Nostalgia: Mañana de domingo. Levantarse, de preferencia todavía en pijama, caminar hasta el puesto de periódicos, leer los titulares, comprar diarios y revistas de preferencia; regresar, desayunar y leer los editoriales con calma, pasando una a una las hojas, sin el vértigo de la semana laboral donde la prisa devora nuestras horas y días.

En quince años Internet cambió las relaciones sociales, políticas y económicas del mundo. Los medios de comunicación mutaron en formas variadas y avanzan por senderos inciertos.

Recuérdese: los vacunados contra covid comprábamos y coleccionábamos diarios y revistas

Hasta que en alguna mudanza o limpieza terminaron en el cesto de basura. ¿Qué pagábamos con nuestro dinero? Obvio, no era el papel en donde estaba impreso, sino información. La información valía, no sólo monetariamente, sino como un factor de conocimiento y socialización. Primero la voz y después la imagen desplazaron a la palabra. Internet desplazó a todos.

Navegar en Internet es un salto al vacío. La supercarretera de la información es infinita. El 95% de los contenidos en las redes son basura, el 5% información de calidad. Cinco por ciento parece poco, pero ante el volumen de datos generado son mucho. Las necesidades y pulsiones del individuo en la era del vacío, como la definió Gilles Lipovetsky, demandan información inmediata, pero también efímera. Cualquier usuario de redes sociales es un creador de contenidos.

¿Cómo se adaptaron los medios a las nuevas circunstancias?

Primero, con portales electrónicos, después incursionando tambaleantes en las redes sociales. Más tarde, modificando sus modelos de negocios. Los tirajes fueron reemplazados por los “me gusta”, la publicidad se digitalizó y las suscripciones ahora son virtuales. Nacieron portales de noticias con igual alcance que los grandes diarios nacionales y aparecieron los influenciadores, algunos con tanto o más alcance que varios periódicos.

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Algunos medios optaron por cobrar desde el principio el acceso a su información, lo cual va en contra del espíritu de Internet de acceso universal; otros tienen entrada libre, pero están saturados de publicidad, tanta que en ocasiones resulta imposible leer un texto de corrido. Algunos más optaron por un modelo mixto, dejar ver algunos contenidos, pero reservar lo mejor para los suscriptores de paga. Para todos, el mercado de datos personales es un buen negocio.

Lamentablemente, el aumento exponencial en el volumen de información no creció a la par de la calidad informativa. El chisme, el rumor y la difamación han alcanzado niveles alarmantes de impunidad. Nadie puede negar que las redes ganan centralidad en la opinión pública. Para no terminar convirtiéndose en un mundo vacío, de mediocres digitales y hordas tuiteras que nunca cesan su sed de linchamientos en línea, los medios necesitan equilibrar la calidad, con la oportunidad y la veracidad con la espectacularidad.

Al final los consumidores de noticias en Internet, buscamos lo mismo que cuando nos levantábamos a comprar nuestro diario los domingos: información de calidad, veraz y oportuna. Respeto por el idioma y por la pluralidad en las opiniones. Eso pienso yo. ¿Usted que opina?

@onelortiz