De nuevo ocurrió. Ayer jueves cerca de las 19:00 hrs el periodista Rubén Darío Cruz sufrió un atentado en Cancún, Quintana Roo.
Rubén salió ileso del ataque que dos hombres a bordo de un auto negro perpetraron contra él mientras iba acompañado de sus escoltas en un vehículo blindado.
Algunas versiones apuntan que antes del atentado un menor se acercó al periodista y segundos después lo balearon. Terrible, pues, si la versión se confirma, los delincuentes utilizaron al menor para distraer al comunicador y poder asesinarlo.
El periodista tuvo que pedir resguardo en el Cereso de la ciudad y la Fiscalía del estado abrió una carpeta de investigación para encontrar a los culpables.
El reportero del periódico Por Esto ya había recibido amenazas, por lo que se encuentra inscrito en el Mecanismo Federal de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. Esto le salvó la vida.
Por desgracia nos encontramos ante un ataque más hacia un comunicador que solo por ejercer su profesión es perseguido por personas que quieren matarlo.
Este atentado es el segundo en poco más de un mes hacia un periodista en México. El 15 de diciembre del año pasado Ciro Gómez Leyva también fue baleado mientras conducía su vehículo en calles de la colonia Florida de la capital del país.
Ambos comunicadores, aunque por fortuna están vivos, tienen que enfrentarse día con día al temor de saber que alguien los quiere matar.
En otras partes del país, estoy segura, existen más periodistas que son amenazados por ejercer su profesión, pero no siempre se denuncia por temor a no ser escuchados o incluso ser revictimizados y hasta criticados, pues la sociedad, la misma familia o los amigos, no comprenden el miedo que nos da saber que en cualquier momento una bala nos alcanza y perdemos la vida.
Algunos no denuncian por miedo a perder el empleo y dejar a la familia en el desamparo y también, hay que decirlo, por temor a que la autoridad esté coludida con los delincuentes.
Lo que no se puede negar es que quienes nos dedicamos a informar estamos en riesgo permanente.
El crimen organizado, muchas veces en complicidad con personajes de altas esferas del poder o protegidos por ellos, opera en cada rincón del país y teje sus redes para seguir callando voces.
Por fortuna, y dado el alto índice de homicidios a periodistas en México, las autoridades buscan la manera de brindarnos protección por medio del Mecanismo Federal de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas pero no siempre es suficiente o no se sabe la forma de llegar a las autoridades para pedir protección.
Estamos ante la urgencia de que el mecanismo del gobierno federal busque los medios para que cada comunicador esté enterado de los pasos a seguir para evitar que sigan ocurriendo atentados, homicidios y ataques de todo tipo hacia el gremio. Y no solo eso, es urgente que la autoridad atienda sin demora ni burocratismo el llamado de alerta de algún periodista que sienta que su vida peligra, pues cada minuto, cada segundo perdido, puede ser letal.
Hoy tenemos un reportero más que pudo morir a manos de gatilleros y la cifra puede crecer.
Celebro, desde luego, que Rubén esté a salvo y me solidarizo con él y su familia.
Por cierto...
También ayer el reportero Jorge Sánchez, hijo del periodista Moisés Sánchez, asesinado aquí en Veracruz en 2015, en la conferencia mañanera del presidente López Obrador pidió ser escuchado y por supuesto, que se haga justicia.
Jorge pidió que todos los casos de comunicadores que han muerto en nuestro estado sean atendidos, pues en la mayoría los culpables siguen libres y las líneas de investigación detenidas.
La exigencia es justa y fue escuchada por Rosa Icela Rodríguez, ,secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana quien se comprometió a tener reuniones con los afectados y con personal de Fiscalía General de la República (FGR) para atender los casos.
Esperemos que así ocurra pero también esperemos que cada periodista que esté siendo amenazado o perseguido sea resguardado por la autoridad porque aunado al clima de violencia que se vive en algunas entidades del país, nosotros, los reporteros, estamos en riesgo permanente y merecemos tener la confianza de ejercer nuestro oficio con libertad y sin temor.