No solo el cocodrilo es un ser prehistórico, es el último vestigio de un animal que arrastra las características de las especies que no lograron sobrevivir a las nuevas condiciones que se les presentaron.
Así son nuestros líderes sindicales de las centrales obreras charras, dinosaurios queriéndose adaptar a un modelo económico y social en el que ya van teniendo menos espacios para seguir depredando el salario de los trabajadores.
Prehistóricos charros con lágrimas de cocodrilo por la cuotas sindicales perdidas, por el glamour de ser actores políticos, por ostentar el poder que nunca tuvieron, basado en la ilusión del supuesto control de miles de trabajadores que sumaban a sus padrones con ayuda de patrones y autoridades, pero que jamás conocieron ni representaron.
Hoy ves reunidos a lo más vil de los líderes obreros, los golpeadores del Estado de México, a los matones de Nuevo León, de Querétaro, de San Luis Potosí, con organizaciones que han intentado ser independientes, algo inédito y ridículo. Pero además, para no perder el glamour de sus camionetotas y relojes, se juntan a la inauguración en lujosos hoteles de reforma, como eco del recuerdo que les quedó de los primeros de mayo en el auditorio nacional, aquellos momentos en que los presidentes todavía les creía que eran líderes de algo.
Si hoy pueden seguir viviendo de las cuotas con sus sindicatos de industria es por el oxígeno artificial que les dio el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, que les ayudó a pasar la legitimación, para que sus patrones siguieran contando con los contratos colectivos de protección.
En algunos sindicatos prevaleció la cordura y la dignidad, se separaron de esta burla desde el primer día.
La realidad económica y social los terminará aplastando, están viendo de cerca el asteroide que no dejara charro sindical vivo, serán muecas grabas en las piedras de la vergüenza.
La estela del fuego de la extinción comenzó con la reforma laboral de 2019, al quitarles el poder de la extorsión con las huelgas sin trabajadores, hoy no logran los votos en ningún lado para apoyar sus chantajes; luego vino el salario mínimo, que ya alcanzó al 50% de los trabajadores, gran parte de sus tabuladores, y que en un sexenio más los terminará sobrepasando, los aumentos los da el gobierno no ellos; la última llama será la integración económica laboral que estamos experimentado con el bloque T-MEC y el futuro que le espera a los contratos colectivos de trabajo.
Sentémonos a presenciar la extinción de los sindicatos de industria, las centrales obreras parásitas, sus últimos gritos desesperados, que los reúne abrazados mientras el esteroide de la realidad cae sobre ellos.
Mtro. Vladimir Ricardo Landero Aramburu, maestro en derecho por la UNAM
X: @riclandero