En serio que el PRI es un dignísimo caso de estudio. Un monstruo de Frankenstein que nació a principios del siglo pasado y que se erigió como el partido hegemónico en un México urgido de estabilidad política y social, después de la revolución y de la decena trágica.

El Revolucionario Institucional fue alfa y omega de la política nacional por casi 90 años. Movimientos nacían y caían en el mundo, pero la dictadura perfecta en un disfraz de democracia moderna se mantenía en el poder. El corporativismo del partido aglutinaba campesinos, obreros, profesionistas, artesanos, y liderazgos populares que garantizaban triunfo tras triunfo en unas elecciones que organizaba el gobierno emanado del mismo PRI. Eran dueños, amos y señores de la política y del Estado.

El imperio cayó y hoy el otrora hegemónico partido se ha visto a sí mismo reducido a una franquicia personal. El tricolor está en manos de un solo hombre, cuya única misión es acabar con todas las corrientes políticas al interior del instituto político. Nadie que le haga sombra, nadie que le compita, absolutamente nadie que pretenda contradecir sus designios seguirá siendo militante del PRI. Esa es la consigna de Alejandro Moreno Cárdenas al frente del tricolor.

Entre más pequeño el partido, más fácil es de controlar. Alito lo sabe, y el priismo, también. En este PRI de Alito, no caben los priistas. Solo tienen lugar sus amigos, socios, aduladores y lacayos. El tricolor está sumido en una dinámica lineal en la que las voces no son ni serán escuchadas. Lo que el campechano diga, y nada más.

La operación del CEN del PRI se nota en los estados. Cuadros y personajes continúan renunciando a la militancia, esos “se la ponen fácil” a Moreno Cárdenas. En otros casos, ha sido el partido el que ha iniciado procedimientos para expulsar a cuadros valiosos.

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La lista de priistas que han renunciado es larguísima, la encabezan Miguel Ángel Osorio Chong, Claudia Ruiz Massieu, Eruviel Ávila, Omar Fayad y todos los diputados de Hidalgo, etc.; entre los que han sido expulsados, destacan Claudia Pavlovich, Quirino Ordaz, Carlos Miguel Aysa y prácticamente en cada estado han iniciado procedimientos para desechar cuadros que no comulgan ni se someten a los designios de Moreno.

Me parece increíble que, en Sinaloa, por ejemplo, teniendo solamente cinco diputados locales, el CEN pretenda expulsar a 3 más. Como si haber perdido anteriormente a otros tres legisladores fuera poca cosa. Porque ya no cuentan con Gloria Himelda Félix, Feliciano Valle, ni Deisy Ayala.

El procedimiento que han abierto contra Ricardo Madrid, Cinthia Valenzuela y Connie Zazueta, es absurdo, hilarante y, además, es operado burdamente. Digo porque el discurso de la dirigencia es apelar a la unidad, y no creo que le resulte cómodo a la dirigencia estatal perder tres diputados locales, o en el saldo final, 6 de 8… Pésimas cuentas.

La consigna es más que clara, piensan que con 3 o 4 priistas les alcanza para regentear la franquicia sinaloense del PRI en Sinaloa. El mensaje a la militancia es clarísimo: “no los necesitan”.

Si para el PRI un diputado (o tres) carece de importancia, ¿qué puede esperar el líder de colonia o de sección? En el tricolor los espacios se reducen, los pocos lugares serán para la cúpula, el resto podrá esperar en la fila porque “los de arriba” no soltarán fácil los encargos, y menos, con la posibilidad de ser reelectos.

Alito y la dirigencia local han hecho cuentas en Sinaloa, mantiene en pie acuerdos con el exgobernador Mario López Valdez (Malova) y seguramente también con Héctor Melesio Cuén, de ahí que considere que no necesita a nadie más.

Sin embargo, el proyecto verdadero no estriba siquiera en conservar las mejores posiciones plurinominales del 2024, sino en el control del PRI-franquicia para los próximos años. Porque a este paso, el indiscutido liderazgo de Alito será inamovible del partido.

Ahora bien, el trabajo está hecho. Moreno Cárdenas ha vendido al PRI en la alianza a precio de oro. Si en este espacio he dicho que hay que separar el ejercicio del poder de la directriz de gobierno, he de reconocer que Alito ha jugado bien su papel. Ha tomado al PRI por asalto y ha reformado a placer sus estatutos para adueñarse de él y alargar su mandato. Se está deshaciendo de la oposición interna y lleva mano al interior de la alianza. Bajó a Beatriz Paredes de la contienda interna y le allanó el camino a Xóchitl Gálvez.

Pasó de dirigir un partido de muchos y del pueblo, a dirigir su propio partido; es justamente esa devaluación y derrota tras derrota, lo que le han convertido simplemente en: el peor dirigente del PRI en la historia.

Twitter: @vanessafelixmx