“Tú me llamaste al íntimo rebaño

única voz que manda cuando implora

mientras la burla despreciaba el daño

y florecía, en el cardal, la aurora.

Era la intacta juventud del año.
 Principiaban el mes, el día, la hora...

Y el corazón, intrépido y huraño, 
te oía sin creerte, como ahora.

Ay, porque desde entonces ya disperso

sobre la vanidad del universo,
 a cada paso, infiel, te abandonaba

y con cada promesa te mentía

y con cada recuerdo te olvidaba

¡y con cada victoria te perdía!”

Jaime Torres Bodet

Ver al país con el agua hasta el cuello, a duras penas intentando respirar, no causa gracia.

Hemos llegado a un punto donde son tantos los temas y tantas las formas en que los tres poderes de la Unión y las autoridades que los conforman muestran su desinterés por quienes dicen gobernar, que no es chistoso.

Ni siquiera alcanzan ya las bromas para ver el lado amable de sus actitudes y acciones. No es suficiente reír para ocultar las lágrimas.

Es de llorar tener como secretaria de Educación federal a quien extorsionó cuando se desempeñaba como alcaldesa, a funcionarios del gobierno municipal. La misma persona que, sentenciada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, se presta a ser la candidata del partido del gobierno a la gubernatura por el Estado de México en el 2023.

A la que ahora, en el colmo de los despropósitos, vuelve a la cantaleta de que se requiere de un “nuevo” modelo educativo (el propuesto por su antecesor, Esteban Moctezuma, con sus foros y sus mesas de diálogo, quedó en sugerencias, ideas vagas y nada más).

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Delfina, una delincuente confesa, ha perdido toda estatura moral, y por lo tanto genuina capacidad de interlocución con académicos, docentes, padres de familia, estudiantes y todos quienes conforman las comunidades escolares del país. Lo que le queda es la burla, la intimidación, la extorsión y, claro, lo de siempre: el desprecio a la educación.

La propuesta de diseñar un modelo educativo más suena tan vacua y equivocada como la re conformación de los libros de texto gratuitos; ese otro ejercicio convocado a llevarse a cabo por Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la SEP, y que arrojó pésimos resultados. ¿Qué era más urgente incluir en los libros de texto? ¿El triunfo de López Obrador en el 2018 o explicar los cambios tecnológicos y aprovecharlos? ¿Qué resultaba más ventajoso para una nación enfrentando una pandemia, garantizar la interconectividad en cada aula y hogar o improvisar contenidos curriculares? ¿De verdad no podía esperar con sus ocurrencias esta administración a una situación en que la realidad educativa del país pudiera darse el lujo de absorberlas?

Esta que anuncian es una propuesta que resulta secundaria ante la incapacidad de las autoridades de recuperar el ritmo de actividades escolares pre Covid (cobertura, asistencia, desempeño, resultados). Así las prioridades extraviadas.

Y encima el colmo: Delfina, Marx y los otros “iluminados” de la 4T consideran que los planes de estudio pueden construirse de forma democrática o a partir de las sinrazones que se desbordan de sus cabezas. Noticia: la formación del futuro del país no puede escribirse de esa manera.

En la reunión de la fracción parlamentaria de Morena en el Senado, la titular de la Secretaría de Educación Pública dijo lo siguiente: “… se está desarrollando el modelo educativo de la Cuarta Transformación y sentar esas bases, precisamente, como nueva escuela mexicana…”. Se equivoca Delfina. La escuela no es del lopezobradorismo o de cualquier ideología partidista o de un momento particular de la historia nacional. Y los planes de estudio de educación básica no deben ser decididos a través de asambleas, salvo que las mismas estuviesen conformadas exclusivamente por expertos en educación. Tampoco pueden estar basados en propuestas arcaicas o en un sentimiento exacerbado hacia el líder supremo.

La escuela debe de ser ese espacio libre, donde se invite al niño y al joven a pensar, a cuestionar y confrontar ideas (eso tan mal visto en la 4T) y, solo a partir de ello, generar voz propia.

Una vez normalizada la vuelta a actividades escolares, mejorado el desempeño de los centros educativos, retomadas las evaluaciones y hechas las mejoras en los procesos y estructuras que ya existen, entonces considerar si retomar la propuesta de una educación laica que forje a los alumnos con un amor por la patria, pero entendiendo un mundo que este régimen se rehúsa a ver. El que urgentemente requiere velar por la ecología, el bien común, las aspiraciones individuales y el desarrollo colectivo nacional, y tan interconectado y globalizado que ya no se lee en los libros de texto gratuito sino en tabletas que se cargan con energía solar o eólica. Uno que aliente la consulta no únicamente de lo que tiene que ver con México sino con muchas otras partes del mundo.

No es un plan de estudios concebido por los ideólogos del poder lo que las futuras generaciones necesitan. Se requiere a expertos —nacionales y extranjeros— proponer las mejores formas para que los alumnos tengan herramientas con las que enfrentarse a un futuro ignoto que no entenderá de recitaciones de las cuatro transformaciones políticas del país…

No, esto que plantea el gobierno no es cómico. Mientras los niños y jóvenes en otras latitudes del globo aprenden a razonar, a entender, luego a innovar, los nuestros son condenados a ver la ciencia como algo terrible y a repetir una tergiversada historia que no les ayudará de nada.

Si el delito electoral cometido por Delfina ya ha hecho daño a nuestra democracia, el crimen que se avecina en contra del futuro de nuestro país, al proponer un modelo educativo sin fundamentos, condenará a las jóvenes y niños a un retroceso que hará palidecer el que ya de por sí viven.

Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero