Ya basta de celebrar los segundos lugares como rotundas victorias.

No se me mal entienda, esta no es una columna para criticar a Marco Verde o al boxeo mexicano, pues ni uno ni otro recibieron el apoyo que necesitaban (Marco tuvo que vender su coche para pagar sus viáticos). Tampoco hablo de la participación de México en general en las olimpiadas.

Aquí lo que analizo es la maldita mentalidad del mexicano que celebra como victorias las intenciones y mismo los fracasos, en cualquier ámbito de la vida.

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Me temo que no pocas veces el confiarse y el abandonarse hace que los sacrificios sean en vano. Que el enfoque hacia la defensiva, en lugar de a la ofensiva, hace que la dedicación y el mérito no rindan el máximo fruto. Que la cultura de la derrota es lo que más y mejor ampara el dicho de López Obrador: “abajo los aspiracionistas”.

Increíble que haya mexicanos que secunden posiciones como la siguiente: “yo no quiero que existan ricos”… Uno esperaría que el deseo fuera ¡el que todos lo seamos!

Valdría recordar que las “medallas” en la vida no son a la intención, al deseo, a la popularidad… Las que en verdad valen son las del éxito, las de los logros y las de los resultados.

¿En verdad es preferible ser el presidente más querido del mundo que el más capaz? Nunca es tarde para, como nación, intentar ser menos mediocres. Festejemos los oros, los triunfos y los extraordinarios resultados. Y castiguemos a quienes metódicamente, y en especial desde la autoridad, impiden, dificultan, desalientan que estos se concreten.

Giros de la Perinola

(1) Hay mentalidades verdes y mal encaminadas; hay otras de plano podridas y cínicas, como es el defender a Manuel Bartlett y disfrazarlo de artículo de investigación periodística. Qué pena.

(2) Ahora resulta que la razón —y hasta la culpa— de que se busque una reforma al Poder Judicial es de Norma Piña por supuestamente no haber querido dialogar… Esa es la “defensa” que da Ricardo Monreal del golpe de Estado —disfrazado de iniciativa legislativa— que Morena quiere asestar contra los mexicanos. Quien presume ser maestro universitario de derecho Constitucional en la UNAM ni siquiera tiene los pantalones para decir el porqué de la reforma: la enfermedad de poder de López Obrador. El legislador morenista es un enterrador. Uno sin el valor de decir las cosas por su nombre. Culpa ¡a una mujer! de lo que es una traición producto del capricho de un hombre.