La tercera no fue la vencida.

Cuando se pensaba que ahora sí no había vuelta atrás y que el ogro de mil cabezas personalizado en Donald Trump impondría aranceles a México, no sucedió, o al menos el daño no fue tan tremendo. 

Se impusieron al sector automotriz, al aluminio y al acero, que si bien afectan a nuestra economía, no resultó un completo desastre.

Desde el pasado martes 2 de abril la economía se ha mantenido estable, no hubo devaluaciones, las inversiones siguen y la presidenta Sheinbaum presentó el pasado jueves desde el  Museo Nacional de Antropología el llamado Plan México, diseñado para apaciguar los posibles daños por los aranceles de Estados Unidos.

Parece que le dio en el clavo: hay que preservar y fortalecer nuestra economía, que  se mantiene firme pese al huracán Trump, que ha puesto de cabeza al resto del mundo.

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El Plan México incluye promover la presencia y consumo de productos mexicanos en tiendas y supermercados, aumentar la producción de fertilizantes para apoyar el campo,  incentivar  la producción nacional en calzado, en el ramo textil, en aluminio y vehículos. Además de atender como se debe la producción de petroquímicos y medicamentos

La idea, como se ve, es consumir lo hecho en México y de este modo depender menos del vecino país del norte. 

A muchos no les gusta. Seguimos viendo con desprecio lo producido a nivel nacional; no cabe duda que el malinchismo es el enemigo a vencer.

Como país debemos ser autosuficientes, se ha podido y se seguirá pudiendo. 

Sheinbaum ha logrado más de lo que se esperaba, al menos lo que esperaban los eternos inconformes, y nos toca a nosotros trabajar para que la economía crezca. Ya no somos el patio trasero de Estados Unidos... ¿o tú piensas que sí?