Viene un proceso electoral fundamental para México. Muy pronto se elegirá nuevo presidente o presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El problema es que hay muchos candidatos y muy pocos votantes.
Solo votan 11 personas, los 11 ministros y ministras:
- Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, presidente saliente.
- Ana Margarita Ríos Farjat.
- Yasmín Esquivel Mossa.
- Javier Laynez Potisek.
- Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena.
- Loretta Ortiz Ahlf.
- Juan Luis González Alcántara Carrancá.
- Alberto Pérez Dayán.
- José Mario Pardo Rebolledo.
- Norma Lucía Piña Hernández.
- Luis María Aguilar Morales.
Se han mencionado como aspirantes a la presidencia de la SCJN a más de la mitad de quienes votan:
- Juan Luis González Alcántara Carrancá.
- Yasmín Esquivel Mossa.
- Margarita Ríos Farjat.
- Javier Laynez Potisek.
- Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena.
- Alberto Pérez Dayán.
- Norma Lucía Piña Hernández.
Se pondrán de acuerdo, sin duda. Pero, para no dividirse ni enemistarse, muy pronto deberán retirar sus candidaturas algunos y algunas ministras que no tengan mucho apoyo o que, en la actual situación política, no posean la biografía más adecuada.
¿Cuál es el perfil ideal del próximo presidente o presidenta de la corte suprema?
1.- Que sea experto en derecho. Todas y todos las ministros cumplen con este requisito. Aquí no está el problema.
2.- Que, sin subordinarse ni renunciar a sus convicciones jurídicas —jurídicas, conste, no políticas—, sea alguien capaz de tener una relación institucionalmente cordial, por así decirlo, con el presidente AMLO; lo que menos necesita México son más enfrentamientos absurdos entre los distintos poderes.
Este segundo requisito no todos los ministros y ministras cumplen.
Don Federico Arreola habló en una columna de los cachirules con los que Ecuador eliminó a Chile antes de Qatar 2022. Dio la definición de cachirul: “Persona que se hace pasar por algo que no es”.
Por ningún motivo debe presidir la SCJN alguien que no cumpla los dos requisitos mencionados.
Como todos cumplen el de ser juristas expertos, urge que quien llegue a la presidencia del Poder Judicial no se haga pasar por lo que no es: alguien alejado del extremo ideológico y por lo tanto incapaz de llevar una relación de cordialidad política con AMLO.
Se comenta que la favorita del presidente López Obrador es Yasmín Esquivel Mossa. Sería una gran presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. ¿La apoyarán sus compañeros y compañeras? Dependerá de su propio trabajo y de negociaciones que se hagan desde el despacho del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández.
Cercanía con AMLO también la ha tenido Ana Margarita Ríos Farjat. Haría también muy buen papel. Pero al ser la más joven en la SCJN, quizá no le apoyarán sus compañeros que pensarán que ella puede perfectamente esperar cuatro años para llegar al cargo.
Menos cercano a López Obrador es el ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá, pero a este lo propuso el actual presidente para llegar a la corte, así que no se llevarán tan mal. Podrían sus colegas no apoyarlo porque luce excesivamente cansado en sus intervenciones. No es tan viejo a los 73 años, pero se ve fatigado. Su ventaja es que, al mismo tiempo, da la impresión de ser el más sabio.
Los otros cuatro candidatos no han sido cercanos a AMLO, pero dos de ellos podrían sinceramente llevarse bien con el presidente de México, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Alberto Pérez Dayán.
Gutiérrez Ortiz Mena coqueteó con AMLO al darle por su lado en la votación de la ley eléctrica. Su problema es su neoliberalismo extremo, demostrado a lo largo de su carrera.
Pérez Dayán también ha votado a favor de la 4T, pero su mayor virtud a los ojos de Andrés Manuel no es esa, sino es que este ministro, en sus tiempos de magistrado de un tribunal colegiado en materia administrativa, le tocó juzgar el tema del famoso predio El Encino, que fue el origen del desafuero del tabasqueño. Pérez Dayán, contra lo que hizo el sistema prianista en aquel momento, no condenó a Andrés Manuel. Ese gesto no se olvida.
Javier Laynez Potisek y Norma Lucía Piña Hernández no parecen cumplir el requisito de estar lejos de extremos ideológicos que impidan una correcta relación con el presidente de izquierda. Son juristas de primera, pero no cuentan con la mejor biografía para un momento tan complejo en el que la ideología debe hacerse a un lado.