La perspectiva de género es un principio fundamental que debe atravesar todas las investigaciones y resoluciones judiciales relacionadas con la violencia contra las mujeres, pero también debe cobrar relevancia en la forma de concebir e interpretar nuestras relaciones.
Este enfoque busca transformar la comprensión del mundo que históricamente se nos ha implantado, incorporando el género como categoría analítica que revela cómo la diferencia sexual y las relaciones de poder impactan en la vida de las personas y sus relaciones con el entorno.
Es necesario empezar haciendo hincapié en esto para abordar el caso de Marianne N en contra de la víctima Valentina Gulbert. No pretendo minimizar sus acciones, que califico como inadmisibles, espero que la justicia tome su curso y que se garantice la reparación del daño de manera integral. Lo que sí pretendo es ponerme los lentes violeta para analizar este caso a profundidad e incidir para que la población haga lo mismo. Porque leo a muchos cibernautas pidiendo que la pena para Marianne N sea la misma que la del influencer sentenciado por el delito de feminicidio en grado de tentativa conocido como Fofo Márquez, no obstante, las situaciones y particularidades de los casos, son sumamente diferentes. Si promovemos que todas y todos se pongan estos los lentes, veremos que esta forzada comparativa no tiene pies ni cabeza.
Empecemos por decir que Marianne N tiene 17 años, lo que la hace una menor de edad, y aunque eso no justifica en lo absoluto lo que hizo, es una realidad que, en un marco de derechos humanos y el principio de interés superior de la niñez, las leyes aplicables son diferentes a las aplicables para personas mayores de 18 años.
Cabe señalar que en México el Sistema Integral de Justicia para Adolescentes establece que los menores de edad deben ser tratados de manera diferente a los adultos y debe centrarse en medidas de rehabilitación y reinserción. Asimismo, es necesario destacar la necesidad de investigar y juzgar con enfoque de género. Este enfoque, como herramienta analítica ayuda a comprender que las circunstancias de las mujeres, incluidas sus experiencias de violencia, discriminación y exclusión, pueden influir en su comportamiento y en las decisiones que toman.
No dejemos de observar que, en el pasado, Marianne N compartió en sus redes sociales que el papá de su hija de seis meses no quiso hacerse responsable, incluso refirió que en alguna ocasión la había golpeado. Este abandono y violencia denotan una situación de vulnerabilidad que no debemos dejar de apuntar y que dan cuenta de la situación emocional que la influencer estaba atravesando. La depresión post parto, por ejemplo, es una situación que, aunque poco abordada influye enormemente en el comportamiento de las mujeres que la padecen.
Naturalmente, estas conductas no son reprochables a la hoy víctima, quien debe contar con todo el apoyo y acompañamiento de las instituciones.
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¿Merece Marianne N hacerse responsable de sus actos? La respuesta es sí.
¿Merece la víctima la reparación del daño y una respuesta institucional contundente para ella y para sus familiares? Totalmente.
¿Merece Marianne N, menor de edad, ser comparada con un adulto que en distintas ocasiones mostró públicamente conductas misóginas, que sin motivo alguno golpeó sin cesar a una mujer en pleno estado de indefensión a quien repetidamente insultaba y refrendaba su enorme nivel de misoginia? Definitivamente no. La conducta de la influencer es inaceptable y absolutamente reprochable, pero no equiparable a la del conocido como Fofo Márquez.
Pero ¿por qué muchos cibernautas están reproduciendo esta comparativa infundada?
Porque nuestra sociedad sigue reproduciendo mensajes que encubren discursos sumamente patriarcales.
Sí, aunque la persona agresora sea una mujer, el contexto social y cultural que perpetúa la desigualdad y la discriminación hacia las mujeres sigue siendo relevante. La violencia entre mujeres no es un fenómeno aislado ni ajeno a las estructuras patriarcales que afectan a todas las mujeres, independientemente de su posición en esa misma jerarquía. En muchos casos, las mujeres agresoras pueden haber internalizado los mismos patrones de subordinación y violencia que las mujeres víctimas, ya sea por circunstancias personales, históricas o sociales.
El enfoque de género que debe incluirse para tratar el caso, debe incluir la identificación de los factores que propician la violencia entre mujeres, como la competencia social impuesta, la rivalidad forzada por las estructuras patriarcales, o el impacto de la socialización desigual que afecta a todas las mujeres, tanto a las víctimas como a las agresoras.
Quiero hacer hincapié, los actos de Marianne N no se justifican, pero sí señalan la necesidad de comprender cómo el contexto de desigualdad influye en todos los aspectos de la sociedad.