Guillermo del Toro lo volvió a hacer. Después de quince años de trabajo, nos entregó su versión de Pinocho, una bella pieza cinematográfica. Una película hecha con talento, pero sobre todo con amor; amor al relato y amor al cine. Una versión libre de un cuento clásico. Una perspectiva diferente de la paternidad, de la pérdida, del perdón, del reencuentro. Un relato ubicado en la Italia Fascista de Benito Mussolini, entre dos guerras que cambiaron el rostro del Mundo. El Pinocho de Guillermo del Toro comienza a cosechar en manojos el fruto al esfuerzo y al talento.
El Laberinto del Fauno es mi película favorita de Guillermo del Toro. Pinocho es un eslabón más en su carrera. Cada uno por su cuenta y méritos o juntos, Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñarritu son los directores mexicanos con mayor reconocimiento internacional en la historia del cine. Los tres iniciaron sus carreras en México, de aquellos años dejaron piezas notables que marcaron una nueva etapa en el cine nacional. Los tres, por razones diferentes, probaron suerte en el exterior, después de años de esfuerzo, triunfaron.
Estos tres directores son las excepciones que confirman la regla. Tres garbanzos de a libra en medio de una industria que lleva décadas en decadencia, en medio de la crisis y el abandono. Guillermo del Toro, al saber que la Academia de Cine Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) suspendió la entrega de los Premios Ariel en 2023 por crisis financiera, mostró su inconformidad y aseguró que la entrega de los “Arieles” mantiene vivos los sueños de varios creadores nacionales. Dijo que estaba harto del cine comercial de “los Chaparro” y “los Derbez”. Particularmente, acusó la falta de apoyo del gobierno al cine mexicano.
Guillermo del Toro tiene razón. La falta de apoyo de éste, y de los anteriores gobiernos, al cine nacional es evidente. Pura demagogia. En el gobierno de AMLO está situación empeoró por su mal entendida política de austeridad. Todos los programas de apoyo a la cultura y al arte fuera de la visión oficial carecieron de apoyo. Lo que iba a ser diferente, fue lo mismo. Apoyo a los cuates, a algunos directores y actores consentidos del régimen que funcionan y funcionan bien como legitimadores. Lastima. Se tiró por la borda una enorme oportunidad de hacer las cosas bien y diferente.
No todo es culpa del gobierno. Con notables excepciones, hay muy pocos productores con visión, directores con talento y actores con audacia. Se quedan en su nicho de comodidad, con sus formas probadas. A los que controlan el cine nacional, les va muy bien con una industria cinematográfica de sobrevivencia. Algo similar con lo que ocurre con el futbol.
La vecindad con Estados Unidos y por tanto con Hollywood, lejos de servir, perjudicó al cine mexicano, porque nuestro cine está muy cerca como para crecer de manera independiente y muy lejos como para ser parte de esa industria. Eso pienso yo, ¿usted qué opina?
PD. Felicidades a Guillermo del Toro y a su equipo.
Onel Ortíz Fragoso en Twitter: @onelortiz