El barrio

Para mí “Whitexican es el calificativo que navega entre la delgada línea que cada uno pintamos a conveniencia, entre el racismo, la sátira y el bullying.

La realidad es innegable: la estadística del éxito, la educación, el empleo y el nivel de ingresos no nos beneficia a los que heredamos la piel morena, pero como decimos en el barrio:

“Cada uno habla como le va en la feria”

A mí la suerte me hizo nacer en una sociedad racista y la naturaleza me llenó de desventajas: nací moreno, chaparro y con rasgos indígenas; después el barrio me llenó de cicatrices y yo me llené de tatuajes.

Se de racismo no porque lo haya leído en un libro, sino porque me lo topé de frente varias veces; como millones, formo parte de esa estadística, soy un número negativo dentro de las probabilidades del fracaso; pasé de todo: me trataron de inventar un delito porque “parecía delincuente”, hasta que me hice visible gracias al racismo y clasismo del país que criticó que un vato moreno, chaparro, tatuado y ex-pandillero llegara al Congreso de San Luis Potosí.

El debate en Twitter

Hace unos días surgió un debate en las redes sociales:

Las columnas más leídas de hoy

¿Calificar a alguien como “Whitexican” (mexicano blanco) es un término racista?

La organización “RACISMO MX” lo considera una “sátira”, algunos lo consideran una forma de ejercer bullying, unos creen que es necesario ridiculizar a otros con el color de piel para definir el problema y otros más sostenemos que es racismo. Algunos argumentan que para que haya racismo debe ser sistémico e institucional, otros pelean que debe restringir derechos humanos, que es “de arriba hacia abajo” algunos más dicen que lo deben de ejercer las mayorías y tiene que tener una permanencia histórica, y otro tanto pensamos que no importa forma, cantidad, tiempo, ni lugar, el racismo es la discriminación individual o colectiva por motivos raciales.

La única realidad es que no existe una verdad absoluta, todo surge de la historia, experiencia, apreciación subjetiva y definición personal que cada uno queremos darle, la que más se adecúa a nuestra visión del mundo, la que llena nuestras exigencias, intereses e incluso nuestras frustraciones.

¿Etiquetar discriminatoriamente ayuda a resolver el problema del racismo?

¿Alimentar los rencores sociales nos hace una mejor sociedad?

¿Las etiquetas son el camino a la igualdad?

Esas son las preguntas sobre las que deberíamos construir la discusión; si algo he aprendido en el activismo y la política es que si queremos tener éxito debemos enfocarnos en hacer solo lo que nos encamine a cumplir nuestro fin y entiendo que el fin es la igualdad; por eso pregunto:

¿Llamar “Whitexican” a alguien nos acerca al fin?

Desde mi experiencia el término “Whitexican” (mexicano blanco) crea un estereotipo en torno al color de piel; es igual a aceptar y promover que somos diferentes; es engrandecer la barrera que no nos permite vernos como iguales; es querer eliminar la discriminación racial promoviéndola, es alimentar la idea de que somos unos contra otros; es mostrar que lo único que queremos es dejar de ser las víctimas para convertirnos en victimarios.

La discriminación es tan grande que en el peor de los casos se paga con vidas y en el mejor nos hace cambiar la forma de escribir para ser aceptados, como lo hice yo desde que entre al mundo de la “política”.