Recupero brevemente una idea expresada por Héctor Aguilar Camín: a falta de candidatos carismáticos, lo que valdrá serán las alianzas. Es verdad. No hay duda de que hoy, rumbo a las elecciones federales de 2024, no hay candidatos carismáticos que pudiesen siquiera remotamente emular el triunfo avasallante de AMLO en 2018, ni en Morena ni en la oposición.

Mucho se podrá decir de Claudia Sheinbaum. Quizá sea la candidata preferida de AMLO, y tal vez haya hecho un buen trabajo al frente del gobierno de la Ciudad de México. Sin embargo, una verdad es incontrovertible: no es una mujer carismática. Quiere serlo buscando aparentar una supuesta cercanía con los ciudadanos. La realidad apunta, empero, a que se le percibe como una política más que hace lo que tantos otros han hecho antes.

Es por ello que necesita obligatoriamente contagiarse de la popularidad de AMLO. Y es por esta razón que la vimos al lado del presidente en la marcha del 27 de noviembre (también estuvo allí al lado Adán Augusto). Sheinbaum busca incansablemente aprender de su líder moral. Sin embargo, como ha sido analizado ampliamente durante mucho tiempo, los líderes naturales -como AMLO- siempre superarán a los líderes forjados. En otras palabras, Sheinbaum no sabe conectar con el electorado, y mucho menos, parecerse al AMLO que vimos en campaña durante años, y mismo ahora con la banda presidencial.

Marcelo Ebrard sufre de lo mismo. Difícilmente uno se imagina al canciller pronunciando discursos incendiarios en una plaza pública. En otras palabras, Sheinbaum y Ebrard, es decir, las estrellas para encabezar la boleta en 2024, no tienen carisma político para hacer revivir la coalición de votantes que hizo posible el éxito incontestable de AMLO en 2018.

Lo mismo va para la oposición. No hay, al día de hoy, un solo candidato que pudiese aspirar a llenar al Zócalo ni ganar conciencias, y mucho menos, convocar a millones de mexicanos para que le entreguen su confianza en las urnas.

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Por tanto - parafraseando a Aguilar Camín- lo que valdrá será una buena estrategia electoral que permita la conformación de alianzas partidistas. En el caso de la oposición, el PRI, PAN y PRD deberán sentar las bases para negociar exitosamente la selección de los candidatos, tanto para el Estado de México y Coahuila, como para las elecciones federales. Solo así podrán desterrar a Morena. Tendrán que negociar y ceder, mismo si ello implica aceptar definitivamente la candidatura de Alejandra del Moral para el Estado de México.

En suma, de nada servirán nombres, apellidos y discursos. Lo relevante será una buena estrategia electoral, las alianzas y la capacidad de la oposición para hacer disipar la popularidad de AMLO y que ésta no permee - o permee menos- sobre los candidatos de Morena.