Y aunque fuera el gabinete del Benemérito de las Américas, la ley debe aplicarse. Así, quien resulte inocente, merecerá una disculpa. y quienes sean culpables, tendrían que ser castigados.
Antes de continuar diré que por gabinete debe entenderse, en el actual conflicto, todo el grupo político que llegó al poder con el presidente AMLO.
En su artículo de Proceso en el que denuncia una “trama perversa” de la presidenta del Senado y del fiscal general en su contra, Julio Scherer Ibarra, exconsejero jurídico de Palacio Nacional, en resumidas cuentas solo ha pedido que se aplique la lay a quienes, según su criterio, la han violado, la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero y el fiscal Alejandro Gertz Manero.
La hoy senadora Sánchez Cordero de inmediato respondió a Scherer en mensajes de Twitter, en los que pide lo mismo, que se aplique la ley: “Dejemos que los órganos de impartición y procuración de justicia hablen. Dejemos que la fiscalía y el poder judicial hagan su trabajo. Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”.
No he visto ninguna respuesta a Scherer de parte del fiscal Gertz Manero, pero supongo que cuando hable no se saldrá del guión de lo políticamente correcto: que se aplique la ley.
Pero la aplicación de la ley no debe quedar solo en un discurso. Es decir, se debe investigar a las tres personas involucradas en el conflicto: Scherer Ibarra, Sánchez Cordero y Gertz Manero.
Antes que el poder judicial, es la fiscalía general la obligada a aclarar las cosas, de tal forma de determinar quién ha faltado a la ley.
Pero como uno de los acusados es el propio fiscal, y dado que no se puede ser juez y parte, este debe renunciar a su cargo —o el Senado debe destituirlo— para que una renovada FGR realice las investigaciones.
Espero que Andrés Manuel no justifique la seria crisis diciendo que el gabinete de Benito Juárez era todavía más conflictivo y que, a pesar de ello —como AMLO ha repetido tantas veces— el Benemérito de las Américas “logró integrar un gabinete que es el mejor equipo de gobierno que hemos tenido en toda la historia de nuestro país. Hombres que parecían gigantes y que gracias al patriotismo, a la inteligencia, a la honradez de ese equipo, se pudo rescatar la República”.
Parecían gigantes, sí, pero si hubieran peleado menos entre sí —y hubiese habido menos traidores en el grupo—, le habría ido todavía mejor a México.
Hasta donde sé, por las complejas circunstancias de su presidencia, Benito Juárez realizó más de 100 nombramientos de ministros: 29 veces cambió al de Hacienda, 24 al de Relaciones Exteriores, más de 20 al de Gobernación y 16 al de Guerra y Marina y así.
Muchos de los cambios en el gabinete de Juárez se dieron por pleitos entre sus integrantes, pero algunos por traiciones.
No sé de quién es la frase “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Si hay un pueblo instruido en su historia es el mexicano. Durante tres años, cada mañana, frente a un numeroso público que no deja de escucharlo, Andrés Manuel da lecciones de hechos fundamentales del pasado.
No hay ninguna razón, entonces, para que el presidente López Obrador permita que se repita lo peor del gabinete de Juárez: los pleitos y las traiciones.
Lo mejor del gabinete jurista sí debe intentar copiarlo Andrés Manuel —contar con un equipo de gigantes y de gigantas—, pero no está claro que con sus actuales colaboradores y colaboradoras vaya a conseguirlo.
Es la hora de renovar el gabinete porque muchos y muchas que parecían contar con una gran estatura se achaparraron, y hay algunos que evidentemente están listos para traiciones mayores.
Los gigantes y las gigantas existen y pueden estar en el propio gabinete de AMLO, pero también fuera del mismo. Solo con la gente mayor debe trabajar el presidente de México, y para hacerlo sin enfrentar fuertes obstáculos debe empezar por obligar a que se aplique la ley a quien la haya violado de Olga, Gertz o Scherer. No se acusan de delitos menores, alguien será culpable y tendrá que sancionársele.