Hace ya varios años, mi viejo amigo duranguense, Marcos Cruz, militante durante toda su vida de la izquierda, me señaló en una ocasión acerca del gran liderazgo y aceptación que en muchos lugares del país tiene Gerardo Fernández Noroña; en aquél momento yo le reconocí que ciertamente Noroña era un distinguido cuadro de la izquierda, que muchos identificábamos como un destacado y aguerrido tribuno y activista de múltiples causas, principalmente en la Ciudad de México y su zona metropolitana; pero que yo consideraba que además de su trabajo de activismo con los migrantes en diferentes ciudades de los Estados Unidos, no tenía aún mucha presencia y reconocimiento político en amplias zonas del país.
Marcos insistió en su punto de vista y señaló además que Noroña tenía una conexión emocional y verbal muy directa y de fácil comprensión con las necesidades, demandas y asuntos que le interesaban en el día a día a la gente común. Me convenció en su momento, pero ahora yo quisiera señalar que el proceso interno de Morena no solo sirvió para elegir a quien coordinará los comités de defensa de la 4T; sino que fue un aparador que nos mostró otros aspectos de la vida política interna de Morena, vimos cómo se comprobó, por ejemplo; lo que tantas veces dijo Gerardo Fernández Noroña y que pocos creyeron: que él tenía el pulso del pueblo real y mucho apoyo de la gente.
Además de eso, el proceso interno vino a desmontar algunas creencias o afirmaciones que señalaban a ciertos distinguidos actores políticos de Morena como poseedores de grandes estructuras territoriales y liderazgos en este partido., en este proceso fuimos testigos de cómo, algunos que se presentaban como verdaderos “pesos completos”, pese a invertir cuantiosos recursos en espectaculares, redes sociales, bardas, publicidad fija y móvil, así como eventos masivos, entre otros; no lograron superar el carisma, sensibilidad y empatía del activista y dirigente político Gerardo Fernández Noroña.
Porque no hubo sorpresa acerca de quién ganó la encuesta, tampoco de quién iba a inconformarse con el resultado, pero la gran sorpresa fue el tercer lugar logrado por Noroña; quien con escasos recursos y recorriendo el país, en muy poco tiempo y a ras de tierra, en el pintoresco y ya clásico Noroña Bus, logró superar todas las expectativas, de propios y extraños; y le alcanzó para quedar en un muy honroso tercer lugar de las encuestas, de varias ellas.
En general, quienes no quieren al diputado federal con licencia, lo ubicaban como un aspirante de relleno, testimonial, no le reconocían ningún mérito; pero considero que esas opiniones se deben a la dureza y eficacia de Noroña en su calidad de polemista, de excelente tribuno en la Cámara de Diputados, donde ha enfrentado con picardía y éxito a cuanto paladín de las derechas ha querido denostar la labor realizada por el gobierno encabezado por, como él dice, “el compañero López Obrador”.
La pregunta que muchos nos hacemos es ¿hasta dónde le permitirán a Gerardo Fernández Noroña crecer y transitar hacia posiciones de mayor responsabilidad, que le sirvan para cristalizar en los hechos, muchas de las demandas, aspiraciones y políticas públicas de los diferentes grupos sociales de los cuales él ha recogido su sentir; traduciéndose en políticas públicas y en hechos en beneficio de los más pobres y vulnerables de la ciudad y del campo? Decía Antonio Gramsci, “todo liderazgo asume responsabilidad y compromiso”; esperemos que a los nuevos liderazgos emergentes, probados en la “praxis política” se les reconozca en el proceso de continuidad de la transformación del país que seguramente encabezará Claudia Sheinbaum.
Gerardo Fernández Noroña entendió lo que el pueblo quiere en sus representantes y gracias a ese entendimiento fue el único, salvo la ganadora del proceso interno, que logró avanzar en el porcentaje reflejado en las encuestas; quiere ello decir que, efectivamente, tiene el pulso de gran parte de los mexicanos de a pie.
Pero no es la primera ocasión en que Noroña muestra que sí entiende a la gente, durante el proceso preelectoral del 2018, cuando quiso ser candidato a la presidencia; alcanzó un 28% en la intención de voto en las encuestas, sin embargo; su compromiso con la izquierda del país lo llevó a no tomar la opción de ir por otro partido y declinó en favor de Andrés Manuel López Obrador.
No es gratuito que Fernández Noroña alcance ese reconocimiento de parte de la gente, él ha sido siempre un activista de la izquierda comprometida con las reivindicaciones sociales, principalmente en las áreas urbanas, pero sin lugar a duda, también ha luchado por las reivindicaciones campesinas, de los pequeños propietarios y de los trabajadores en general.
Por si ello fuera poco, Noroña tiene un amplio reconocimiento entre las comunidades migrantes en Estados Unidos, precisamente porque muchos migrantes conocen su trayectoria en defensa de las reivindicaciones sociales.
Es Gerardo Fernández Noroña, un activo de la izquierda, de la izquierda comprometida con el pueblo, un activo que Morena en particular y la izquierda en general, debe aprovechar en toda su valía.
Resulta altamente probable que durante la campaña presidencial, los embates de la derecha vayan dirigidos en contra de la labor presidencial, en denostar a Claudia Sheinbaum con una lucha que tiene más de violencia política de género que de contienda política civilizada.
En ese contexto, qué mejor que contar con alguien con la firmeza de carácter, con la calidad argumentativa, con la solidez, con la enjundia y la ironía de que hace gala; pero al mismo tiempo con un mensaje que toca directamente al pueblo, como lo es Noroña.
Qué mejor que contar con un compañero que, incluso sus acérrimos críticos han aceptado que no lo vieron venir y señalado la excelente campaña que realizó.
Ese compañero, el nuevo vocero, se llama Gerardo Fernández Noroña.
Le hacen mucha falta a nuestro país nuevos liderazgos sociales que conecten fácilmente y se identifiquen con los más amplios grupos sociales de la nación, liderazgos como este.