Les platico: las fuerzas del mercado son apabullantes. Ponen a cada uno en su lugar.
Son todo, menos justas, buenas y morales.
Con las fuerzas políticas sucede algo muy parecido. No siempre -casi nunca- gana el mejor, sino el menos malo o menos peor.
Detrás de este razonamiento tan simple y sencillo, no es necesario explicarle a alguien con bolitas y palitos -bueno, a uno que otro buen hombre, sí- por qué el Banco del Bienestar -desde su creación- está condenado al fracaso.
Pregúntenle a los banqueros del más rancio abolengo si a los accionistas les interesa primero hacer el bien, que hacer fortuna.
Pregúntenle a los de Shell o Amoco si el afán que los llevó a crear esas gigantescas empresas globales, fue llevar bienestar a los consumidores de los productos derivados del petróleo.
Ese es el motivo por el que si Pemex agonizaba cuando terminó el gobierno de Peña Nieto, la paraestatal está muerta de quebrada, en los tres años que lleva la administración de López Obrador.
Las empresas son negocios, de ahí la metidota de pata de los gobiernos que se meten a cosas que no son las suyas.
¿PARA QUÉ PAGAMOS IMPUESTOS?
Los contribuyentes pagamos impuestos para que los gobiernos nos los regresen con seguridad, educación, salud, vialidades, drenajes, y en general, servicios públicos que eleven la calidad de vida de la población.
Los gobiernos son los empleados y los ciudadanos somos sus jefes, como para exigirles que hagan su chamba, cual buenos árbitros y los mejores ampáyers, y que se aseguren de que las reglas -las leyes- se apliquen a suelo parejo para todos los competidores en la cancha de los negocios.
Y ¿qué sucede cuando los modelos estatistas de gobierno se meten en terrenos que no son los suyos?
PEMEX Y CFE, QUEBRADAS, ARRASTRAN A LA DEUDA SOBERANA DE MÉXICO
Que pasan cosas como que Pemex, la CFE y otras empresas del gobierno, estén arrastrando a México a la catástrofe de que su deuda soberana como País y apellidarse López, sirvan para que nos dejen entrar gratis al cine.
En mis correrías recientes por los lobbys de Wall Street me di cuenta de que los tan demandados y bien calificados -antes de la 4T- bonos de deuda soberana mexicana, están a un escalón de “cotizarse” al valor de los bonos chatarra o basura o “trash”, como les dicen los corredores de bolsa neoyorquinos.
De ahí el gravísimo error y las nefastas consecuencias de que un gobierno se ponga a menearle a ollas que no son las suyas.
CON USTEDES, LOS “BONZOS REPUBLICANOS”
Si con las que le tocan se quema, ahora ya sabemos por qué en mis columnas suelo llamarles “bonzos” a quienes mal dirigen a Pemex, a la CFE, a las redes de autopistas de cuota y a muchos otros que con un cerillito basta para prenderles fuego.
Por eso digo y sostengo que la “madre de todos los bonzos” es Tatiana Clouthier, porque, dejen ustedes que no sepa inglés a pesar de ser egresada de la Licenciatura en Letras Inglesas del Tec de Monterrey, el problema con ella es que siendo secretaria de economía, de ese tema saben más los vendedores ambulantes de Tepito, o de la Bondojo o los de la calle Colegio Civil, de Monterrey.
Por andar haciendo cosas que no le tocan, la 4T republicana descuida una de las tareas esenciales de un gobierno y como consecuencia sucedan cosas como que ahora… a mí me gustaría ser hermano del señor presidente.
CHINELAS Y CHINITAS
Suceden cosas como que ahora, a uno no le puedan gustar los fajos de billetes porque se le vienen encima; chinitas y chinelas, no aguantan nada.
Viene a cuento lo anterior a raíz de que andando jueras me enteré de la intención del presidente de crear algo que dio en llamar, “Gas Bienestar”.
Ahora sí, como decía mi abuelita la empresaria de la lucha libre en la Arena Coliseo: “Valiendo madre, llamando al Santo”.
Ya veo a las patrullas de la “Guarida” Nacional repartiendo el gas o a los siervos de la nación rodando los cilindros para entregarlos casa por casa a cambio del compromiso del voto de sus ocupantes en las elecciones del 2024.
Han de pensar algunos de ellos: “chin, tan fácil que era darles lana en efectivo, ahora resulta que tenemos que andar rodando cilindros por la calle. Esto no es justo…”
Si el presidente cumple su amenaza de que en menos de tres meses la nueva empresa paraestatal andará entregando cilindros de gas a precios más bajos que los del mercado, en serio, ahora sí ya valió madres la economía de México.
Porque nomás a un buen hombre que no entiende ni explicándole las cosas con bolitas y palitos, se le ocurre la tarugada de competirle a los rudos del mercado enarbolando la bandera del bienestar, contra la de la ruda economía.
PROLIJA EN ADJETIVOS Y HUÉRFANA DE DATOS
La descripción que hizo el presidente de lo que será “Gas Bienestar” fue prolija en adjetivos y huérfana en datos duros.
El patiño de carpa que estuvo a su lado en tal anuncio -el director de Pemex- sabe muy bien que esa empresa tiene plantas y terminales de almacenamiento de gas licuado, pero no tiene infraestructura para atender lo que se conoce como el “último kilómetro” para llevar el producto a los consumidores finales.
Amigos que me leen, esa empresa nació muerta, porque al presidente y a sus maloras consejeros que lo asesoran, no tomaron en cuenta que el negocio del gas licuado está en manos de una de las mafias más perniciosas del mundo: los gaseros mexicanos.
Son peores que los narcos, porque matan con silenciador, no con armas de fuego. Ni hacen ruido, como cuando alguien quiere pasar a la llamada “mejor vida” y se encierra en la cocina después de abrir las hornillas de la estufa… y apagar las flamas.
LA MAFIA MÁS SANGUINARIA, POR SILENCIOSA
Esta mafia es la que hace posible en México, que el precio del gas licuado haya subido entre el 30 y el 50% durante el último año, cuadruplicando las ganancias de los gaseros porque los precios internacionales del producto bajaron en los últimos 13 meses.
¿Por qué solo en México ocurre esto? Por la colusión de funcionarios públicos con los gaseros. La causa es la palabra más utilizada por el huésped de la suite presidencial del Palacio Nacional: la corrupción.
CAJÓN DE SASTRE
“Entonces, ahí viene otro madrazo a la estabilidad del País y lo peor es que las focas aplaudidoras dentro y fuera del gobierno, están desatadas haciendo eso, aplaudir algo que tendrá repercusiones catastróficas en la calidad de vida de millones de mexicanos que van a tener gas para encender sus estufas, pero sin comida qué cocinar”, dice la irreverente de mi Gaby.