IRREVERENTE

Les platico: Generalmente me voy a la cama con una idea; la desarrollo mientras duermo y a media madrugada se convierte en mi siguiente columna, que envío a mis editores poco antes del amanecer.

No los pongo en jaque porque ellos -al igual que éste su irreverente servidor y mi equipo de trabajo- tenemos horarios laborales peores que en los hospitales: 24 horas al día de lunes a domingo.

Sencillamente, no hay horario laboral en esta chamba, y además, todos los días son laborales, nada de la “semana inglesa” y el “9 to 5″ de países con economías robustas y desarrolladas, como el Reino Unido y Estados Unidos.

Muy aparte se cuecen los “horarios” de los legisladores mexicanos, que cobran -los muy cabrones- sueldos, dietas y comisiones de primer mundo por arrastrarse hasta sus curules una, dos horas al día o menos, pero solo durante los periodos ordinarios o extraordinarios de sesiones.

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Que tienen a su disposición prestaciones que los legisladores estadounidenses y británicos ni en sus sueños alucinarían.

Que contratan a precios de oro a consultores y asesores para que les hagan el jale.

En resumen, que viven como reyes en un país de menesterosos, que ha aumentado en casi dos millones el número de personas en extrema pobreza, durante los últimos cuatro años.

En este escenario…

El senador morenista por Baja California Sur, Ricardo Velázquez Meza propuso reformar el artículo 61 de la Ley Federal del Trabajo para reducir de 48 a 36 horas el máximo legal de la jornada laboral semanal.

Su ocurrencia implicaría disminuir en 12 horas el límite legal de tiempo que una persona debe trabajar a la semana.

En su exposición de motivos citó el caso de Suecia, donde según él, al ser aplicado un horario laboral como el que propone para México, los suecos registraron una baja solicitud de licencias por enfermedad.

Óseo y ocio, he ahí el dilema…

Dice Ricardo que gracias a las 36 horas de jale de lunes a viernes, los suecos han presentado mejores condiciones de salud y que la productividad aumentó arriba del doble, pues -según él- cito textualmente un extracto de su argumentación:

“…Dado de que la jornada laboral es más corta, los trabajadores se dedicaron específicamente a sus actividades sin presentar tiempos de óseo durante las mismas”.

Si, amables lectores, el senador morenista por BCS dijo “óseo”, en lugar de “ocio”.

Seguramente le traicionó el subconsciente, porque pronunció la palabra que significa hueso, en vez de la que se define como tiempo libre o descanso en las ocupaciones: “ocio”.

Les prometo desarrollar en otro artículo, las implicaciones de este dislate del legislador por mayoría relativa que representa al distrito con asiento en Mulegé, BCS.

Mientras tanto, anoten la idea, no se les vaya a ocurrir platicarla por ahí, porque alguien me la podría ganar.

Es que está para desternillarse de la risa el tamaño de semejante confusión de la que fue objeto el buen hombre ese.

Plácido consulta a Suecia sobre la reducción “ósea” de los suecos

Estoy en consultas con la corresponsal de mi BigData en Suecia -Dalia Lozano- quien vive y trabaja en la ciudad de Gotemburgo.

Apenas reciba su reporte se los compartiré.

Quiero saber qué tan cierta es la argumentación del senador Ricardo sobre la disminución del “óseo” de los suecos. No se ría, por favor.

Perlas, perlas, como dice la diputada Patricia Armendáriz sobre las clases de historia que nos receta AMLO

Por lo pronto, ahí les dejo esta otra “perla” a las que nos tienen acostumbrados nuestros legisladores.

Decía mi finado maestro de ortografía, el doctor Daniel Mir -único miembro de la Real Academia Española que viviera en México- que quien adolece de la corrección en el lenguaje, adolece también de espíritu.

La otra perla tiene qué ver con un dicho que repetía mi abuela, quien fuera la primera alcaldesa mexicana, de Perros Bravos, NL, que cambió de nombre -mediante la auténtica primera consulta popular ciudadana- al de Gatos Güeros, también de NL:

Ricardo, “estás viendo la tempestad y no te hincas”.

CAJÓN DE SASTRE

“Es por demás con éstos óseos ignorantes”, remata la irreverente de mi Gaby, echándole a la herida legislativa, sal de ESSA, Exportadora de Sal, la empresa que el gobierno mexicano tiene en sociedad con una japonesa en Guerrero Negro, BCS.

Por cierto, tengo un amigo que rompió su dorada jubilación para irse a traquetear como director de esa empresa.

Desde entonces, se le acabó el ocio. Ha de ser porque Guerrero Negro da hacia el Océano Pacífico y Mulegé -de donde es el senador óseo- está a la orilla del Golfo de California o Mar de Cortés, a 220 kilómetros de distancia.

En fin.