En sus Pensamientos, Blaise Pascal dice: “Cuando se juega a la pelota, ambos jugadores juegan con la misma pelota, pero el uno la coloca mejor que el otro”.
Hemos presenciado un debate entre el Parlamento Europeo y el presidente de México, en el que la Eurocámara y AMLO hablan de lo mismo: lamentables asesinatos de periodistas en México.
Los parlamentarios de la Unión Europea decidieron exigir al presidente López Obrador que abandone la “retórica populista” y garantice la protección a los periodistas mexicanos. Sensata petición, pero quizá no del todo informada. Veamos.
El origen del problema
Es un hecho, ha habido demasiados periodistas asesinados en nuestro país. Pero, ¿han perdido la vida por la supuesta “retórica populista” de Andrés Manuel?
Es fácil demostrar que no es así. Ningún periodista ha sido asesinado en México por razones políticas, menos aún por los mensajes del presidente López Obrador. Todos han sido acribillados por asuntos locales normalmente asociados al narcotráfico.
El verdadero problema es la violencia con la que actúan los cárteles de las drogas, poderosísimos sobre todo a partir de 2006, cuando Felipe Calderón, para que ya no se hablara del fraude electoral que lo llevó al poder, declaró una guerra a tontas y a locas a las mafias, y en el colmo de la estupidez o la corrupción puso como jefe de las operaciones bélicas al señor Genaro García Luna, hoy en prisión en Estados Unidos acusado de haber sido empleado del Chapo Guzmán.
Las guerras destruyen a las naciones. Muchas veces es largo el proceso de pacificación y, cuando se logra, empieza una todavía más prolongada tarea de reconstrucción.
El presidente López Obrador está aplicando una estrategia distinta de pacificación, pero —si las cosas salen como se han planeado— los resultados se verán a partir del próximo gobierno.
La respuesta de AMLO
Al ocuparse de la exigencia de la Eurocámara, AMLO debiò haber empezado, precisamente por el principio. No lo hizo, se equivocó: la respuesta de Andrés Manuel falló por haber iniciado llamando “borregos” a los eurodiputados.
La respuesta del presidente López Obrador debió haber sido una carta amable pidiendo al Parlamento Europeo, con toda educación, recibir a una delegación del gobierno de México para dar la oportunidad de explicar el origen del problema. Los eurodiputados merecen estar informados.
Es un hecho que, para convencer a alguien, lo que menos ayuda es el insulto —diga lo que diga Andrés Manuel, llamar “borregos” a los eurodiputados es insultarlos; lo entiendo, le dio coraje, y se dejó llevar por la emoción; afortunadamente siempre hay tiempo para corregir las cosas—.
La persuasión es un arte. Muchas veces, para hacer entrar en razón a alguien que está equivocado lo mejor que puede hacerse es empezar por, precisamente, darle la razón. Por ejemplo:
“Es cierto, señores y señoras del Parlamento Europeo: hay demasiados periodistas asesinados en México. Pero, ¿han sido crímenes relacionados con el narco en las regiones más violentas de nuestro país o, como ustedes sugieren, es un problema político que tiene que ver con limitaciones a la libertad de expresión desde el gobierno federal? Si están abiertos al debate, en la mejor tradición del diálogo racional que ha construido a la civilizada Europa, les pido acepten un respetuoso debate con nosotros, en cualquiera de las sedes de la Eurocámara, Estrasburgo, Bruselas o Luxemburgo”.
Un debate se gana con facilidad si se tiene la razón y, sobre todo, si se arranca la argumentación diciéndole al rival: “Usted está en lo cierto, pero…”.
El pero implica muchas cosas: desinformación, precipitación, mala fe en el análisis.
El fanático en la Eurocámara
√ Que el Parlamento Europeo no tiene toda la información sobre la violencia en México, es fácil demostrarlo. Los hechos ahí están.
√ Que la Eurocámara se precipitó al condenar a México, resultará evidente para los eurodiputados a partir de probarles que no hay motivos políticos en los asesinatos de periodistas que trabajan en localidades muy dañadas por la brutal violencia del narco que no surgió en el actual gobierno, sino en 2006 después de un gran fraude electoral y, tristemente, como una acción desesperada para que se dejara de hablar del fraude.
