“Magnífica es la riqueza;

la libertad, admirable;

la salud, mucho mejor;

y mejor que ésta, mi madre.”

MANUEL REINA

Un nuevo sismo, uno que no quedó en un susto más. Destrozos que seguirán, sobre todo ahora que no existe el Fonden para ayudar de forma expedita y transparente a los damnificados. Pero el presidente AMLO habla de la “buena suerte”…

Hace cinco años, también en un aciago 19 de septiembre, se sintió en México uno de los temblores más fuertes de los últimos tiempos. Hubo pocos muertos, pero la cantidad de edificaciones dañadas fue inmensa. La afectación a las personas que vivían en las mismas muy considerable. ¿A dónde ir? ¿Cómo seguir?

Siendo López Obrador candidato a la Presidencia de México en ese momento lanzó el fideicomiso para las víctimas de aquel sismo. Mas, al final, el dinero recolectado sufrió la transfiguración como todo, o casi todo, lo que toca la 4T: nadie sabe, nadie supo. No se sabe cuánto se recolectó y todo indica que esos apoyos terminaron alimentando la campaña de López Obrador para el 2018.

¿Preocupante? Mucho. Utilizar a las víctimas de un azote natural para conseguir dinero y no dárselo no es poca cosa.

¿Sorprendente? No. Morena continuó con la misma mecánica que se le conoció al obradorismo con Carlos Ahumada y René Bejarano. Con la línea dorada que financió la campaña de 2012 y después el financiamiento de la campaña del 2018. Con una que transcurrió entre los sobres amarillos que hacen “Pío, Pío, Pío, Martincillo” y la extorsión a los empleados del ayuntamiento de Texcoco (por parte de Delfina Gómez, quien será la abanderada a los comicios locales del Estado de México el año que viene), tal y como fue probado ante y dictaminado por el TEPJF.

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La memoria es corta, pero ojalá que el terrible terremoto del lunes ayude a desempolvar ciertos recuerdos que todos deberíamos tener bien frescos. Empezando por el fideicomiso creado exprofeso para la atención a las víctimas del sismo y cuyo dinero no llegó a todos —casi ninguno de— los damnificados.

No se olvida. En el 2017, Morena anunció que donaría la mitad de su presupuesto a los damnificados del sismo. Pamplinas. No lo hicieron. Lo que es más, crearon un fideicomiso, no entregaron el dinero, fueron multados por el INE, pero culparon al Fonden sin presentar una sola prueba de corrupción en este. Ni una sola.

Evoquemos cuando existía dicho fondo y otros fideicomisos haciendo que el apoyo y la ayuda llegaran de forma más uniforme y sin tintes partidistas. Como todo programa gubernamental tenía fallas, pero la mayor parte de los recursos llegaba dónde y con quién tenía que llegar.

Para la 4T fue más fácil desaparecer este fondo, así como otros fideicomisos bajo la premisa de que eran corruptos. Después dijeron que iban a presentar pruebas de sus dichos. A la fecha no ha ocurrido. Luego utilizaron el dinero ahí ahorrado para otros fines. Nunca se rindieron cuentas. ¿Muera la corrupción? Aquí hay muestra de corrupción absoluta.

Más tarde, como en la parábola de la multiplicación de los panes, se prometió que todo ese dinero sería para la salud. Promesa que se la llevó el tren… sí, el Tren Maya. En su momento, el mandatario federal declaró que ese dinero no se emplearía en el Tren Maya. Una de sus mentiras.

De los 64 mil 524 millones de pesos que había en los 109 fondos/fideicomisos extinguidos, el 40.8% se destinó a la construcción del mentado tren ($26,325,792; eso además de todo lo que estaba presupuestado para el mismo) y solo el 9.4% ($6,065,256) para uso de vacunas contra el Covid-19 como en su momento prometió el tabasqueño. Los datos son de la SHCP (El Universal).

La iniciativa morenista de desaparecer los 109 fideicomisos era reasignar el dinero a temas de salud. Lo cual desde el inicio sonaba a incongruencia pues al mismo tiempo el gobierno desapareció el Fondo de Salud para el Bienestar. Allí están los resultados catastróficos en la salud de los mexicanos.

Estamos, entonces, que sin fideicomisos ni reglas claras que permitan la transparencia, Andrés Manuel reconoce en la mañanera de ayer que el día 19 de septiembre de este año fue un día difícil para México, sin embargo, consideró: “se tuvo suerte, debido a que el temblor no causó daños graves.” Algo parecido a “la pandemia nos cayó como anillo al dedo”.

Me apena contradecirlo (y ni tanto), señor presidente. Suerte sería que hubiera dinero para nosotros los ciudadanos ante los desastres naturales. Y digo “suerte” porque antes era obligación de la autoridad tener esos fondos previendo que podía haber eventualidades.

Suerte sería que la 4T no hubiera puesto sus garras en esos ahorros.

Suerte sería que no pudiera ya jamás culpar a alguien o a algo más de sus pifias.

Suerte NO es que se chuparon todos los recursos del Fonden y de otros fideicomisos y que, dos años después, se requieran urgentemente.

Increíble que el presidente de la nación diga “se tuvo suerte” y muestre su nula empatía cuando tan solo en Colima ya hay un saldo de 2,790 viviendas afectadas, tres carreteras destrozadas y dos muertos. Y en la Ciudad de México al menos 76 escuelas dañadas, (solo una de riesgo alto, 5 de riesgo medio 70 de riesgo bajo), mientras que de Michoacán y Jalisco aun no se tienen números finales de las afectaciones.

López Obrador tiene suerte de que en general el pueblo de México es un pueblo inculto y por eso no pocos le creen todas sus mentiras, farsas y disimulos.

Mas, aunque eso suceda, lo que es cierto es que el dinero que era para salvar vidas —literal, eso hicieron las vacunas— su gobierno, acatando sus órdenes, lo dedique al tren. Muestra de que no tienen progenitoras y, ahora, tampoco recursos en los fideicomisos para ayudar a quien más lo necesita.