Pocos aspirantes a la jefatura de gobierno capitalina han dedicado tanto esfuerzo a la brega por la candidatura como lo ha hecho Xóchitl Gálvez. Lo ha hecho con ahínco ciudadano. Su asiduidad de ninguna manera puede interpretarse como ambición política. Para nada. Porque la trayectoria de esta mujer la respalda y funge como antecedente. La suya, es una historia de lucha, perseverancia y de superación constante y sistemática.
A pesar de haber crecido entre carencias y dificultades, logró vencer las adversidades. Superó el flagelo de la pobreza y resistió los embates de la violencia.
Y aunque tuvo una infancia difícil, la disciplina encausada en un proyecto de vida sólido y en un sueño claro fueron el brío necesario para alcanzar metas casi impensables, considerando el punto de salida, el camino y la meta.
Gracias a su tenacidad y perseverancia, Xóchitl Gálvez ha sido ingeniera, empresaria del año, líder de grandes proyectos de alto impacto, candidata a gobernadora, alcaldesa, senadora y madre. Su entrega al bien común ha beneficiado desde a cien mil niños indígenas, desde una fundación que lleva su marca, hasta a millones de ciudadanos, desde la trinchera política. Con disciplina y esfuerzo ha venido cumpliendo sueños y superando obstáculos.
No por nada hay quienes le piden que desista en su búsqueda por la Ciudad de México y dirija la proa de su galera de sueños a la presidencia de la República.
Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz tiene un carisma magnético. Puede cautivar a cualquier foro hablando de su pasado; transmitir admiración detallando su paso por la iniciativa privada y sus logros como empresaria; suscitar polémicas futboleras por su pasión por el Cruz Azul; y sumar a su causa encabezando una oposición gallarda y original frente al poder.
Las cualidades de la senadora Gálvez Ruiz son múltiples y diversas. Sus atributos como opositora y legisladora son variopintos, tal y como la manera en que promueve su imagen, su proyecto y sus propuestas. Una opción como la que ella ofrece, es lo que un electorado complejo y plural como el de la Ciudad de México buscará el próximo año.
Víctima de un fraude electoral y habiendo tenido una buena relación con la actual jefa de gobierno cuando ambas fungieron como delegadas, Xóchitl encarna una alternativa conciliadora en una coyuntura de estridencia y polarización sin precedentes.
Si resultara la candidata a jefa de gobierno de la CDMX por la oposición, Xóchitl Gálvez no simbolizaría ni enemistad ni animadversión contra quien probablemente contienda por la presidencia de la república por el oficialismo, Claudia Sheinbaum. Y de salir vencedoras, seguramente encabezarían dos gobiernos que, aunque opositores, sabrían trabajar en conjunto y armonía sin olvidar sus diferencias ideológicas, ponderando el bienestar de los capitalinos y de los mexicanos.
Lo peor que pudiera hacer la oposición en la Ciudad de México sería postular una figura disruptiva y polarizadora.
Para vencer al oficialismo en la capital del país se requerirá una candidatura incluyente, que convenza y logre generar empatía con todos los espectros de la sociedad capitalina. No puede insistirse en apelar a la división geográfica del otrora Distrito Federal. Quien sea que contienda por la jefatura de gobierno contra los oficialistas habrá de ser persuasivo tanto con el oriente, como con el poniente de la ciudad.
Si Acción Nacional insiste en Santiago Taboada, su insistencia devendrá naufragio. Esa candidatura se haría agua al instante. No sólo por la vulnerabilidad mediática, sino también porque sería darle la razón al discurso clasista y divisor del poder.
Solamente Xóchitl Gálvez puede conducir al éxito una candidatura en la CDMX. En primer lugar, porque no es vulnerable; no tiene fantasmas escondidos. Por eso su valentía. En este país, no se puede hablar si se tienen secretos escondidos.
La oposición deberá nominar a una mujer cuya proposición política logre hacer que priistas, perredistas, panistas, apartidistas, liberales, conservadores y anarquistas se identifiquen con ella. Pues si insisten en el panista paradigmático, la terquedad les explotará en la cara.
O Xóchitl o la insistencia en la equivocación.