En su mañanera de hoy, el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió a mexicanos y mexicanas comparar el patrimonio de Claudia Sheinbaum con el de cualquier otra persona dedicada a la política en nuestro país.
Para hacerlo con bases objetivas resulta necesario conocer los bienes materiales de las personas a quienes se va a someter a la comparación —inmuebles, coches, accesorios personales de lujo, cuentas bancarias—.
Debido a mi profesión —columnista y directivo de medios de comunicación durante más de tres décadas— he estado en las casas de una cantidad importante de políticos y políticas de todos los niveles y, desde luego, he visto sus automóviles o camionetas y me he dado cuenta del tipo de ropa que visten, de los relojes que usan, la marca de los bolsos que traen en sus manos…
Si comparara el patrimonio de Claudia con el de Andrés Manuel diría que hay un empate. Tanto el presidente de México como la candidata de Morena habitan viviendas de clase media, en las que no hay nada ni medianamente parecido a las obras de arte ni a los muebles ostentosos. Puedo comparar porque alguna vez, el año pasado, estuve en el pequeño departamento de Claudia Sheinbaum, al que acudí acompañando a otra persona que tenía una cita con ella. Y hace más tiempo acudí varias veces al domicilio de López Obrador, también un inmueble pequeño y austero.
Para anticipar objeciones de fanáticos, debo decir que no es suyo el apartamento que actualmente ocupa el presidente en las instalaciones vecinas al histórico Palacio Nacional; no le pertenece y pronto lo abandonará para volver a su vida de siempre, caracterizada por la sencillez y la ausencia de ostentación.
Por lo demás, en lo relacionado con la ropa, los relojes, las joyas y los bolsos, jamás he visto en Andrés Manuel y en Claudia nada que pueda considerarse mercancía de la muy próspera industria global del lujo. Absolutamente nada.
Declarado ese empate, puedo seguir comparando el patrimonio de Claudia con el del resto de políticos y políticas cuyos bienes materiales he podido observar. Todos y todas, particularmente quienes militan en el PRI y el PAN, viven en casas bastante caras y de gran tamaño, poseen bienes de lujo, se adornan –inclusive se decoran– con corbatas Hermès, joyería Tiffany, bolsa Gucci o mercancías mucho más caras.
No pocos políticos y políticas de México, además de residir en casas de clase alta, disfrutan lo que en España llaman segundas residencias: apartamentos o casas de buen tamaño, en Valle de Bravo, Los Cabos, Miami, San Diego. Y abundan en nuestra clase política quienes no se bajan de los aviones privados. Por cierto, ni Claudia ni Andrés Manuel han utilizado semejantes aeronaves exclusivas para el uso de unas cuantas personas, excepto en la actualidad, más el presidente que la candidata, por exigencias de sus trabajos o responsabilidades, en los que tienen acceso a transporte aéreo como una exigencia del cargo para desempeñarlo con eficiencia.
La mayoría de políticos y políticas que conozco no solo tienen más patrimonio que Claudia, sino que viven como las mujeres y los hombres de negocios más importantes del país. y eso es algo que políticos y políticas que se han enriquecido lograron sin tener ninguna empresa.
Ya comparé el modesto patrimonio de Claudia con las fortunas enormes de otros políticos y otras políticas. Ahora iré al enojo de mi amiga Sanjuana Martínez que, en lo que me parece un error, fue publicado en uno de los diarios más importantes y honestos de México, La Jornada.
Lo haré así porque la petición de AMLO de analizar el patrimonio de Sheinbaum surgió como respuesta a la pregunta que le hicieron acerca de lo que Sanjuana publicó en el periódico dirigido por Carmen Lira: que a ella, a la querida Sanjuana, le consta que alguien quiso quedarse con el 20 por ciento de las liquidaciones de los trabajadores de Notimex con la excusa de que iba a entregarlos a la campaña presidencial de Morena. Desde luego eso es absolutamente falso y la periodista Martínez lo sabe. Si lo dijo se debe a que quizá, injustamente, nunca pudo dirigir en forma adecuada a la ya desaparecida agencia de noticias del gobierno de México.
Estoy seguro —inclusive creo haber escrito más o menos en estos términos hace uno o dos años— de que a Sanjuana la grillaron en Notimex. Con más enemigos que aliados debido a su polémica carrera en el periodismo, Sanjuana no logró llevar a Notimex a ser una agencia mucho más respetada, creíble e independiente. Tan no pudo, seguramente por exceso de ataques en su contra, que Sanjuana debió soportar una dolorosa derrota personal y profesional: la desaparición de la agencia informativa.
Pero lo anterior no autorizaba a Sanjuana a publicar mentiras generadas por el enojo. La Jornada, desde luego, se equivocó al difundirlas, ya que el extraordinario periódico de izquierda lo único que ha hecho es regalar a la oposición materiales para un spot de guerra sucia en televisión abierta y redes sociales. No le servirá de gran cosa a la alianza PRI, PAN, PRD que pierde en las encuestas presidenciales con grandes diferencias, pero de que van a golpear a Morena y a Claudia Sheinbaum, les golpearán.
Ya empezó la golpiza contra Claudia este miércoles en los espacios de opinión de la radio y los diarios nacionales. Ojalá Sanjuana se tranquilice y vuelva a su oficio que ha desempeñado con buen éxito. Tristemente, en su incursión en la política a ella le pasó lo mismo que a otra periodista, Lilly Téllez. El enojo a Lilly le perjudicó, Con más ecuanimidad en los debates en el Senado y en sus comentarios en redes sociales, le habría ido mejor.
Ojalá La jornada en la próxima piense dos veces las cosas antes de dar a conocer “revelaciones” producto de la ira evidentemente falsas.