Nos están matando y no solo porque antier, una vez más, una periodista fue abatida. Una periodista que había acudido a pedirle protección al presidente, quien simple y sencillamente falló en dársela. El mensaje de este asesinato, que se suma a otras muertes violentas en contra de ciudadanos que no deberían correr un riesgo especial relacionado con la actividad a la que se dedican, en este caso el periodismo, no es solo para quienes ejercen el oficio, sino también para el presidente y el gobierno que encabeza, porque deja expuesta su franca incapacidad para cuidar la integridad, incluso de alguien a quien abiertamente amenazan y le pide protección de frente.

Del desacuerdo al odio

Nos están matando y no solamente a balazos. Nos están matando al estigmatizar el trabajo de opinión crítica, el de la participación política, la vida familiar, nos divide y nos separa y confronta. El mundo ha cambiado, pero en México a muchos ciudadanos que opinan se les estigmatiza y se les acusa de todo a través de un discurso que no genera nada más que confusión, odio y contradicciones y del que todos nos volvemos una caja de resonancia alejándonos de la posibilidad de construir puentes.

Nos están matando y no solo se trata del evidente fracaso de quienes encabezan esta administración. Nos están matando por la falta de medicamentos que provoca la muerte de pacientes que no tienen esperanza de tratamientos ni atención médica adecuada; se asesina a la ecología, a los árboles que se talan con toda impunidad, a los ríos que se contaminan, al aire que respiramos al alejarnos de la transición a energías más limpias. Nos está matando todo lo que se ha descuidado o se ha echado a perder en esta mal llamada Cuarta Transformación.

Nos están matando la terquedad, la ambición, los intereses de unos cuantos, la falta de políticas públicas viables y confiables y la prácticamente nula estrategia de seguridad y combate al crimen. Nos está matando la impunidad y la apatía.

Nos están matando y la peor muerte es por dentro. Es la de ese ciudadano crítico que ya no sale a la calle y desde la comodidad de las redes piensa que va a cambiar al mundo. Nos están matando y cada vez renunciamos más a crecer, porque hay quienes prefieren enseñar a sus hijos a recibir y esperar dádivas y no a motivarlos para que sean seres humanos que se preocupen por dejar un mejor planeta productivo, espiritual y feliz.

Las columnas más leídas de hoy

Nos están matando al pretender imponer en la educación un solo pensamiento, el cual se define cada mañana con la ocurrencia del día.

Nos están matando al ver con desprecio el desarrollo del arte y la cultura, de las corrientes diversas y en general de todo el pensamiento alterno. Nos están matando como individuos al no permitir la legalización de cosas tan básicas como la libertad de elección que deberíamos tener todos los seres humanos.

Nos están matando y cada día avanzamos más lentamente hacia esa muerte interior, esa muerte que nos impide ver con claridad lo que está pasando y aún peor, nos están matando la voluntad de poder encontrar, propiciar o crear puntos de entendimiento entre nosotros como sociedad.

Nos están matando con un discurso de odio que alimentan por uno y otro lado y con una oposición cómoda que no hace más que buscar su beneficio, cuidar su puesto o buscar la negociación que más le convenga sin preocuparse por presentar propuestas o alternativas para el desarrollo de nuestro país.

Nos están matando y, aunque a estas alturas ya parece que no hay solución, quiero ser un optimista, quiero pensar que podemos despertar a ese ciudadano crítico y pensante, capaz de dialogar, discernir y diferir. Quiero pensar que todavía podemos seguir exigiendo a las autoridades que hagan lo que les corresponde. Que podemos y debemos demandar firmemente al gobierno que cambie su manera de hablar y de comunicarse, que cambie el discurso de odio, de culpas, de excusas y que pare esa falsa propaganda de amor y abrazos imaginarios, para implementar de manera urgente acciones de gobierno y políticas públicas mucho más eficaces.

Nos están matando y hemos logrado conseguir las peores cifras en todos los récords, si es Covid somos los peores, si son asesinatos o muertes violentas, somos los peores, si se habla de crecimiento económico somos los peores, si es en combate a la pobreza estamos en los peores sitios. Nos estamos acostumbrando a la mediocridad y al fracaso ¡y hasta a defenderlo!

Dicen que la esperanza muere al último, pues ya llegamos al último eslabón y la esperanza ya la mataron, esa a la que propios y extraños apostamos y esperamos.

No tenemos que ser así, porque nos están matando y nosotros mismos tenemos que decir ¡Ya basta! #NoSeMataLaVerdad.