Leí el artículo de fondo de ayer 2 de julio del diario británico Financial Times”The Big Read”, le llaman sus editores— . Me deprimió la escasa objetividad de sus redactores, Michael Stott y Christine Murray. Reproduzco en inglés su título: “Why Mexico is missing its chance to profit from US-China decoupling”.

Para sintetizar ese texto citaré uno de sus párrafos: “Gran parte de la culpa del mediocre rendimiento económico de México ha recaído sobre los hombros del presidente Andrés Manuel López Obrador”.

¿En qué se basa para afirmar algo tan delicado la gente del Financial Times? En opiniones —¡¡¡solo en opiniones!!!— de “líderes empresariales, diplomáticos e inversores”. ¿Quiénes son? Personas e instituciones que, por ideología y por intereses económicos, rechazan lo que Andrés Manuel ha hecho en México. Doy algunos nombres:

El banco suizo UBS, cuyos directivos tienen un pensamiento totalmente opuesto al del presidente López Obrador; sus intereses en México no se han visto favorecidos en la 4T.

La empresa de servicios financieros JPMorgan, que no tengo duda es encabezada por fanáticos del libre mercado… siempre y cuando les beneficie.

Las columnas más leídas de hoy

Bloomberg, paradigma de neoliberalismo.

La consultora Kearney, cuyos analistas se identifican con una corriente de pensamiento hostil a la de AMLO.

Mauricio Claver-Carone, del BID, estadounidense de origen español y cubano, ex funcionario del gobierno de Estados Unidos y lobista en ese país.

Ernesto Revilla, economista en jefe de Latinoamérica de Citigroup, egresado del ITAM y de la Universidad de Chicago, funcionario de Hacienda cuando era secretario Luis Videgaray en el sexenio de Peña Nieto.

Andrés Rozental, diplomático en los sexenios de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, cuyas ideas y acciones de gobierno han sido abiertamente combatidas por AMLO.

El consultor Luis de la Calle, egresado del ITAM y de una universidad estadounidense; fue funcionario en uno de los tantos gobiernos calificados por Andrés Manuel como excesivamente neoliberales y corruptos.

Alberto de la Fuente, presidente del Consejo Ejecutivo de Empresas Globales, egresado del ITAM, de la Universidad de Oxford y de la Escuela Australiana de Negocios, trabajó en la Oficina de la Presidencia de la República, sí, en alguna de las administraciones que López Obrador considera paradigmas de corrupción.

El colmo, “un destacado empresario” quien evidentemente prefirió el anonimato, vaya tipo tan valiente.

Carlos Urzúa, a quien AMLO corrió de su gabinete.

Eso sí, para darle una pintada de imparcialidad, Michael Stott y Christine Murray, del Financial Times, entrevistaron a la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, pero no destacan lo que dijo ni, me parece, reproducen completas sus declaraciones.

Si Andrés Manuel López Obrador lee el mencionado artículo del periódico británico, no se sorprenderá: sabía que se le iba a combatir, dentro y fuera de México, por haberse atrevido a cambiar las relaciones de complicidad entre la gente del dinero y la gente del poder político.

Personalmente inscribiría el texto del Financial Times en la temporada de sucesión presidencial en México. Ese diario, buena parte de la prensa mexicana, gobiernos de la Unión Europea y el de Estados Unidos y grandes empresarios de todo el mundo van a intensificar su activismo buscando que AMLO haga lo que hizo Lázaro Cárdenas al final de su sexenio: entregar la presidencia no a alguien de izquierda, sino a un político ubicado bastante más al centro y aun a la derecha.

Lázaro Cárdenas llegó debilitado al final de su periodo y no tuvo manera de hacer presidente a un decente hombre de izquierda, Francisco J. Múgica. En vez de darle continuidad a su periodo, Cárdenas prefirió un giro hacia el centro e inclusive a la derecha con Manuel Ávila Camacho, algo que de inmediato manchó de escandalosa corrupción a la política mexicana; el llamado “presidente caballero” tuvo en Maximino a su propio hermano incómodo, su Raúl Salinas de Gortari.

Lo deseable es que Andrés Manuel mantenga firme el mando de la política hasta el final de su sexenio, de tal modo de que no se equivoque al elegir sucesor o sucesora.

¿Quién es más de izquierda, quién vive más modestamente, quién jamás ha titubeado en su activismo y en su ideología? ¿Claudia Sheinbaum Pardo? ¿Marcelo Luis Ebrard Casaubón? ¿Adán Augusto López Hernandez?

El presidente López Obrador conoce las respuestas a tales preguntas, claro que sí.