El día de hoy encontré tres cosas. La primera fue en la mañana donde vi una manta que decía más o menos, “si vienes a robar todos los vecinos te vamos a atrapar y te vamos a linchar”. ¿De qué tamaño esta la violencia en nuestro país? En la tarde encontré una noticia donde en el centro de Monterrey hubo una balacera, justo en el corazón de la ciudad. ¿Se ha convertido la capital de Nuevo León en una tierra sin ley? En todas las ciudades hay violencia, si. ¿Pero en el centro de la ciudad?

Los regios sabemos que hay zonas donde no llega la ley y viven bajo sus propios principios. Las partes altas de la Colonia Independencia, el Topo Chico entre otras zonas donde nadie tiene nada a que ir más que sus habitantes. Sería bueno saber si los candidatos se atreven a darse una vuelta por esas zonas.

La tercera cosa que encontré fue un poema de Danusha Laméris narrado por la actriz inglesa Helena Bonham Carter. Si Bellatrix Lastrange de las películas de Harry Potter. El poema en inglés se llama Small Kindesses, traducido al español, Pequeñas Bondades. Créame que en medio de todo este bombardeo de ataques en los medios y la violencia con la que vivimos, es un remanso de paz.

Laméris es una poeta estadounidense casada con Armando Alcaraz, que tradujo el poema que tomo de X y comparto en este espacio.

Pequeñas Bondades

Por Danusha Laméris

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He estado pensando en como, cuando caminas

Por un pasillo concurrido, la gente esconde sus piernas para dejarte pasar.

O como es que extraños aún dicen “salud” cuando alguien estornuda, un restante

de la plaga bubónica. “No te mueras” estamos diciendo.

Y a veces, cuando se te caen los limones de tu bolsa de la despensa, alguien te ayuda a levantarlos. En la mayoría, no queremos lastimarnos.

Queremos que nos sirvan nuestra taza de café caliente, y decirle gracias a la persona que nos lo sirva. Queremos sonreírles y que ellos nos sonrían. Que la mesera nos llame con cariño cuando ponga la sopa en la mesa, y que el conductor de la troca roja nos deje pasar.

Tenemos tan poco de cada uno, ahora. Tan lejos de tribu y fuego. Sólo estos momentos breves de intercambio.

Será que son donde realmente habita lo sagrado, estos templos temporales que hacemos juntos cuando decimos, “Aquí, tome mi asiento”, ”Pase usted primero”, ”Me gusta tu sombrero”.

En verdad, ¿nuestra sociedad tan polarizada no disfruta de estos momentos de convivencia diaria? Esas pequeñas bondades que hacen nuestra vida más vivible y sobre todo con menos estrés. Veo las caminatas del 8M que se salen del espíritu de la verdadera marcha. Veo a los políticos criticando y no lanzando verdaderas propuestas. Veo a las familias reclamándose los unos a los otros en una exhaustiva búsqueda por culpables. Oigo gente queriéndose hacer de la razón a base de gritos e ínfulas de poder.

¿No podríamos ser un poco más amables y menos polarizantes?

Mire, hoy también vi una ventana de esperanza. Cerca de donde estaba la manta de los linchadores, me detuve en un depósito de barrio donde compré agua y la señora de edad mayor me atendió con una sonrisa, la cual yo devolví y me deseo un buen día y yo respondí “buen día para usted también”. En una ciudad tan llena de violencia, créame que esas “pequeñas bondades” son las que hacen tener un poco de paz entre tanto escándalo.