México enfrenta desafíos complejos que exigen claridad estratégica y una visión pragmática para distinguir las amenazas reales de las ficticias.

En un contexto internacional donde figuras como Donald Trump optan por golpes mediáticos y tácticas polarizadoras, México debe actuar con inteligencia y priorizar sus intereses de largo plazo, particularmente en áreas críticas como migración, narcotráfico, corrupción, energía y comercio internacional.

Amenazas reales

Como es su estilo, Trump buscará presionar a México con acciones que van más allá de lo simbólico. Entre sus amenazas reales destacan medidas como:

*Restricciones a visas: congelar o revocar visas de figuras políticas mexicanas.

*Congelar cuentas bancarias: particularmente de casos de funcionarios o empresarios vinculados al gobierno o crimen organizado.

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Medidas que impactan en el centro neurálgico de la 4T, de Morena, sus aliados y los gobernadores cuatroteros que casi en su totalidad tienen expedientes abiertos en Estados Unidos y reiterados señalamientos en México.

Otra amenaza creíble y latente es la aplicación de impuestos a remesas, una medida que impactaría directamente a millones de familias mexicanas y podría desatar una crisis social.

Por otro lado, en silencio ya está operando lo que sin duda se convertirá en un acicate para México en lo relativo a seguridad y combate al crimen organizado, temas que afectan directamente a la economía de ambas naciones y van desde el cobro de piso, extorsión, hasta lavado de dinero.

En otras palabras, la aplicación de medidas unilaterales en materia de seguridad por parte de Estados Unidos impactará con fuerza lo que se consideraba la segunda fuente de ingresos del país, los recursos provenientes del crimen organizado.

Actualmente los ingresos de nuestro país ya se ven afectados por la baja en los precios del petróleo, la ineficaz infraestructura que se tiene y las deudas de Pemex y CFE, lo ultimo particularmente, si bien no es amenaza de Trump, está en línea con las políticas de presión como la baja calificación crediticia que están dando las calificadoras a México.

El T-MEC: una herramienta estratégica

Pese a los riesgos que enfrenta, el T-MEC sigue siendo una pieza clave para ambas economías. Mientras Estados Unidos obtiene grandes beneficios en sectores como propiedad intelectual, servicios legales, comercialización y logística, México se mantiene como un socio indispensable en la manufactura, investigación y servicios.

La revisión del T-MEC en 2025 se dará en el marco de la guerra comercial entre Estados Unidos y China y los irresponsables coqueteos del gobierno de la republica con el país asiático, que más allá de la apertura que se ha hecho a China, implican una violación tácita a las reglas del T-MEC, algo que se acentúa con las recientes reformas y la desaparición de los organismos autónomos.

Acciones verdaderas

La imposición de aranceles, además de ser contraproducente, abriría la puerta a la competencia de países asiáticos cuya integración en cadenas productivas es menos rigurosa en términos de regulaciones y estándares. De ocurrir, los empresarios estadounidenses en sectores clave como tecnología, farmacéutica, automotriz, electrónica y agroindustria serían los principales perjudicados.

México tiene que permitir que las fuerzas internas en Estados Unidos negocien y convertirse en un verdadero estratega para no caer en provocaciones, tal como quedo exhibido en la carta de la presidenta Sheinbaum.

Sin embargo, hay que aceptar que el primero que debilitó el T-MEC fue México con la reforma al poder judicial y la desaparición de los organismos autónomos, decisiones que impactan en las leyes del mercado nacional e internacional y que favorecen monopolios y el fortalecimiento de la oligarquía.

Canadá y el rol trilateral

Aunque la participación de Canadá en el T-MEC es más beneficiosa para ellos que para México, mantener un frente trilateral sólido refuerza la estabilidad del acuerdo. La sugerencia de excluir a Canadá debe manejarse con cautela, evitando caer en provocaciones o acciones que debiliten el bloque frente a otros actores globales como China y estando dispuesto a pasar al bilateralismo con Estado Unidos.

La agenda doméstica: reformas y mensajes

Además de la situación externa, México necesita un ajuste profundo en su narrativa interna. Es fundamental enviar señales de estabilidad y profesionalismo que trasciendan la retórica propagandística, lo cual implica, primero, dar marcha atrás a la desaparición de los organismos autónomos y al debilitamiento de instituciones clave.

Combatir la injerencia extranjera., que Rusia y otros actores no influyan en la toma de decisiones nacionales, como está pasando actualmente; y unificar mensajes del Estado para proyectar seriedad y compromiso en las relaciones internacionales.

México está ante la posibilidad de aprovechar una oportunidad histórica o bien, retroceder y caer en provocaciones, sin entender que es momento de hacer un pacto por el comercio exterior e impulsar una agenda propia.

X: @diaz_manuel