Los tiempos del señor son perfectos como alguna vez lo esbozó el secretario de Gobierno en un mitin de Morena. Esto es, por supuesto, la nueva etapa que está impulsando el presidente a través del reconocimiento oficial y merecido del senador Ricardo Monreal como aspirante o corcholata presidencial. De hecho, en las primeras horas del domingo -que circuló el documento de la dirigencia nacional- el interés de la contienda se hizo más atractivo porque faltaba el ingrediente especial para completar a los cuatro suspirantes legitimados por la propia militancia.
De algún modo, se hizo justicia -a medias- dado que aún queda tiempo para atestiguar sí va en serio el proceso presidencial equilibrado. Todo parece indicar que sí, al menos las señales de Palacio Nacional indican la reconfiguración a la estrategia sucesoria de la que hablamos ayer, incluso aplaudimos la determinación del mandatario federal al incluir a Ricardo Monreal porque él, en ese sentido, resistió la metralla en un campo de batalla que se extendió -inmerecidamente- hasta el programa del Martes del Jaguar al que, por cierto, aguantó con firmeza.
De ese modo, el senador Ricardo Monreal supo contener la hostilidad que, durante 17 meses, fue una constante. No fue fácil, pero salió prácticamente ileso. Es más, paradójicamente eso le ayudó porque formó una barrera de contención nutrida del propio respaldo ciudadano. Si algo significó una injusticia, fue el trato que recibió el zacatecano.
Sin embargo, todo parece indicar que esa etapa quedó atrás. Llegó, en este momento, un nuevo proceso que corrigió el mismo presidente desde Palacio Nacional. Es un buen principio, sobre todo por el clima sofocante que se estaba generando considerando el grado de guerra sucia que predominó en el mapa electoral previo. A pesar de ello, nació o, mejor dicho, se movió la brújula hacia otras latitudes para cuidar dos aspectos fundamentales: la unidad y la cohesión en Morena.
Y Ricardo Monreal dará el primer paso o la primera señal para mostrar pluralidad con los aspirantes presidenciales con quienes se medirá posteriormente. De hecho, abrió la cancha para Marcelo, Adán Augusto y Claudia Sheinbaum, el próximo martes en la vieja Casona de Xicoténcatl donde se llevará a cabo la plenaria de Morena.
Se puede decir que -el senador Ricardo Monreal- es pionero de la pluralidad en esta nueva etapa de apertura dando el primer paso al elegir la plenaria como el principal punto de encuentro de los aspirantes a suceder al presidente López Obrador. Así, habrá una pasarela donde se estima que cada uno tendrá una intervención de los temas de su responsabilidad.
No será un debate, aclararon, pero sí un escenario inmejorable que ha diseñado el coordinador de los senadores de Morena para romper con paradigmas y ofrecer, como tuvo que suceder desde un principio en Palacio Nacional, condiciones democráticas para todos los aspirantes.
Son cuatro: Marcelo, Claudia Sheinbaum, Adán Augusto y Ricardo Monreal, que será el gran anfitrión el próximo martes en la vieja sede del Senado de la República. Con esa premisa, los gobernadores tendrán que seguir encauzando las facilidades de apertura. Ése es el propósito a final de cuentas: que, desde el gobierno, hasta los encargados de los despachos estatales, asuman una posición ecuánime que ahora envuelve el proceso sucesorio.
Por fin se ha dado el primer paso para brincar la frontera de la exclusión. Por ello, un buen comienzo será, sin lugar a dudas, la plenaria que se vivirá el próximo martes donde seguramente los reflectores estarán fijando la mirada porque también será, todo parece indicar, el destierro de la guerra sucia que ha sido una de las constantes desde que el presidente abrió el juego sucesorio. Es decir, inicia un proceso interno, quizá tardíamente, pero empiezan a fijar las primeras reglas y legítimas, a quienes aspiran a ocupar la presidencia de la República.
Ahora, aunque haya un poco de claridad, se deben establecer reglas para que todos estén obligados a no violar la ley, ni mucho menos incurrir en un esquema de publicidad como la que hemos atestiguado en alguna que otra corcholata. Bajo esta premisa, la contienda se puede encarar en un clima de tolerancia y respeto.
Pero detengamos en un aspecto fundamental que es, sin duda, los mecanismos de selección del candidato llegado el momento de tomar decisiones. Es evidente que hay una disyuntiva hacía una encuesta que ha dejado muchas dudas, sobre todo a partir de casos que han sido difíciles de comprender. De hecho, este nuevo proceso lograría ser un precedente importante para ajustar propuestas más democráticas como la elección primaria que bien puede llegar a sustituir una metodología obsoleta.
A propósito, los propios aspirantes, en el afán de legitimar la designación, pueden llegar a un acuerdo y proponer un mecanismo más democrático que valide por completo al abanderado de Morena. Un instrumento que no deje margen a la sospecha o la manipulación, sobre todo para evitar la confrontación interna. En cierta forma, la elección primaria es la vía más idónea, empezando porque la encuesta ha dejado insatisfacción y dudas, muchas dudas como lo que pasó en Michoacán con Cristóbal Arias Solís donde ganó 42 encuestas y perdió injustamente la definitiva en 2021.
Casos como ese hay muchos. Por ello, Morena y el mismo presidente, deben garantizar un conjunto de reglas transparentes que legitimen el proceso interno. Mientras pasa eso, Ricardo Monreal ha dado el primer paso y pone el ejemplo al abrir el compás de participación y expresión a todas las corcholatas oficiales que instruyó, desde Palacio Nacional, el propio presidente, Andrés Manuel López Obrador, que es, sin duda, el árbitro y mediador de la contienda.