√ Que hay mala fe en el acuerdo del Parlamento Europeo podría evidenciarse analizando la biografía de un solo eurodiputado —es decir, dejando intacto el buen nombre del resto de integrantes de la Eurocámara—, el señor Leopoldo López Gil.
Cito al diario español El País:
Leopoldo López Gil “huyó del chavismo en 2014 y se asentó en España. En 2019, López Gil salió elegido eurodiputado (como miembro del Partido Popular) y en el Parlamento Europeo forma parte de la subcomisión de Derechos Humanos, desde la que nació la iniciativa. ‘No dista mucho lo que está pasando en México con lo sucedido en la Venezuela de Maduro’, valora el eurodiputado equiparando la situación de la prensa en ambos países”.
Evidentemente al eurodiputado López Gil lo mueve el irracional fanatismo ideológico y el comprensible resentimiento personal por la desgracia de la sociedad en la que nació, la venezolana.
A López Gil cierta propaganda lo ha convencido de que el México de AMLO es como la Venezuela de Chávez. Pero eso es absolutamente falso y se demuestra con sencillez. Vayamos a un solo punto, el de comprar a la prensa venezolana con la mexicana.
Cito de nuevo a El País: Leopoldo López Gil “formó parte del consejo editorial del periódico venezolano El Nacional, cuya sede fue embargada y entregada este mes de febrero al número dos del chavismo, Diosdado Cabello, como parte de una indemnización por ‘daño moral’ de más de 13 millones de dólares”.
Ha habido peores atrocidades contras las grandes empresas mediáticas en Venezuela, como el cierre ordenado por Chávez de Radio Caracas Televisión.
¿En México a qué empresas de medios ha atacado realmente el gobierno? A ninguna. Porque, seamos serios, no es agresión disminuir el monto de la publicidad oficial —más que escandaloso en los sexenios pasados, como pensarían los eurodiputados si se les informara acerca de las inmensas cantidades de dinero que se gastaban para tener contentos a periodistas y empresarios mediáticos—.
Los diarios más críticos de AMLO ahí siguen y ahí seguirán. Podrían los eurodiputados preguntar a los propietarios, directores y periodistas de Reforma, El Universal, Milenio, El Financiero, El Heraldo, Excélsior, y tales personas responderán que excepto algunas críticas de parte del presidente nadie ni nada les impide desarrollar su trabajo.
Es el caso de las televisoras —Televisa, TV Azteca e Imagen TV— y de las radiodifusoras.
Por cierto, en México normalmente no proceden las demandas de daño moral contra los periodistas, y cuando llegan a avanzar —como en el caso del exgobernador Moreira contra Sergio Aguayo, articulista de Reforma— , la Suprema Corte de Justicia de la Nación pone orden y evita el daño para el profesional del periodismo, lo que ocurre en perfecta en sintonía con la indignación de la opinión pública.
Andrés Manuel jamás ha demandado a un periodista y cuando algún funcionario de su gobierno ha pretendido combatir con medidas coercitivas o amonestaciones los “abusos” de la prensa, el presidente tajantemente se ha opuesto a ello.
Por cierto, las demandas de daño moral contra los periodistas son más frecuentes en Europa que en México y en el Viejo Continente sí se sanciona desde el Estado a los comunicadores, por ejemplo en España donde existe el delito de “injurias a la corona”, es decir, se persigue a quien en el pleno ejercicio de su libre expresión difunda críticas al rey Felipe VI, lo que sí debería ser fuertemente condenado en el Parlamento Europeo.
En México a Andrés Manuel la prensa le dice lo que se le antoja en el tono suave o agresivo que cada quien quiere y lo único que pasa es que el presidente., ejerciendo su libertad personal, responde a los cuestionamientos en sus conferencias de prensa, y ya: sano debate democrático. De ahí no pasa la cosa.
Debatir
Todo lo que afirmo es demostrable. El gobierno de México debería pedir un diálogo abierto con los eurodiputados. No llamarlos “borregos”, sino entregarles datos y exigirles que los analicen frente a mexicanos informados en una reunión con todos los integrantes del Parlamento Europeo.
