Dijo Marcelo Ebrard este domingo: “Alguien me pregunta: ‘¿vas a seguir apoyando el proyecto de la 4T?’, qué otro proyecto voy a seguir, si ese proyecto es el que hicimos juntos. Por ahí dicen: ‘ellos vienen del PRI’, perdón, AMLO y yo venimos del PRI, ¿y?, lo que importa es a dónde vas”.
{username} (@Radio_Formula) November 6, 2022
Son notables las diferencias entre el PRI salinista y antidemocrático en el que se formó Ebrard y la corriente democratizadora del PRI en la que AMLO militó.
En efecto, en 1988, mientras Ebrard era en la capital mexicana un entusiasta militante del priismo que hizo candidato presidencial a Carlos Salinas, en Tabasco, apoyando a Cuauhtémoc Cárdenas, López Obrador se unió a la Corriente Democrática que se opuso firmemente a la candidatura salinista.
Ebrard, siempre apoyando al mejor amigo de Salinas, Manuel Camacho, ocupó cargos relevantes durante todo el sexenio salinista.
En ese tiempo, AMLO siguió a Cárdenas y a otros democratizadores del PRI, quienes ante la cerrazón de ese partido autoritario poco a poco lo abandonaron y formaron, primero, el Frente Democrático Nacional, y después el PRD.
AMLO fue un verdadero pilar del PRD, que abandonó para fundar Morena cuando ese partido se corrompió.
Ebrard dejó el PRI, siguiendo a Camacho, cuando no pudieron derrotar a Luis Donaldo Colosio.
Ebrard y Camacho fueron protagonistas de la traición a Colosio encabezada por Salinas, lo que fue una enorme vileza política que generó el ambiente de odio que llevó al asesinato de Luis Donaldo en 1994.
Camacho y Ebrard intentaron crear su propio partido, pero cuando vieron que no tenían futuro político por sí mismos, con oportunismo se sumaron a AMLO en la campaña de este por la jefatura de gobierno capitalina en el año 2000.
AMLO, generoso, aceptó tanto a Camacho como a Ebrard. A este último lo hizo en 2006 gobernante del entonces Distrito Federal.
Después de 2006 creció la corrupción en el PRD debido a la inmoralidad de los llamados chuchos, quienes —apoyados por Ebrard—en 2011 trataron de impedir la segunda candidatura presidencial de AMLO.
Los chuchos y Ebrard no pudieron con López Obrador, así que después de 2012 se prepararon para refundar el PRD cuando ya había nacido Morena.
Marcelo Ebrard decía, en 2012, que Morena era “el partido de una sola persona”, así que convocaba a los perredistas a relanzar el partido: afirmó en entrevista con El País que “la competencia con Andrés Manuel” era la principal motivación para reorganizar al PRD.
No pudo Ebrard hacer nada de eso porque huyó de México cuando quedó al descubierto el desastre de la Línea 12 —construida con evidente corrupción durante su periodo como jefe de gobierno—.
AMLO lo rescató de nuevo en 2018 y le dio a Ebrard la cancillería e inclusive lo ha considerado entre quienes aspiran a la candidatura presidencial de Morena, al lado de Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López.
No le va mal en las encuestas, pero tampoco es el líder. De hecho, en cada nuevo estudio Ebrard se aleja más de quien encabeza los sondeos, Sheinbaum.
Una de las razones de que la gente prefiera mayoritariamente a Claudia sobre Marcelo tiene que ver con el pasado de cada quien: mientras Claudia Sheinbaum es una científica reconocida que solo ha militado en la izquierda —siempre como colaboradora cercana de Andrés Manuel López Obrador—, Marcelo Ebrard fue un priista importante que apoyó a Salinas inclusive en la absolutamente perversa traición que tanto dañó a Colosio.
Para quitarle peso a tal comparación con la jefa de gobierno Sheinbaum, al canciller Ebrard lo único que se le ocurrió fue calumniar a AMLO al inventarle un pasado en el priismo autoritario en el que Ebrard destacó y en el que, por supuesto, Andrés Manuel jamás participó.