No estoy escribiendo sobre de la canción que la agrupación musical Mecano hiciera famosa en los noventas que se llama “Mujer contra mujer”. En aquella canción, la letra hablaba de un amor verdadero y bonito entre una y otra mujer. Un tema en el que la letra dice: “Nada tiene de especial dos mujeres que se dan la mano…”

Para mi pesar, noto cada vez más y más que mi propio género es capaz de pulverizarse entre ellas. Ya no hablaré de sororidad que creo eso está quedando en el pasado y espero que sea una fallida apreciación de mi parte.

Pero leo en redes sociales a mujeres burlándose del físico de otras mujeres. Denigrando a otras con apodos crueles y lamentables.

Una cosa es  que una mujer sea crítica de otra mujer y otra muy diferente es ponerle apodos violentos por no ser de su simpatía y agrado.

El asunto de la saxofonista María Elena Ríos da para reflexionar. En el punto que consternó e indignó a todos  que alguien le hubiera lanzado ácido en la cara nos solidarizamos inmediatamente con ella.

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Después la cosa empezó a cambiar cuando aceptó una curul por parte de Morena. Entonces ya los tintes de la agresión que recibió cambiaban notablemente.

Y lo que en últimas horas ha pasado con ella es indignante, pero ahora del otro lado.

Una María Elena Ríos que se presentaba ante la sociedad como si todo su rostro hubiera sido desfigurado por el ácido, aparecía con el rostro casi perfecto en la serie de videos que circulan en redes jaloneando de los cabellos a otra mujer y rompiéndole el calzón.

Ahí estaba esa frágil María Elena haciendo lo que hizo ante la vista ya de todo mundo gracias a las cámaras de seguridad que captaron todo.

Me preocupa, porque hecha por tierra el trabajo que se ha venido haciendo para defender y apoyar a las mujeres que han recibido ataques con ácido, que no son pocas en este país.

Una de ellas, hija de mi abogada, quien al llegar a su hogar en la CDMX hace unos 6 años recibió ataque con ácido en su rostro, perdiendo su ojo izquierdo en su totalidad.

Y como ella hay muchas mujeres en este país esperando que se les haga justicia porque parece que nadie las escucha, y además de buscar justicia tienen que cargar y lidiar con el impacto psicológico y emocional al verse el rostro desfigurado.

Hasta el día del hoy el agresor de la hija de mi abogada, llamada Ana Elena Saldaña, está libre y en perfecta paz porque sabe que nunca será detenido.

Entiendo que María Elena Ríos haya podido sufrir las secuelas físicas y psicológicas ante el ataque que contra ella hicieron al lanzarle ácido, pero verla en ese video atacando de manera terrible a otra mujer sin piedad me parece que hay cosas que no nada más la justicia arregla.

María Elena de alguna manera consiguió tener trabajo como diputada en Morena por su victimización.

Fue durante bastante tiempo el emblema de lo que no se le debe hacer nunca a una mujer.

También llegó a señalar a su expareja, el actor Tenoch Huerta, morenista también, como abusador sexual sin darle oportunidad a ese hombre de poderse defender y que alguien escuchara su argumentación.

Habría que volver a escuchar a Tenoch Huerta contando como María Elena Ríos lo acusó de violación sin que esto fuera cierto.

Fue invitado por Ciro Gómez Leyva y entrevistado por Claudia Mollinedo. En dicho noticiero aseguró que no eran ciertas las acusaciones de María Elena acerca de que el actor se rehusó a usar cordón al tener relaciones sexuales, acto que es llamado como “stealthing”, que es la retirada del condón sin consentimiento.

Tenoch aseguró que fue así su encuentro íntimo con María Elena Ríos y ella aceptó tener relaciones sexuales sin el preservativo.

Me imagino que probar o desmentir tal acusación debe de ser complejísimo y que no hay algún mecanismo legal para acreditar este tipo de violación o abuso, pero Tenoch ha dicho en repetidas ocasiones que él no cometió ningún delito.

Hoy se pone en duda todo esto por el accionar de María Elena que de ninguna manera es aceptable.

Por más enojada, humillada o violentada que te sientas, debe de haber un código ético personal y de valores que te impidan tratar a otra persona de la manera en que María Elena trató a la chica a la que despojó de sus calzones. Literalmente así sucedió.

Y es aquí cuando me cuestiono si en verdad es real todo ese numerito llamado “sororidad” en donde se promueve la hermandad entre las mujeres.

Me parece que a veces la  peor violencia viene de una mujer contra otra mujer.

Nos falta mucho todavía para poder ser realmente sororas.

Creo que para llegar a serlo debemos de echarnos un clavado dentro de nosotras para poder sanar nuestros traumas y complejos femeninos y abrirnos abierta y realmente a amara otra mujer.

Creo que María Elena más que sanar a través de una curul en Morena necesita sanar el problema que tiene con otras mujeres y contra su propia feminidad que, por lo general, siempre es malentendida.

Desearía que ninguna mujer tenga que sufrir ataques con ácido, que ninguna mujer tenga que quitarle los calzones a otra para hacer justicia y descargar la ira y el rencor.

Desearía que hoy más que nunca realmente hiciera hermandad entre mujeres. Que la propia presidenta con A nos compruebe cómo se debe de hacer para demostrarle a otra mujer lo que verdaderamente es la sororidad.

Me entristece que dos mujeres se odien de esa manera, se hieran así, se denigren de esa forma. Sería hermoso poder que pudieran perdonar y liberarse de las ataduras enfermas y lúgubres que las atan; que pudieran darse un abrazo.

Amar a otra mujer con todas sus imperfecciones es el reto más grande del amor.

Empecemos a crear más solidaridad con otras mujeres desde casa, con otras mujeres que nos rodeen: en el trabajo, en el súper, en las calles…

Quizá este es un recordatorio de cómo es que no hay que ser y hacer.

Ojalá aquellas mujeres encuentren la paz.

Es cuanto.