Sin duda alguna, los sujetos más relevantes de las elecciones son los ciudadanos. No todos votan, pero todos los habilitados con la credencial de elector pueden hacerlo. Quienes votan deciden y, de alguna manera, quienes se abstienen también. Conforme aumenta la participación, mayores las posibilidades de alternancia en la presidencia, aunque esta hipótesis no es del todo clara, pero realidad es que el voto en las zonas densamente pobladas favorece a la oposición, los resultados electorales de los pasados comicios avalan tal hipótesis.
Los otros actores relevantes son los candidatos y los partidos. El sistema electoral mexicano privilegia a los partidos, quienes reciben prerrogativas y tienen la representación en los órganos electorales, desde la casilla hasta el Consejo General del INE. Sin embargo, corresponde a los candidatos ser los principales activadores de la movilización ciudadana y, por lo mismo, de la comunicación y publicidad electoral.
En el caso del Frente la situación es un tanto compleja y complicada por tratarse de una convergencia de partidos y organizaciones ciudadanas. Además, Xóchitl Gálvez se asume candidata ciudadana y ha generado una previsible tensión con las dirigencias de los partidos. Cuatro meses le han servido para entender las ventajas y debilidades que representan los partidos y, al parecer, para comprender que las primeras superan a las segundas no obstante el desprestigio de los partidos históricos y la controversia que acompaña a sus dirigentes, especialmente a los del PRI.
El INE no es el árbitro electoral, sino la autoridad cuyas decisiones puede revertir el Tribunal Electoral, el que sí guarda tal condición. Ambas instancias están en un mal momento. En el INE, Guadalupe Taddei, nueva consejera presidenta no pudo acordar entre sus pares los nombramientos de los directivos de las principales áreas técnicas de responsabilidad, cuyos titulares abandonaron sus cargos ante la incertidumbre y la amenaza que les presentaba el intimidante encono del presidente López Obrador. La solución ha sido con encargados de despacho que para efectos prácticos hacen lo mismo, pero sin la fortaleza que entraña la definitividad del nombramiento.
Preocupante la situación en el Tribunal Electoral; por una parte, encara la hostilidad presidencial y al igual que el INE su presupuesto no fue aprobado por la Cámara de Diputados, además de que el Senado ha sido omiso en designar varios magistrados, destacadamente, dos de la sala superior. Incomprensible por su inoportunidad y la carencia de razones o argumentos convincentes fue el relevo del presidente del Tribunal Electoral, pero deseable del todo que el Tribunal continúe con el trabajo ejemplar de los últimos años.
Existen varios factores de influencia en los comicios, destacadamente las autoridades. Claro, López Obrador interviene en el proceso más allá la ética democrática y la Constitución, ante la impotencia o complacencia de las autoridades electorales. Este comportamiento del presidente se replica entre las autoridades locales y municipales afines al oficialismo. El planteamiento de elección de Estado no es una expresión retórica sino descripción de la circunstancia.
Otros factores importantes de la elección son los medios de comunicación, los empresarios y ahora la industria de las encuestas. Los medios de comunicación deben diferenciarse entre convencionales -concesionados del Estado y los escritos-, y digitales. A su vez, cabe diferenciar los segmentos de información de los de opinión. En buena parte, la información es funcional al gobierno y al oficialismo, la opinión es diversa y más o menos atiende a los estándares propios de una realidad democrática. Los medios digitales son muy diversos y existen casos que aplican el rigor y la veracidad periodística; otros, espacios de propaganda o propensos a noticias falsas o infundios sin sustento.
Las encuestas, no nuevas en el entorno electoral, adquieren mayor importancia. Quien paga no necesariamente manda sobre los resultados, pero sí sobre su divulgación. Además, los reportes de encuestas no informan sobre el rechazo a participar en la entrevista, haciendo creer que la mayoría de los encuestados cuentan ya con una preferencia definida, que no es el caso. Por otra parte, la elección de 2024 tendrá un fuerte componente local, que podría impactar el resultado en la elección presidencial y en la de legisladores federales, pero en realidad las encuestas inducen la falsa idea de que la elección será día de campo para Morena y su candidata Claudia Sheinbaum.