Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo indudablemente son personas de palabra... Antes de continuar vale la pena ir a las definiciones. Según el Diccionario de la lengua española, una persona de palabra cumple lo que promete. Esto sin duda es fundamental en todas las actividades de la vida, sobre todo en política en tiempos de cambios profundos cuyos dirigentes requieren de una alta dosis de credibilidad.

Como estamos hablando de un asunto relacionado con el honor, no es poca cosa ser hombre o mujer de palabra: es lo más importante a lo que alguien puede aspirar.

Es amplio, en el mencionado diccionario, el apartado dedicado al vocablo palabra. No sé si ese deba ser considerado el mejor diccionario del español, pero me gusta utilizarlo por dos razones principales: (i) es muy sencillo consultarlo en internet y (ii) alguna relevancia tendrá ya que —cito a Wikipedia— lo elabora y edita “la Real Academia Española con la participación de todas la academias de la ASALE”.

¿ASALE? Sigo con Wikipedia: es la Asociación de Academias de la Lengua Española, fundada en México en 1951. Inclusive en Estados Unidos existe la Academia Norteamericana de la Lengua Española y está en proceso de incorporación la de Israel, la Academia Nacional del Judeoespañol.

Andrés Manuel López Obrador, Claudia Sheinbaum, Gerardo Fernández Noroña, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Manuel Velasco dieron su palabra: quien quedara mejor en la encuesta de Morena, por supuesto después de la ganadora, coordinaría el Senado. El compromiso incluyó a la totalidad de aspirantes, no solo a morenistas: también el del PT y el del Partido Verde.

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El Senado, según la palabra dada, debería coordinarlo el segundo lugar en la encuesta del partido de izquierda, que correspondió a Marcelo Ebrard, pero este irá al gabinete de la presidenta Sheinbaum. Así las cosas, la coordinación del Senado debería corresponderle al tercer lugar en las mediciones demoscópicas, Gerardo Fernández Noroña.

Esa fue la promesa, pero al parecer no hay ganas de cumplirla. Por mejores relaciones personales con el presidente López Obrador, no por haber tenido mejores números en la encuesta, se pretende entregar la coordinación del Senado a Adán Augusto y no a Noroña.

Sería terrible tal incumplimiento porque la palabra presidencial equivale a lo que, en el diccionario de la RAE, se conoce como palabra de rey —o de reina: La que se utiliza “para encarecer o ponderar la seguridad y certeza de la palabra que se da o de la oferta que se hace”.

Noroña exige que se cumpla lo prometido porque él se tomó en serio que la de Andrés Manuel y Claudia era la última palabra: “Decisión que se da como definitiva e inalterable”. No honraría ni al presidente ni a la presidenta electa —dos personas de la mayor calidad política y moral— decir ahora que la última palabra era, con la pena, la penúltima solo porque Adán Augusto es más amigo de AMLO.

Ojalá la palabra de Andrés y Claudia no sea solo palabra ociosa: “Palabra que no tiene fin determinado y se dice por diversión o pasatiempo”. No sería justo para el presidente y la presidenta electa que las suyas fueran palabras al aire: “Palabras que no merecen aprecio por la insustancialidad de quien las dice o por el poco fundamento en que se apoyan”.

Como López Obrador y Sheinbaum están lejos de ser insustanciales, la única razón por la que no cumplirían su palabra sería porque no habría tenido ningún fundamento el compromiso pactado antes de la encuesta de Morena, lo que lastimaría a la militancia del partido de izquierda que sí toma al pie de la letra, con escrupulosidad y en estricto cumplimiento a lo pactado —de verbo ad verbum, esto es, sin quitarle ni una coma (AMLO dixit)— tal como lo prometieron sus dirigentes.