Para terminar el año, en el mero Día de los Inocentes, el Presidente Andrés Manuel López Obrador presentó las nueve tareas de Pemex para la segunda mitad de su gobierno. Las cuales son: mantener el valor de las reservas; aumentar la producción de petróleo y la refinación de crudo; fortalecer el proyecto Cangrejera; incrementar la producción de fertilizantes y el número de centros procesadores de gas; recuperar el mercado de los combustibles; fortalecer Gas Bienestar; reducir riesgos, y basificar a sus trabajadores.
El director de Pemex, Octavio Romero, dijo que los objetivos de dichas tareas son incrementar la seguridad y la autonomía energética; mejorar el desempeño operativo, aumentar la eficacia y la competitividad; promover la responsabilidad social y contribuir al mejoramiento laboral.
Las tareas presentadas por el gobierno son importantes, pero apenas suficientes para transitar los tres años que le restan al actual sexenio. Se desconoce si la presentación de estas tareas sustituye la propuesta de reforma energética que el Presidente anunció que presentaría en la segunda mitad de su gobierno. Ojalá que no.
Se necesitan definir las otras tareas de Pemex; las de largo aliento, las que trascienden al actual gobierno. ¿Cuáles son dichas tareas? Aquellas acciones estratégicas que definirán el futuro de la empresa y marcarán la política energética del país en los 78 años que le restan a este siglo. Son varias y de diferente naturaleza. Veamos dos: la primera, la recuperación del control del Estado del sector de hidrocarburos; es decir, revertir la reforma estructural de 2013 durante el gobierno de Enrique Peña Nieto y la segunda, la transición energética de combustibles fósiles a energías limpias.
En el gobierno de Peña Nieto, cuando AMLO estaba hospitalizado por un infarto, el Congreso transfirió el control de PEMEX y de la CFE al sector privado, las leyes secundarias de un año después otorgaron grandes privilegios a los empresarios. Convenios y contratos totalmente desfavorables para el país a cambio de inversiones que nunca llegaron. La iniciativa de AMLO de este año, referente a la industria eléctrica y el litio es sólo una parte de las reformas que México necesita, para realizar una transición soberana y ordenada de este sector clave para el desarrollo económico.
La Unión Europea estableció para el 2050 sacar de circulación a los vehículos de combustión interna. Estados Unidos tiene plazos similares. ¿Cuál es el futuro para México y Latinoamérica? Al ser parte del T-Mec, México estaría obligado a realizar dicha transición? ¿Cuál será el futuro de Pemex, si en 30 años saldrán de circulación los vehículos de gasolina y cederán su lugar a los híbridos y eléctricos? ¿A caso su futuro será vender crudo o en el mejor de los casos gasolina a los continentes menos desarrollados? ¿O en tres décadas veremos a Pemex como a Correos o Telégrafos, unas reliquias? Con visión, PEMEX tiene que pensar en su transición de empresa extractora y productora de hidrocarburos a una empresa proveedora de energías limpias y baratas. ¿Cómo hacer esto? Esta es la gran tarea que tiene que enfrentarse.
La política es de bronce.