IRREVERENTE
Les platico:
“Las filas de la generosidad”. Así le llamé a la gran cantidad de personas que a pie y en vehículos de todo tipo se agolparon este 24 y 25 de diciembre a las puertas del Comedor de los Pobres de la Iglesia Santa María Goretti, en la colonia Bella Vista de Monterrey.
Con decirles que llegué a contar casi al mismo número de donantes y beneficiarios de esta ayuda de los regios a nuestros hermanos migrantes, principalmente provenientes de Haití.
Claro, hay en ese lugar gente de todos lados. A cómo Dios les da a entender se las arreglan para irla pasando.
Aquí vi a los más pobres entre los pobres y eso lastima y duele por todo lo que hay detrás de este fenómeno social tan común en nuestros días.
No es cierto como hace poco alguien reportó por ahí en algún medio despistado, de que los haitianos habían agredido a uno de los sacerdotes que tienen a su cargo este lugar, fundado por el padre Roberto Infante.
Platiqué con varios de los encargados de distribuir y asignar las ayudas y todos me dijeron que aunque sorprenda, se vive más el orden ahí que en el resto de la ciudad… y del estado.
Los elementos de la patrulla de Fuerza Civil que está dentro del área acordonada con barricadas cerca del portón donde se reciben los donativos, se aburren por la falta de acción y de repente alguno de ellos se ofrece para ayudar en la logística.
Estuve ahí y me sumé a la larga fila de personas que donaron alimentos, ropa, juguetes, agua, medicinas y aditamentos de salud e higiene para los refugiados, porque eso, son, refugiados.
Todo lo que uno quiera llevarle a esta gente es agradecida de tal forma que conmueve y dobla al más duro.
Se le salen a uno las lágrimas al ver las condiciones en que viven en este lugar.
Los más afortunados dentro de tiendas de campaña; otros cobijados con sábanas en forma de techos y los más fregados, tirados en el piso sobre raídas cobijas.
Este 24 y 25 de diciembre, la temperatura es más de verano que de invierno, pero ahí viene la onda fría y no quiero saber por las que va a pasar toda esta gente.
En serio, todo lo que uno les da lo agradecen y destaco esto porque cualquier cosa que les llevemos les va a ayudar enormemente.
El futuro de toda esta gente es la mar de incierto.
Ninguno de ellos puede aspirar a obtener visas de trabajo. El gobierno mexicano ha sido muy claro en eso.
En una encuesta informal que hice entre los migrantes con quienes pude darme a entender -porque hablan un francés mezclado con dialectos haitianos- pude darme cuenta de que todos quieren llegar a la frontera con Estados Unidos.
Están en Monterrey de paso, eso dicen.
El Cerro de La Silla les cobija pero la mayoría quiere buscar el “sueño americano”.
Saben que la tarea es muy difícil pero si salieron de sus países fue porque allá se vive peor que como están aquí.
Me encontré con algunos mexicanos, otros eran guatemaltecos, hondureños, de El Salvador y hasta a dos argentinos andaban por ahí.
Esta es la cruda realidad de un mundo donde las oportunidades cada vez están más marcadas, en favor de unos y en detrimento de muchísimos más.
Tú que me lees, en la comida con los tuyos, aunque no profeses ninguna fe, te pido que eleves tu corazón en una oración, en una plegaria o simplemente que pienses en toda esta gente para quienes esta es una noche más en busca de la supervivencia.
Y si tienes ánimos y te mueve lo que estás viendo en este artículo, Oj-Alá (quiera Dios, en árabe) te des una vuelta por este lugar.
Cualquier cosa de la que te desprendas y la dones, hará feliz a gente que no tiene nada.
CAJÓN DE SASTRE
“Que la Navidad les sea leve a estos hermano nuestros y que nuestros lectores se toquen el corazón para ayudar”, dice la irreverente de mi Gaby… y yo me uno a ella.
¿QUIERES AYUDAR? Llama al 81 1158 2831, sobra gente que te va a agradecer tus intenciones.
Plácido Garza en Twitter: @PlacidoGarza