Sale. Esta palabra existe en el idioma castellano, pero no se puede escribir. Lo prohiben las reglas ortográficas. Por fortuna, tales normas no impiden que la mencionada palabra se pronuncie. Como el tema es confuso, para aclararlo citaré a expertos del diario 20 Minutos, de España:
- “La palabra en español que se puede decir en lenguaje hablado, pero que no es posible escribir, según las actuales normas ortográficas, es el imperativo de ‘salirle’, en concreto cuando la forma verbal ‘sal’ del verbo ‘salir’ se combina con el pronombre enclítico ‘le’…”.
- “Sí se puede pronunciar (‘sal-le al paso’), pero no se puede escribir porque se si unen esas palabras tendríamos salle y se pronunciaría diferente por llevar la ll, y el guión al que hemos recurrido en este artículo no se permite por las normas actuales”.
¿Ridículo? Seguramente. Me pregunto si sería posible que el Tribunal Constitucional de España —que es algo así como la SCJN de México— declarara inconstitucionales tales normas. Digo, para que podamos escribir sale sin sentimientos de culpa.
En nuestro idioma también hay palabras difíciles de pronunciar, como hipopotomonstrosesquipedaliofobia que significa, por cierto, “miedo irracional a las palabras muy largas y complejas”.
Supongo que en Morena todos y todas están afectados en extremo por semejante fobia, que ya debe ser una pandemia al interior del partido de izquierda. Es la única explicación científica al miedo que los y las morenistas le tienen a dos palabras que quién sabe por qué consideran larguísimas: terrorismo y terrorista.
¿Cuál será la razón de que los morenos y las morenas, que han enfermado de hipopotomonstrosesquipedaliofobia, consideren tan excesivamente largas las palabras terrorismo y terrorista? Misterio.
Curiosa cosa: la izquierda mexicana nomás no es capaz de llamar terroristas a los terroristas. Tristemente, la gente más progresista de México, la del partido Morena, en algunos temas ignora la sabia recomendación de un refrán bastante usado y bastante viejo: Al pan, pan, y al vino, vino.
En época electoral eso es algo que perjudica a la izquierda y beneficia a la derecha, ya que para los conservadores resulta pan comido cuestionar a quienes, por sus complejos ideológicos, nomás no pueden expresarse llanamente.
Estoy convencido de que en nuestro país, en general, la izquierda es más humanista que la derecha. En general, lo subrayo porque hay excepciones.
Por algún motivo que no logro comprender, a la izquierda mexicana le fascinan los dictadores cuando detestan a Estados Unidos, como los de Cuba, Venezuela y Rusia.
Tal embrujo ha llevado a la izquierda nacional a excesos lamentables, como el de ponerse del lado del ejército ruso en la guerra de Ucrania. Los y las mejores representantes de Morena han pretendido pasar por neutrales, pero en realidad —quizá sin darse cuenta— han apoyado al invasor.
En el reciente —y brutal— ataque terrorista que sufrió el pueblo de Israel, nuestra izquierda, intentando presentarse como pacifista, ha terminado por condenar más la reacción defensiva del país agredido que la violencia absolutamente sanguinaria y salvaje a la que recurrió el grupo agresor, Hamás.
Es verdad, la respuesta de Israel ha sido descomunal. Pero, si vamos a ser objetivos, debe precisarse que se dio después de que los terroristas de Hamás mataron a más de mil personas de ese país —ancianas y bebés incluidos— y secuestraron a 150, entre ellas a dos de nacionalidad mexicana.
Sin duda el gobierno de Israel reaccionó mucho muy violentamente: sus fuerzas armadas están destruyendo Gaza, que sufre ya una crisis humanitaria. Por supuesto, no es justo lo que sufre la población de la ciudad más grande de Palestina, pero ¿qué otra cosa podía hacer Israel después de un ataque tan salvaje? ¿Poner la otra mejilla, esto es, resignarse a que necesariamente iba a llegar una segunda acometida? ¿Sentarse a esperar que gente de buena voluntad de la izquierda mexicana organizara un proceso de negociación, que evidentemente solo iba a servir para dar tiempo a los terroristas y, así, preparar nuevas agresiones desde el sur o desde el norte de ese país?
Si los terroristas de Hamás buscaban provocar una guerra, tuvieron éxito. No podemos saber cuánto durará, cuántas personas morirán, qué naciones se involucrarán y qué consecuencias tendrá para el sistema económico global.
Hay guerra, es el hecho. AMLO, por pacifista,no condena a Hamás. El presidente de México respeta a Israel, pero no puede llamar terroristas a los terroristas. Ya sin el doctor Gatell a su lado, se contagió de hipopotomonstrosesquipedaliofobia y esta enfermedad impide que las palabras terrorismo o terroristas salgan de su ronco pecho que no es bodega, como él suele decir.
Otras personas de izquierda sí condenan a los terroristas, pero sin nombrarlos. Dura la pandemia de hipopotomonstrosesquipedaliofobia. A lo más que llegan es a condenar los ataques contra Israel poniendo el énfasis en lo inaceptable de la violencia contra civiles, esto es, contra gente inocente. Pero nomás no pueden decir la palabra clave: terroristas, y menos aún identificar a Hamas como lo que es, un grupo terrorista.
Por cierto, son minoría en Morena los líderes de izquierda que, sin condenar el terrorismo de Hamas, no abusan con expresiones antisemitas. Parece poca cosa, pero dado el contexto tiene mucho de positivo. Tristemente, su ejemplo no es imitado por la comentocracia morenista, ya que sobran opinadores progresistas lamentablemente atrapados en el laberinto del antisemitismo, y no se ve que tengan posibilidades de encontrar la salida.
Qué pena. Confío en que la izquierda mexicana — mil veces preferible a la derecha— superará algún día la terrible enfermedad de la hipopotomonstrosesquipedaliofobia. Que así sea.