Los Estados Unidos de “América” siguen rompiendo toda clase de récords, pero no en desarrollo económico, seguridad social, expectativa de vida o tecnología, sino en tiroteos masivos.
En el lapso de apenas una semana, han ocurrido 20 tiroteos masivos (definidos como balaceras en donde más de 3 personas mueran por impactos de armas de fuego) a lo largo y ancho de EU. Este pasado miércoles fue un día especialmente cruento, aún para los estándares del militarizado país: se registraron balaceras en una tienda Walmart de Pennsylvania, en una preparatoria de Los Ángeles y en dos hospitales, uno ubicado en Tulsa, Oklahoma, con saldo de 5 muertos y otro con un saldo de dos fallecidos, en el estado de Ohio.
Esa es la cruda realidad de una sociedad norteamericana que, lejos del triunfalismo bélico de hace un par de décadas, cuando de la mano de analistas fallidos cómo Francis Fukuyama y su ya desacreditado “fin de la historia” soñaban con un “nuevo siglo ‘americano’”, hoy se encuentra atomizada y al borde del colapso.
Las personas ya no están a salvo en cines, ni en centros comerciales, ni en conciertos, ni en escuelas primarias, secundarias, preparatorias o universidades, ya ni siquiera en los hospitales. En cualquier momento, un sujeto con acceso a armas de alto poder compradas, en muchos casos de forma “legal”, puede acabar con tu vida, luego de ser radicalizado durante años en foros de internet y redes sociales.
¿Y el gobierno de los Estados Unidos? Pertenezca al partido que sea -que a fin de cuentas, representa lo mismo-, no hará otra cosa más que mandar sus “oraciones y pensamientos” mientras siguen recibiendo embutes económicos del poderoso lobby armamentista gringo, prácticamente la única industria que le queda al país de las “barras y las estrellas” en estos momentos. Vaya pesadilla.