La presidenta Sheinbaum ha heredado un hoyo negro que absorbe pérdidas netas por 430 mil 102.7 millones de pesos hacia septiembre del año pasado.
Ese “hoyo negro” que es Petróleos Mexicanos (Pemex) tuvo un presupuesto de de 464 mil 255.2 millones de pesos en términos del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2025 con un recorte de 37 mil millones de pesos en comparación con el ano catastrófico anterior. Ese dinero se ha ido, prácticamente, en nóminas, prestaciones y contratos impagables. El hecho es que solo con el recorte de 7.5% de este año, podría pagarse completamente el programa ‘Jóvenes Construyendo el Futuro’ que este 2025 tiene asignados 24 mil 205 millones de pesos y con lo que Pemex pierde, se podría costear un año de pensión para adultos mayores.
Los datos no mienten: la producción de crudo de Pemex cerró 2024 con una alarmante caída a 1.3 millones de barriles diarios, un nivel comparable al de 1978. Este desplome desde los 1.91 mbd registrados en 2023, reportado por la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), refleja la grave crisis financiera que atraviesa la empresa. El cierre de plataformas petroleras marinas, el recorte en exploración y una deuda millonaria han puesto en jaque a la petrolera estatal mexicana. Alegando soberanía, la empresa sigue perdiendo el dinero de todos.
El hecho es que apenas comienzan a tomarse las decisiones difíciles que cualquier empresa debe tomar para ser sostenible. Pemex Exploración y Producción sufrió una drástica reducción de su presupuesto, quedando en 180,000 millones de pesos, menos de la mitad del asignado en 2024. La empresa ha desmantelado 17 plataformas marítimas en el Golfo de México, casi la mitad de las que operaba. Además, arrastra pasivos con proveedores por más de 20,000 millones de pesos, lo que ha paralizado proyectos y provocado despidos masivos en pequeñas y medianas empresas contratistas del sector.
El declive en la producción de crudo no solo afecta las finanzas de Pemex, sino que también genera repercusiones económicas preocupantes: menor producción limita la operación de refinerías, lo que podría incrementar las importaciones de combustibles y comprometer la autosuficiencia energética del país.
La caída de ingresos petroleros afectará la recaudación fiscal y la estabilidad económica nacional. En Campeche, Veracruz y Tabasco ya se enfrenta una ola de despidos debido a la insolvencia de Pemex para cubrir pagos a proveedores, afectando directamente a miles de trabajadores y sus familias. Pero algo no cuadra de esta realidad con la versión oficial.
Durante la mañanera de este miércoles, el director general de Pemex, Víctor Rodríguez, anunció un plan de trabajo 2025-2030 con el objetivo de incrementar las reservas de crudo para garantizar al menos 10 años de consumo.
Además, la petrolera tiene 12 proyectos estratégicos que, según sus estimaciones, aportarán el 61% de la producción de hidrocarburos. La presidenta Claudia Sheinbaum ha descartado despidos y ha reiterado su compromiso con la estabilidad de la empresa. Sin embargo, la estrategia de Pemex sigue anclada en el modelo energético del siglo pasado. Los trabajadores de Pemex de la plataforma Pol-Alfa, en Campeche, iniciaron una huelga de hambre para exigir alimentos de calidad y en buen estado mientras los rumores sobre recortes a pensiones estratosféricas, despidos de funcionarios encumbrados a niveles medios y altos así como cierre de funciones siguen ahí. Es una obviedad. No es posible sostener la misma estructura con un recorte presupuestal en una empresa del estado que no produce ni genera ganancias, solo consume el presupuesto asignado y sea por corrupción o por ineficiencia, no brinda los resultados deseados.
Sin embargo, la deuda principal es a largo plazo puesto que la apuesta de Pemex no incluye energías limpias sino que continúa con la mentalidad de los ańos 60’s mientras que insistir en las energías fósiles no solo es una tragedia económica sino también, una tragedia ambiental.
La rehabilitación de refinerías, con una inversión proyectada de 105,000 millones de pesos, es una muestra de que la visión energética de Pemex sigue sin alinearse con las tendencias hacia la sostenibilidad. Mientras otros países avanzan en la adopción de energías renovables, México insiste en un modelo que cada vez es menos rentable y más costoso para el medio ambiente. Un modelo que contamina los mares y enferma a los habitantes con la mala fortuna de vivir cerca de una refinería, como sucede con los habitantes de Hidalgo. La refinería de Tula ha disparado los índices de cáncer entre quienes habitan la zona, ha cobrado la vida de niños y hace que la vida común sea entre personas que llevan 10 años con cáncer de estomago. De verdad, ¿apostamos a eso? Gastos en salud que no son absorbidos por la petrolera y tampoco plenamente atendidos por los servicios de salud publica, por cierto.
Sin una estrategia de financiamiento clara y sin una transición energética real hacia un modelo menos dañino, el futuro de Pemex y su impacto en la población y economía nacional seguirán siendo inciertos y francamente, negativos, por mucho optimismo o soberanía con que se le quiera ver.