El desenlace de la eterna discusión sobre la extensión de labores del Ejército en seguridad pública es de sobra conocido. En el pleno del Senado de la República, la senadora Lilly Téllez insultó, no sólo al grupo parlamentario de morena sino también al pueblo de México.
Replicando el discurso de odio vertido en el círculo rojo antiAmlo, Téllez opina con rabia y grita “hienas” y perros” a la bancada morenista, y como si los derechos laborales fueran una mofa, quiso ofender a Napoleón Gómez diciéndole “cállate sindicalista”.
Evidentemente, para ella ejercer violencia política es su manera de darse a conocer y ser, según ella “incendiaria”, aunque sólo termine siendo soez.
Lo más absurdo es que casi siempre, este tipo de insultos provienen de personajes que acusan al presidente de polarizar el país; de aquellos que se escandalizaron por la confrontación a Denise Dresser en el Zócalo.
Pero cuando las ofensas se originan del otro lado, los medios están dispuestos a disfrazarlo y ser cómplices. Curiosamente a las groserías de Lilly, el periódico que más le da cuerda, el Reforma, las denominó “Cruce de reclamos” y la llamó “guerrera” y “cabrona”. Guadalupe Loeza incluso la elogió en su columna.
Latinus tituló su nota “Lilly Téllez confronta” y el periódico El País describió el evento simplemente como un “agarrón”. El Quadrin escribió “desatan rabia en el senado” y hasta La Jornada dijo que “desató el caos”. Ninguno se atrevió a decir los que realmente sucedió. De hecho si se escribe en el buscador de google la frase: Lilly Tellez insulta, sólo saldrá una nota que califique de insultos a las palabras de la senadora Téllez.
Es evidente que el actuar premeditado de Lilly -porque no perdamos de vista que no fue un arrebato, ya que todo lo que dijo lo estaba leyendo- se trata de una estrategia de la oposición para alimentar el ánimo de violencia general en el país.
Para rematar, Chumel celebró los “huevos” de una mujer que lo único que hizo fue reproducir el discurso de odio y agredir a otras personas simplemente por pensar distinto. Tal actitud no puede tratarse de valentía, sino de la más triste de la cobardías, ya que no hace más que alimentar la violencia que ya de sobra padece nuestro país.
Estefanía Veloz en Twitter: @EstefaniaVeloz