√ ¿Que hay violencia en México? Pues sí: viene de lejos, de un fraude electoral cometido por un político y un partido —Felipe Calderón y el PAN— perfectamente identificados con el partido del eurodiputado Leopoldo López Gil en España.
√ ¿Que no se ha pacificado a nuestro país? Pues no: los efectos negativos de las guerras perdidas —como la de Calderón contra el narco— duran muchísimo tiempo, sobre todo si al frente de los operativos bélicos del gobierno contra las mafias se puso a alguien, García Luna, que trabajaba para el capo más conocido y poderoso, el Chapo Guzmán, hoy encarcelado en Estados Unidos.
√ ¿Cuánto tardará el proceso de pacificación? Esperemos que ya muy pocos años, esto es, que funcione el cambio de estrategia intentado por el gobierno de AMLO. Más nos vale apoyarlo porque quizá no habrá otra oportunidad.
√ ¿Que hay periodistas asesinados? Es verdad: demasiados. Ninguno por crítico del gobierno de izquierda, todos por situaciones relacionadas con la violencia del narco que, como dijimos, viene de muy lejos.
√ ¿Son hechos demostrables? Sin duda. Los eurodiputados, personas razonables, entenderán que se quedaron muy cortos en su análisis: les faltó información y se dejaron llevar por políticos, como Leopoldo López, muy lastimados por lo que ha ocurrido en Venezuela, que para nada es comparable con México.
√ ¿Que el chavismo expropió empresas y las arruinó? Pues sí, a lo tonto. López Obrador no ha hecho eso ni lo hará: no está en su lógica. Lo más a lo que llega el presidente mexicano es a pretender fortalecer a dos empresas del Estado, Pemex y la CFE, echadas a perder por la ineficiencia y la corrupción de anteriores gobiernos.
Las empresas abusivas
No voy a discutir aquí si las reformas para apoyar al sector energético estatal son correctas, o no. Entiendo que no prohíben la participación de competidores privados, y eso es bueno. Entiendo también que se pretende evitar más abusos de empresas europeas... Sí, europeas.
Pero que nadie se enoje en el Parlamento Europeo: solo estamos hablando de empresas españolas, por cierto, seguramente cercanas al partido del eurodiputado Leopoldo López Gil, empresas cuyas operaciones en México deberían ser analizadas por la Eurocámara porque, en una de esas, sí se corrompieron en los anteriores gobiernos mexicanos, algo absolutamente inaceptable en la civilizada Europa.
En una de esas ahí está el origen de la exigencia del Parlamento Europeo a AMLO para que este abandone la “retórica populista” contra el periodismo.
Yo invitaría a los eurodiputados a debatir educadamente y con datos. Y es que, en una de esas podrían llegar a la conclusión de que se aceleraron y se dejaron manipular por el partido de la derecha española. Eso parece en un primer acercamiento a lo que pasó en la Eurocámara.
Pero ello ocurrirá si, y solo si el presidente AMLO reconoce las virtudes de la Eurocámara, se olvida de calificar como “borregos” a sus integrantes y pide a personas de su confianza —de la cancillería o de la academia— que vayan a Europa a ganar un debate intelectual perfectamente ganable si el equipo de la 4T maneja con más propiedad la pelota que los eurodiputados.
Andrés Manuel tiene el teléfono de una mujer calificada para el debate y con experiencia en Europa a la que dejó ir de su gobierno quién sabe por qué problemas que ella tuvo con Marcelo Ebrard. Hablo de la embajadora Martha Bárcena. Con la asesoría adecuada la embajadora Bárcena podría hacer cambiar de opinión a no pocos eurodiputados.
Presidente AMLO: es mejor dialogar y persuadir que enfurecerse. Eres bueno en el debate, Andrés Manuel, entonces que no te pierda el enojo que quizá cohesiona a tus seguidores en México, pero que no necesitas: ya están de tu lado y no se moverán.
De lo que se trata es de demostrar fuera del país que las cosas son distintas a como las presenta la propaganda, y para lograrlo lo único que debe hacerse es presentar, con toda cortesía, argumentos y datos que inviten a la reflexión y al análisis objetivo.