¿Qué me gustó especialmente de la inauguración de los Juegos Olímpicos París 2024? (i)La imagen de María Antonieta, la reina decapitada; (ii) la versión drag queen de La última cena, de Leonardo da Vinci; (iii) el homenaje a Baco, dios del vino y la parranda; (iv) la actuación, al lado de la muy seria guardia republicana de Francia, de Aya Nakamura, cantante que detesta la extrema derecha de ese país y que, seguramente, ahora pasará a ser odiada por la ultraderecha de todo el mundo, y (v) la interpretación de Céline Dione del Himno al amor de Edith Piaf.
No he viajado mucho ni tengo relaciones para estar en grandes eventos, pero a veces en periodos vacacionales me he topado con acontecimientos que valen la pena. En 2019, antes de la pandemia, tuve la oportunidad de pasar por Bayreuth, Alemania. En esta ciudad cada año, en el verano, se celebra un festival de ópera dedicado a Richard Wagner. Pude encontrar boletos para tres de las funciones y la última, la de Tannhäuser, me agradó bastante porque el director musical Valeri Gergiev se atrevió a encabezar una versión drag queen de la obra de Wagner. Interesante que Gergiev lo hiciera ya que se supone que él es tan homofóbico como su amigo el presidente ruso Vladimir Putin. En el arte se vale eso y más. En el deporte también.
Recordé aquel Tannhäuser mientras veía la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos. Qué bueno que la organización del más importante evento deportivo del mundo se atreviera a ser poquito blasfema al bromear con La última cena, la pintura mural de Da Vinci que cada año es vista por muchos miles —hasta millones— de turistas que visitan la ciudad de Milán, Italia.
Ojalá aprendamos en México a ser menos solemnes y nos demos la libertad de juguetear con símbolos religiosos y hasta patrióticos que no tienen por qué ser considerados intocables. Me refiero a hacerlo en grandes acontecimientos financiados por el Estado o por las más importantes empresas, como el Mundial 2026 que ya viene.
¿Por qué recordar a la decapitada María Antonieta en París 2024? Porque la actual Francia no sería lo que es si a esa reina no se le hubiera cortado la cabeza. Una reina, por cierto, que a pesar de sus terribles excesos por alguna razón que no he descifrado me cae bien.
Ha habido cierto escándalo por La última cena drag queen. Quienes se escandalicen, que se aguanten. ¿Lo que se vio en París 2024 habría molestado a Leonardo da Vinci? No lo sé y no importa: debe haber libertad para burlarse de todo lo considerado sacrosanto si no se viola ninguna ley ni se se cae en comportamientos violentos.
Eso sí, agradó a toda la gente, en todo el mundo, la interpretación de Céline Dion de Himno al amor en París 2024. Lo hablé con nuestro experto en canto, el tenor Héctor Palacio y me compartió algunos comentarios que reproduzco enseguida:
- “La organización de los Juegos Olímpicos hizo en realidad un homenaje a Edith Piaf al contratar por solo 2 millones de dólares a Céline Dion para interpretar una de las canciones emblemáticas de la cancionera francesa; aunque, naturalmente, también se trata de un reconocimiento a una cantante tan exitosa como la canadiense que batalla contra una enfermedad”.
- “El Himno al amor fue compuesta en 1949, música de Marguerite Monnot y letra de Piaf. Y aunque la interpretación de Dion está en la misma tonalidad que la versión original y se percibe absolutamente el estilo de Piaf, hay algunas diferencias entre ambas intérpretes”.
- “La primera y más importante, se encuentra en las voces. La de Piaf tiene el defecto de lo que se conoce en el canto como capretino (del italiano caprettino, pequeña cabra), que es un vibrato irregular, tembloroso, digamos, en todo el registro de la voz. Este se acentúa en su caso por lo gutural del habla francesa. La voz de Dion no tiene este problema, es homogénea, y con un mayor registro”.
- “Si se clasificaran ambas voces, la de Piaf equivaldría a una mezzosoprano y la de Dion a una soprano”. Ahora bien, ambas convierten en virtud sus características”.
- “Natural en el caso de Dion, sin mucha dificultad vocal se convirtió pronto en cantante de éxito y fama respaldada por un ambiente musical sólido”.
- “Piaf está hecha en las calles, en el arrabal, pero convierte esa condición y los defectos de su voz en estilo. Estilo que emociona y conquista a su público al grado de que hoy, 60 años después de su fallecimiento, ese estilo de Piaf, que es muy parisién, recibe un homenaje en la inauguración que aunque polémica, ha gustado a la mayoría”.
Si me preguntaran diría que prefiero a Piaf, pero desde luego de ninguna manera me desagrada Dion. Por lo demás, no sé si sea cierto lo que leí alguna vez: que Edith Piaf dedicó su Himno al amor a un boxeador que era su pareja. Un buen dato para relacionarlo con los Juegos Olímpicos, aunque tristemente —eso escuché que decían los locutores de Televisa— el Comité Olímpico Internacional evalúa dejar fuera de los juegos al boxeo porque en todas partes lo encabezan mafias; en México, también, desde luego. Ojalá nazca una nueva federación global de ese deporte para que siga en las olimpiadas.
El gabinete militar, el Himno al amor y la cabeza de María Antonieta
En México no henos tenido una figura infame de la talla gigantesca de María Antonieta, pero sí villanos chafas que han hecho mucho daño, a quienes la 4T ha empezado a decapitar. Si pronto el Mayo Zambada nos alegra la existencia con su propio canto caerán cabezas: las de políticos y militares con quienes ha hecho alianzas durante tantas décadas de impunidad. Ese canto de el Mayo sería un gran himno al amor hacia el pueblo de México.
Que se preocupan exgobernantes como Salinas y Calderón, cuyas testas ya deben terminar de ser cortadas por la guillotina de la justicia. Y bueno, como el canto de el Mayo necesariamente alcanzará a no pocos militares mexicanos, hay ahí una buena oportunidad para que la presidenta electa Claudia Sheinbaum elija para las secretarías de Defensa y Marina a un general y a un almirante bien investigados y que demuestren ser capaces no solo de pasar todas las pruebas de confianza, sino también que puedan demostrar que han cruzado sin mancharse el pantano totalmente corrompido de la lucha contras las mafias.