El sol no se puede tapar con dedo y la violencia, menos. Las elecciones del dos de junio toman un peligroso tamiz para la democracia, la libertad y la seguridad. Con la oferta del oficialismo de continuar con la estrategia fallida de “abrazos, no balazos”, parece que la decisión no está en que los ciudadanos elijan libremente en las urnas, sino entre opciones malas y peores, un Estado fallido, un Estado de excepción, un golpe de Estado blando o un “narco Estado”.
La inocultable violencia
De acuerdo con cifras del proyecto “Votar entre Balas. Entendiendo la violencia criminal electoral en México” de la organización Data Cívica, entre 2018 y 2023, se registraron 1,610 ataques, asesinatos, atentados y amenazas contra personas que se desempeñan en el ámbito político, gubernamental o contra instalaciones de gobiernos o partidos.
Si se observan los registros anuales de ese tipo de incidentes, sin tomar en cuenta los calendarios electorales, se aprecia un incremento considerable durante 2022 y 2023. En 2021 se reportaron 178 eventos, en 2022 se elevó a 482 (una variación de 173%) y si se compara con los 529 casos de 2023, la variación alcanza un 198%.
Los registros de Data Cívica señalan que entre septiembre a noviembre de 2023, se registraron 81 asesinatos, 6 amenazas, 18 ataques armados, 13 atentados, 5 desapariciones y 8 secuestros, y nada más en enero de 2024, se suman otros 7 aspirantes asesinados.
Un mapa que sirva para evaluar y prever los riesgos
El consejo del INE ha advertido que, si bien ellos nos son responsables de la seguridad en el proceso electoral, sí son responsables de buscar asegurar que la ciudadanía vote en elecciones libres y auténticas, y de velar por que se cumplan los principios consagrados en la Constitución, incluido el derecho a votar y ser votado, ambos en altísimo riesgo en el contexto de violencia que vivimos.
Es gravísimo y el INE es el único instituto que, por la naturaleza de sus funciones, tiene desplegado por todo el país personal capacitado capaz de reportar fehacientemente las condiciones que se viven en las localidades. A riesgo de ser omisos en el correcto diagnóstico en tiempo y forma, el ejercicio de realizar un mapa de riesgos bien podría aportar una visión más cercana de lo que ya muchos analistas han previsto, que posiblemente la del 2 de junio sea la elección más violenta de la historia.
Sobre advertencia no hay engaño
Son muchas voces las que lo han advertido con datos duros y evidencias irrefutables.
Ejemplos, no faltan, lo hizo la sociedad civil a través de la llamada Marea Rosa en voz de Ana Lucía Medina, la Iglesia Católica elaboró un documento sobre la violencia donde solicitó a las candidatas su compromiso por la paz; organizaciones como Causa en Común y Observatorio Ciudadano y consultoras como Integralia, que hace poco más de un mes presentó su propio mapa de riesgos; confederaciones patronales como COPARMEX y muchísimos analistas y medios de comunicación.
La percepción de la violencia que amenaza el proceso electoral de México ya traspasó las fronteras, ahí están los pronunciamientos del alto comisionado de la ONU; y hace unos días en Puebla, la diputada española Cayetana Álvarez de Toledo cuestionó la estrategia de seguridad del actual gobierno, señalando que su resultado ha sido ‘catastrófico’ para la democracia.
Quien también se pronunció hace unos días fue Pedro Sánchez, de la Internacional Socialista, que advirtió: “la seguridad y la equidad de la elección en México están en duda ya que el crimen organizado busca manipular resultados mediante la violencia e intimidación”. Agregó que el crimen organizado “ha infiltrado esferas sociales y políticas poniendo en riesgo la integridad del proceso”.
Es momento de actuar
Xóchitl Gálvez en respuesta al llamado de la Conferencia del Episcopado Mexicano expresó que coincide con lo que plantea el documento que presentaron y que fue generado por más de 50 especialistas en seguridad porque “México necesita recuperar la paz”.
Mientras Claudia Sheinbaum, la abanderada del continuismo, sabe que de seguir con la política de los abrazos la violencia política y en general seguirá, pero también sabe que, si no es por la vía de la intimidación, la militarización y el contubernio, difícilmente podrá ganar.
Sheinbaum, suscribió con reservas el Compromiso Nacional por la Paz elaborado por la CEM, marcando cinco diferencias al contenido del documento: el diagnóstico de que se ha recrudecido la inseguridad; la “supuesta militarización o militarismo en el país”, la visión que se presenta de la Guardia Nacional y pidió se agregara un apartado en el que se precisen los que ella considera logros de la estrategia de seguridad del gobierno de AMLO.
Las elecciones penden de un hilo entre un Estado fallido, como lo advirtió en su momento Porfirio Muñoz Ledo, un golpe de Estado blando o la conformación de un narco Estado.
Lo cierto es que el INE como garante de la elección debe denunciar y actuar en el ámbito de sus competencias sobre los temas de violencia que ponen en riesgo a la democracia y la paz.
X: @diaz_manuel