La palabra tremebunda significa, según el Diccionario de la lengua española, “espantable, horrendo, que hace temblar”.
En Milenio, el conocido, muy prestigiado y erudito intelectual Héctor Aguilar Camín ha protestado porque él está cerca de morir de espanto por las “tremebundas encuestas” que le dan a Claudia Sheinbaum ventajas de hasta de 54 puntos sobre Xóchitl Gálvez.
Más allá de que tales diferencias explican que la derecha empresarial haya ordenado a intelectuales menores, como Guillermo Sheridan, entrar al juego de las calumnias contra la morenista que ya recibió el bastón de mando de parte de AMLO, aquí lo que haré será prescribirle un remedio a Aguilar Camín —intelectual mayor, al menos comparado con Sheridan— para que no vaya a morir de susto.
No me gustaría el prematuro fallecimiento de un escritor tan destacado como don Héctor. Pero es que, sí, como dijo el psicólogo Rafael Zepeda en uno de los sitios de internet de la UNAM, las emociones fuertes causan la enfermedad del espanto y esta puede llevar a la muerte.
El mencionado psicólogo, adscrito al Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la principal universidad pública de México, recomienda a quienes estén tan asustados como Aguilar Camín comer un pan o una tortilla para inhibir la producción de ácido gástrico.
En el caso específico de las tremebundas encuestas que traen tan espantado al colaborador de Milenio, lo recomendable para no enfermar de susto, además de comer pan y tortilla, es un poco de realismo en el análisis. Xóchitl Gálvez valió gorro como candidata, Aguilar Camín debería aceptarlo con objetividad.
Las mediciones de preferencias electorales no mienten: Xóchitl nomás no la hace. Pero la culpa no es de la candidata de la derecha empresarial, sino de quien convenció a los jefes de jefes —Claudio X. González, Alejandro Junco, etcétera— de que ella podía retar a Morena con posibilidades de éxito.
Me dicen que hay dos culpables del fraude que ha sido doña Xóchitl Gálvez, dos Jorges. Uno, Castañeda, amigo de don Héctor Aguilar Camín; El Güero Castañeda, hay que admitirlo, tuvo éxito como estratega electoral en el pasado, específicamente en tiempos de la campaña de Vicente Fox, pero por lo visto perdió el toque. El otro, Jorge Suárez Vélez, es un economista competente —pero solo como economista— que publica artículos en Reforma; sin experiencia en procesos electorales quién sabe por qué fue escuchado por Claudio X. y don Junco, dos cabecillas del sector empresarial que en el pecado están llevando la penitencia.
Rimas para Aguilar Camín
Para el realismo le repito aquía don Héctor los números de tres encuestas tan tremebundas como creíbles, la de MetricsMx, la de Enkoll y la de De las Heras Demotecnica.
Son tremebundas tales encuestas porque riman con tundas. Ya se sabe, tunda significa paliza. Y es la que está recibiendo Xóchitl Gálvez. No por nada ha tomado fuerza —entre la clase empresarial y en las dirigencias del PRI y del PAN— la necesidad de aplicar la medida a la que recurren hombres y mujeres de negocios cuando alguien nomás NO rinde en una gerencia: el despido fulminante.
Defender a Xóchitl argumentando, sin estudios probabilísticos en la mano, que tal encuesta tremebunda no debe ser tomada en serio... eso es una dunda, es decir, se hace una dundera: tontería, pues. Indigna de un intelectual como Aguilar Camín.
Es carcunda quien rechaza una encuesta tremebunda solo porque sus números no benefician a Xóchitl, Carcunda, sí: retrógrado. Priista, pues. En sus tiempos de gran poder, al priismo no le importaban los estudios demoscópicos: sus líderes todo lo resolvían en las urnas con robo de votos. Pero tales épocas no volverán, así que las mediciones realizadas con rigor estadístico no pueden ser descalificadas solo porque se espanta Aguilar Camín.
Xóchitl Gálvez, por errabunda, es la responsable de cualquier encuesta tremebunda entre las ya numerosas que le dan a Claudia Sheinbaum ventajas nunca vistas. A doña X. se le ve sin brújula, moviéndose sin un diseño estratégico en su campaña; así no va a ningún lado la mujer que inició su recorrido de empresaria vendiendo gelatinas.
Una encuesta es tremebunda y aterroriza a la derecha empresarial solo porque Xóchitl rehúnda, es decir, ella ya dio de sí, y muy rápidamente. Terminó de desinflarse cuando la priista Beatriz Paredes la exhibió como intelectualmente muy limitada en ciertos foros organizados por el frente PRI, PAN, PRD.
Cuando piense correctamente las cosas, Héctor Aguilar Camín entenderá que no se han difundido encuestas tremebundas, sino rotundas, esto es, categóricas, concluyentes: no tiene posibilidades la oposición en el proceso electoral presidencial ya en marcha.
Aguilar Camín ha intentado generar barahúnda para desacreditar a la encuesta tremebunda que tanto daño psicológico le ha hecho. Pero, queda claro, don Héctor ya no es escuchado por nadie. Y es que nadie se ha escandalizado por sus críticas a las mediciones de preferencias electorales. Yo me ocupo de don Héctor porque, a mi edad —ya en el retiro, jubilado— tengo tiempo de sobra para perderlo con las abstrusas argumentaciones de tan despavorido escritor, por cierto el autor mexicano favorito de un periodista español que conozco, lo que menciono para quedar bien con don Héctor.
En fin, si a rimas vamos, es altamente probable que las tremebundas encuestas tengan tan espantado a Héctor Aguilar Camín porque exhiben moribundas tanto a Xóchitl Gálvez como a las posibilidades del Frente Amplio por México, que en una de esas, si siguen tan apendejiados sus líderes —Xóchitl dixit— se van a ir al tercer lugar; ocurrirá en cuanto el gobernador de Nuevo León, Samuel García, se lance a la aventura presidencial por el partido de Dante Delgado, MC.
Más rimas: esta o aquella encuesta es tremebunda porque Xóchitl como candidata es infecunda —o sea, improductiva electoralmente hablando—.
Y es que la candidata de la derecha empresarial, ni hablar, se carcajea y alburea cuando algún aliado inteligente le pide ponerse cogitabunda para analizar qué hacer ante el diagnóstico de cada encuesta tremebunda que la pone a 50 puntos de distancia de su rival de Morena. Ese es parte del problema del frente PRI, PAN, PRD: mientras Claudia Sheinbaum es bastante seria, Xóchitl Gálvez todo lo lleva al terreno del chiste de doble sentido. Así no se puede; Aguilar Camín debería entenderlo.