“Cuando la expresión científica se vuelve contradictoria y ambigua, se socava su función empírica.”

JUAN BENET

“El hábito de engañar a otros es de los más difíciles de abandonar.”

ALAITZ LECEAGA

El primero en comunicarlo fue Marcelo Ebrard; el resto vino después. El ex canciller soltó muy orondo que Claudia Sheinbaum había sido galardonada con el “Nobel Sustainability Trust” por su gran contribución al medio ambiente durante su gestión al frente de la CDMX. Pues bien, resulta que no es así.

¿Qué necesidad de inventar? Ciertamente en nada le benefician a la presidenta Sheinbaum este tipo de trolas, mentiras y falsedades. Ni siquiera la hacen pertenecer ni adentrarse a la comunidad científica. De hecho, la aleja de quienes sí forman parte de ella. Por cierto, insistir en que la presidenta es “una científica” es falso. Ya llegaré más adelante a ello.

Primero decirles que el NST opera de manera independiente; no con Suecia, no con el gobierno de ese país y, al parecer, tampoco tiene ya nada que ver con la familia Nobel.

Es la Universidad Técnica de Múnich la que otorga anualmente estos galardones; se dan en investigación y desarrollo de energía sostenible o en liderazgo en la implementación de soluciones sostenibles. Me permito compartir el enlace de la página oficial de la TUM donde felicita a los ganadores de este año:

Como podrán ver, entre los premiados no aparece Sheinbaum. No sé si Ebrard se refiere a algún tipo de reconocimiento adicional que no aparece en la página de la organización. O que —tan típico de México— hay quien piensa que tan solo hablar en términos de nominación ya es en sí mismo un triunfo. Yo opino que definitivamente no es lo mismo nominación a obtener un premio y que no es lo mismo premios Nobel de la TUM a los premios Nobel de Suecia. Por cierto, si uno sigue el enlace de “Nobel Sustainability Trust” lo llevará a la página de los Nobel de Suecia. Y ¿qué creen?, ahí tampoco aparece laureada la presidenta, ni siquiera como parte de algún equipo o grupo de algún premiado en toda la historia de esas preseas.

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Ahora bien, seamos claros: Claudia Sheinbaum no es científica. Es política y es una administradora pública. Destacada; tan destacada que fue electa primera presidenta mujer en toda la historia de México.

Estudió ciencias exactas y luego ingeniería, pero eso no la hace una científica. Y viendo sus decisiones —tan llenas de López Obrador— menos aún.

Nos guste o no, la comunidad científica mantiene su propia métrica para determinar quienes forman parte de la misma. Entre otras, dedicarse a la investigación y a la docencia; se busca que la persona científica tenga publicaciones en revistas reconocidas de investigación científica, esto es, revistas especializadas y cuyos estudios y publicaciones cuenten con la minuciosa valoración de sus pares.

¿Puede Claudia convertirse en algún momento en una científica? Claro, si bien ya va tarde y no será mientras funja como primer mandataria. Y tampoco, ciertamente, diciendo que tiene un premio patito (de gansa cansada)…

¡Si tan solo Sheinbaum aplicara el método científico a la responsabilidad de gobernar (conocimientos, análisis objetivo, pruebas piloto, falsos positivos, etcétera, etcétera, etcétera)… Pruebas de ello sobran.

Lo cierto, es que para gobernar no importa si se es científica o no; pero sí es muy importante que gobierne con datos, atendiendo a la conservación del medio ambiente; rodeaba de personas que no le mientan y gestionando sin hacer caso a la capacidad destructiva de otros (como sucede con todo lo que hace Arturo Zaldívar). De lo contrario, y de seguir así, Claudia no ganará ningún premio serio a la mejor gobernante, a la más férrea defensora de los derechos humanos y de la justicia, a demócrata del año. Por cierto, acompañada de los legisladores morenistas están a punto de llevarse el premio a la destrucción de la división de poderes.

¿Para qué inventan? La realidad que vivimos —mucho gracias a lo que Morena nos ha llevado— es ya de por sí suficientemente… vistosa (lo digo amablemente).

Giro de la Perinola

(1) El cotorreo llegó a tal grado que algunos crearon nuevos Nobel y se autopremiaron con ellos:

Julio Patán está nominado para el Nobel Mental Health.

• Adina Chelminsky para el Pink Hair Nobel Prize. Conmino a los lectores, pensemos en otros “Nobel” para los miembros de la 4t…

• El Nobel popular a la consulta popular.

• El Nobel pirata en honor de Yasmín Esquivel y sus tesis plagiadas.

• El Nobel enojón en honor a Gerardo Fernández Noroña.

• El nobel “no pago lo que me prestaron y además soy misógino” en honor de Epigmenio Ibarra.

(2) El premio TYLER se conoce coloquialmente como el Nobel para el medio ambiente. Este año se le dio al pionero en estudios de sustentabilidad, el Dr. Johan Rockström. Director del Potsdam Institute for Climate Impact Research y científico en jefe para Conservation International fue reconocido por su trabajo del marco de las fronteras planetarias, esto es, la habilidad de la Tierra para dar cabida y sostener a la humanidad.

Nos dice que ya este año, seis de las nueve “fronteras” han sido rebasadas; que nos encontramos más allá de los límites de lo seguro. Rockström advierte que estamos llegando al punto de no retorno. Sin duda a Regeneración Nacional se le cuecen las habas en cruzar límites en este sentido.