Apenas ha cumplido 14 años el cuarto hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador, cuya madre es la escritora Beatriz Gutiérrez Müller. Es decir, está lejos de la mayoría de edad. Como todos los niños y todas las niñas, entre muchos otros derechos —a la educación, a vivir en familia, a gozar de una vida sin violencia, etcétera— tiene derecho a la intimidad y a no sufrir acoso de ningún tipo.

En Twitter, ya demasiadas veces, se ha abusado de los insultos y las calumnias contra el niño —niño, sí— de AMLO y Beatriz. La más reciente, a propósito del vuelo del presidente, de regreso a nuestro país, sí, en avión de comercial, después de haber participado en una reunión de la ONU en la ciudad estadounidense de Nueva York.

Se criticó a Andrés Manuel por su discurso en el Consejo de Seguridad; está bien, se vale. Inclusive se insultó al presidente por lo que dijo en las Naciones Unidas; está bien, se vale. El funcionario público debe ser capaz de aguantar eso y mucho más.

Pero, ¿lanzarse tan duramente en redes sociales, especialmente en Twitter, contra el hijo de Beatriz y Andrés Manuel, además, con mentiras?

El niño no acompañó a su padre a Nueva York ni, tampoco, vestía una chamarra Gucci. Pero tuiteros y tuiteras de oposición destruyeron al pequeño: lo ofendieron, mintieron sobre su persona, lo acosaron. ¿Eso es correcto, señores y señoras que dirigen Twitter?

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Es ilegal lo que hizo la empresa fundada por Jack Dorsey. Ni siquiera habría habido legalidad en ello de haber sido cierto lo de la chamarra y el viaje —que no lo fue, insisto—; en ningún caso justifican el acoso los acuerdos globales sobre los derechos de los niños y las niñas. ¿Por qué Twitter permitió la saña contra el mencionado menor de edad? ¿Solo por ser hijo de un presidente polémico y de una mujer que, por lo visto, genera envidias por su trabajo intelectual alejada lo más que puede del poder político de su marido?

Reproduzco, comento y algo añado a lo dicho ayer en la columna Barruntos Políticos de @sdpnoticias”No era hijo de AMLO la persona de la chamarra Gucci, ¿hasta cuándo seguirá el acoso?”—, columna que no firma nadie porque es producto del trabajo de la redacción de nuestro sitio de internet:

  • Ya es tiempo de que los acosadores del hijo de AMLO asimilen que su obsesión los está llevando a no respetar los derechos humanos.
  • A su regreso en un vuelo comercial (después de haber estado en Nueva York), varios pasajeros se le acercaron (sí, a Andrés Manuel) para pedirle la foto del recuerdo.
  • En el tumulto, destacó una persona de complexión mediana que portaba una chamarra Gucci con un valor de alrededor de 30 mil pesos.
  • De inmediato, un enjambre de tuiteros y tuiteras anti-AMLO inició con el “nado sincronizado” en contra de los hijos del presidente.
  • La abogada Carla Erika Ureña —quien deberá ser investigada y sancionada— acusó que la chamarra en cuestión tenía un valor superior a 100 mil pesos y compartió el nombre del hijo menor de edad del presidente.
  • Tal abogada, se lee en su perfil de Twitter, colabora en la revista Letras Libres, dirigida por Enrique Krauze, y el diario Excélsior, encabezado por Pascal Beltrán del Río.
  • ¿En serio, estimado Enrique Krauze, respetado Pascal, colabora con ustedes gente tan miserable como Carla Erika Ureña? ¿Ese es el periodismo sin ética que promueven en sus publicaciones?
  • Y es que a la abogada supuestamente defensora de los derechos humanos se le olvidó que la persona a la que estaba tratando de acusar de usar una chamarra Gucci, era un menor de edad que nada tiene que ver con el debate político, ni con los discursos de odio contra la Cuarta Transformación.
  • Otro miserable tuitero conocido que violó los derechos del menor de edad es Fernando Belaunzarán, quien por cierto también colabora en Excélsior. ¿No le da vergüenza a Beltrán del Río, director del diario en el que tanto ha invertido para realizar periodismo serio y objetivo el señor Olegario Vázquez Aldir, un empresario que, me consta, está absolutamente comprometido con los derechos humanos.
  • Pero al final la verdad se impuso y una foto mostró que la persona que se acercó a AMLO en el avión de Nueva York, era en realidad una mujer adulta con gorra.
  • Por casi 2 días, cientos de cuentas troll en Twitter tomaron los mensajes de Carla Erika Ureña y otros opositores, para inventar historias acerca de un menor de edad a quien insisten en llevar al lodo de su resentimiento y frustración.
  • Beatriz Gutiérrez ya se ha cansado de pedir respeto para su familia, pero sobre todo para su hijo menor de edad. ¿Por qué es tan difícil de entender que un adolescente no debe ser objeto de la manipulación política?
  • Ya es tiempo de que los acosadores de la familia de AMLO asimilen que su obsesión por cumplir la cuota golpeadora de sus jefes los está llevando a terrenos de violación de derechos humanos.
  • ¿Por qué insistir en atacar a un menor de edad que nada tiene que ver con las actividades de su papá? ¿A cuánto el tuit, o de plano es pura ignorancia conservadora?

Tomar un café el fundador de Twitter y el presidente de México

Si tienen el más elemental sentido de la ética el señor @jack y las otras personas que dirigen Twitter —Dantley Davis, Ned D. Segal, Nick Caldwell, Parag Agrawal, según Nasdaq.com—, como mínimo suspenderán las cuentas de Fernando Belaunzarán y Carla Erika Ureña. Como mínimo, conste, porque son cientos de tuiteros y tuiteras quienes deberían quedar fuera de esa red social.

La próxima semana Jack Dorsey tendrá oportunidad de buscar a AMLO en Washington para, como gente decente, disculparse. Nadie merece que a su hijo se le acose tan vulgarmente como ocurrió en Twitter con el niño de Andrés Manuel y Beatriz. A la poderosa alta gerencia de tal empresa no le costará ningún trabajo mover contactos en la Casa Blanca para agendar un encuentro con el presidente de México.

O, tal vez, quizá sería buena idea que Andrés Manuel tomara la iniciativa e invitara a cualquier cafetería al fundador de Twitter para preguntarle por qué su empresa permite tantas violaciones a los derechos fundamentales de los niños y las niñas.