De Morena no se pude esperar otra cosa, nació del conflicto interno y morirá por el conflicto aspiracionista que los mueve, su obsesión de poder los carcome uno a uno.
Morena vive una especie de autosabotaje, la pérdida de todos los valores que pregonaba, tales como la batalla contra la corrupción o la honestidad y es ahí donde debate quien será su candidato presidencial. Todos los precandidatos se echan lodo, con conocimiento de causa, por corrupción, deshonestidad y relaciones inconfesables, y son ellos mismos quienes lo están sacando a la luz.
Desde que nació, los líderes de Morena se han peleado entre ellos, buscando demostrar quien tiene una mayor fidelidad y lealtad hacia el dueño del partido, AMLO. En su intento, el partido sufre una división convulsionante e irreparable.
Morena en su corta historia ha tenido cinco presidentes de partido. El primero fue Martí Batres y como secretaria general Bertha Lujan, la mamá de la actual secretaria de Gobernación, esto fue de 2012 a 2015, el segundo presidente fue el dueño del partido, AMLO, quien se puso ahí para garantizar que el fuese el único candidato a la presidencia en el 2018, estuvo de 2015 a 2017. Luego vino Yeidckol Polevnsky y los hijos de AMLO, fue ahí donde empezaron hacer el cochinito para la campaña del papá.
En ese mismo periodo se divulgó una llamada entre Yeidckol y un hijo de AMLO hablando sobre el manejo de dinero para el partido, a través de una empresa, para la campaña de Delfina Gómez en el Estado de México. Este le dice a la representante de Morena; “Yo me apoyé en una empresa que es conocida nuestra y que es de confianza. Entonces Morena va a hacer el trámite con la empresa”.
Sobres amarillos
Durante esa dirigencia, también fue cuando la danza de los sobres amarillos era la practica de Morena para financiar la campaña de AMLO. Pío y Martín López Obrador recibían dinero en efectivo de manos del operador político del entonces gobernador de Chiapas, Manuel Velasco.
Luego vino el pleito entre Yeidckol y sus aliados, los hijos de Andrés Manuel, contra Alfonso Ramírez Cuéllar y la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez. En 2020, la dirigencia de Morena que encabezó Alfonso Ramírez Cuellar presentó ante la Fiscalía General de la República una denuncia formal contra la secretaria general del partido, Yeidckol Polevnsky, por probable participación en operaciones irregulares con financiamiento público por 395 millones de pesos.
El manejo del partido se empezó a convertir en un verdadero problema familiar, entre la primera no dama contra los hijos de AMLO, por lo que se decidió no ratificar a Ramírez Cuéllar. La contienda de lodo se dio entre Mario Delgado y Porfirio Muñoz Ledo. La disputa por la dirigencia fue a través del método de las encuestas, las cuales evidentemente ganó Porfirio Muñoz Ledo, pero que fueron desconocidas por el mandamás del partido para imponer a un servil personaje como lo es Mario Delgado.
Muñoz Ledo recurrió a la Fiscalía de Delitos Electorales en la que esta al frente el compadre de AMLO, José Agustín Ortiz Pinchetti, quien por órdenes de AMLO dio la razón a Mario Delgado, igual que pasó cuando exoneró a Pio López Obrador.
Sí, la disputa por el control del partido ha sido, como se dice coloquialmente, una verdadera “cena de negros”, la contienda por la candidatura presidencial no solo está llegando a las esferas judiciales, sino que pasa de las palabras a las manos. Las cosas al interior de Morena se están poniendo verdaderamente terribles.
Cuando las encuestadoras eran más independientes y libres, y había más rigor científico, AMLO aseguraba que las encuestas no servían, que eran “cuchareadas” y “manipuladas”. En la era de Morena, la mayoría de las encuestas nada más no le atinan a nada y así vemos que unas dan a Marcelo arriba, otras a Claudia, porque se dice es la que más paga, y algunas otras a Adán Augusto.
El problema es que en la contienda están saliendo todos los expedientes de unos y otros, aunado a las acusaciones del derroche económico de las corcholatas. Sin embargo, las denuncias y los expedientes no salen de organizaciones como Mexicanos Unidos Contra la Corrupción o periodistas como Carlos Loret u otros inmundos adversarios de AMLO, salen de cada uno de los contrincantes que se echan lodo a más no poder.
Siguen saliendo acusaciones mutuas entre Sheinbaum y Ebrard por la desgracia de la Línea 12 del Metro, de sus deficiencias en su gestión cuando estaban al frente de sus dependencias y lo peor, es que las cosas subieron de nivel. Se acusan de que Adán Augusto utiliza los recursos de la Guardia Nacional y sus aeronaves, que Claudia es financiada por el IMSS y utiliza a un traidor para acusar a Marcelo como lo es el exdirector del Metro, Jorge Gamiño. O los señalamientos “espectaculares” por el derroche de propaganda en toda la república.
La cosa nostra
Los últimos sucesos son altamente preocupantes, el asesinato de un operador del excanciller Ebrard y su familia, donde incluso se acribillo a sangre fría al testigo material de los hechos. Por otro lado, la aeronave en que viajaba un operador de Adán Augusto presuntamente fue derribada intencionalmente.
Por ello AMLO prohibió los debates entre los candidatos, también les prohibió que hicieran propuestas, pero a pesar de ello, la ambición de poder político y económico que rodea a las corcholatas va terminar por su autodestrucción.
La retorica de AMLO no le va a alcanzar para cubrir todos los hoyos que están abriendo sus corcholatas. Además de dejar expuesto a AMLO, están fracturando la unidad a costa del país y la sucesión.
Twitter: @diaz_manuel