Hablemos de Alejandro Díaz de León, un no muy brillante personaje del sector público mexicano que ha sido nombrado director corporativo de una de las empresas privadas más grandes de México.
El economista Díaz de León en el Banco de México ha sido:
√ Analista en la subgerencia de Estudios del Mercado de Valores.
√ Economista en la subgerencia de Análisis del Sistema Financiero.
√ Subgerente de Análisis del Sistema Financiero.
√ Gerente de Análisis Macrofinanciero.
√ Director de Análisis Macroeconómico.
√ Director de Estudios Económicos.
√ Subgobernador.
√ Gobernador.
Fuera del Banco de México, pero también en el sector público, fue:
√ Vocal ejecutivo del Fondo Nacional de Pensiones de los Trabajadores al Servicio del Estado (PENSIONISSSTE).
√ Titular de la Unidad de Crédito Público en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
√ Director general del Banco Nacional de Comercio Exterior (BANCOMEXT).
En la academia impartió:
√ La cátedra de opciones y futuros en la maestría en administración y finanzas del ITAM.
Pregunto por pura curiosidad:
√ ¿Tiene experiencia empresarial el señor Díaz de León? Ninguna. En toda su vida no ha vendido ni un chinche cacahuate.
√ ¿Puede alguien con cero experiencia en los negocios ser nombrado director corporativo de Grupo Bal, una de las empresas más importantes de nuestro país? Tristemente, se pudo: ya se le nombró.
√ ¿Hay explicaciones racionales a eso que no tiene lógica operativa? Una de tres… o las tres: (i) la empresa controlada por la familia Baillères lo contrató en calidad de florero, esto es, para no hacer nada, solo para presumir que se tiene en nómina a un exgobernador del Banco de México; (ii) es un pago a sus servicios de parte de quienes fueron los verdaderos jefes de Díaz de León en su larga carrera en sector público, sí, los Baillères y otros grandes hombres de negocios, o (iii) es un desafío al presidente AMLO quien no permitió la reelección del mencionado economista al frente de Banxico.
En cualquier caso, Alejandro Díaz de León incumplirá con la ley si empieza a trabajar para Grupo Bal, que tiene entre sus diferentes compañías a dos directamente relacionadas con el sector financiero, GNP Seguros y Grupo Profuturo GNP; esta última “administra fondos para el retiro y el pago de pensiones de los trabajadores mexicanos que cotizan en el IMSS. Asimismo otorga préstamos personales a los pensionados de Profuturo con tasas preferenciales, sin garantía, sin comisiones y con trámites sencillos. Además, ofrece fondos de inversión para todos los perfiles y necesidades de inversión”.
Díaz de León sin duda violará la ley que, a partir de 2019 —para poner trabas a la famosa puerta giratoria—, determina que los funcionarios públicos que dejen sus cargos por cualquier motivo no podrán emplearse por 10 años en la iniciativa privada en un puesto relacionado al área en la que trabajaron en el gobierno.
Sería ingenuo pensar que quien fuera poderoso gobernador del Banco de México no cuente con información privilegiada perfectamente útil para el enorme Grupo Bal, sobre todo para sus empresas financieras.
Quizá 10 años son muchos; sin duda es un periodo excesivo: debería reducirse. Pero es un hecho que tales restricciones existen en no pocas naciones y en todos los gobiernos democráticos se trabaja para que los bloqueos a las puertas giratorias sean realmente eficaces.
Lo que sea, Díaz de León no esperó 10 años para emplearse en Grupo Bal… ni tampoco esperó cinco o dos: ni siquiera un solo año. Tres meses después de abandonar el gobierno ya es director de una gigantesca empresa comercial y además sin tener ninguna experiencia para ello, ya que el citado economista ha sido funcionario público toda su vida.
Ni duda cabe, los jefes no abandonan a sus soldados caídos, sobre todo si sirvieron con lealtad. Eso dictan los códigos de ética no escritos de las acaudaladas familias que se sienten dueñas de México.