Muchos expertos han opinado que el evento de Morena en Toluca, el domingo pasado, fue un acto anticipado de campaña, pues se presentaron diversos aspirantes a la candidatura para suceder al presidente AMLO. El líder de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, aspirante, también, a la candidatura presidencial, consideró que en el mitin de Morena hubo actos anticipados de campaña de otros presidenciables de su partido. En contraste, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, rechazó que en ese encuentro haya habido alguna violación a la ley.
No está claro. Pero de haber actos anticipados de campaña, sería irrelevante. Creo que lo verdaderamente importante a estas alturas del sexenio es si todo este activismo político partidista, y todas las distracciones de los altos funcionarios, está afectando el desempeño del gobierno. La prevalencia de la política partidista sobre la administración pública es la peor forma de destruir valor público. Y los ciudadanos somos los primeros perjudicados.
Hay tres escuelas de pensamiento sobre la relación entre la política partidista y la administración pública.
1) La separación
En primer lugar, algunos académicos han desarrollado toda una agenda de investigación que separa la política de la administración, en la medida de lo posible, por razones tanto normativas como prácticas. La función de la política, dicen, es orientar, establecer las tareas que tiene que cumplir la administración. Y la función de la administración pública es gestionar con calidad y eficacia el proceso de formulación de políticas públicas.
La política vincula a los funcionarios electos con los ciudadanos. La tarea legislativa vincula a los políticos con los administradores públicos. Los administradores públicos deben implementar las políticas públicas de conformidad con las intenciones e instrucciones legislativas.
Esta escuela de la separación trata a la administración pública como un mundo en sí mismo con valores, reglas y métodos apartados de los de la política. Los valores principales que guían la administración pública son la honestidad, la responsabilidad, la jerarquía, la experiencia y un alto nivel de competencia en un entorno de neutralidad.
El objetivo general de los administradores públicos es brindar asesoramiento político neutral y competente a los funcionarios electos. Deben tener la capacidad y la experiencia de hacer el trabajo del gobierno y hacerlo de acuerdo con estándares explícitos y objetivos en lugar de estar sometidos a obligaciones y lealtades personales o de partido. La pericia administrativa asegura una contribución competente y no partidista al proceso de políticas.
Se espera que los empleados públicos y sus acciones sean independientes, apolíticos y ajenos a cualquier agenda partidista. Se les exige integridad, eficiencia y lealtad sin participar ni permitir que su trabajo se vea afectado por programas políticos o partidistas. En el mundo ideal, una administración pública competente, responsable y receptiva, constituye el objetivo final de la escuela de separación.
Los defensores de la escuela de la separación expresan su apoyo a una clara división estructural de autoridad entre los funcionarios electos y administrativos para eliminar o minimizar las influencias políticas indebidas en la administración pública, así como los posibles conflictos de interés. Se considera que las influencias políticas sobre los administradores públicos conducen a la corrupción y a la toma de decisiones administrativas sobre la base de consideraciones políticas partidistas. La suposición principal es que la política y la administración funcionan mejor como variables independientes, capaces de mejorarse de forma aislada.
2) La política
Los seguidores de esta escuela de pensamiento enfatizan y apoyan un rol político amplio para la administración pública. Hay un rechazo rotundo a la distinción entre política y administración. Consideran a la administración pública como una parte inseparable del proceso político.
La escuela política toma la discrecionalidad administrativa como punto de partida para racionalizar el papel político de los administradores públicos. Por muchas razones, las legislaciones vagas y ambiguas, la falta de conocimientos técnicos y recursos disponibles para los funcionarios electos, y las dificultades para monitorear y controlar el comportamiento burocrático son algunas de las razones que se utilizan para señalar el papel crítico de los administradores públicos en el proceso político del gobierno.
El argumento a favor de la administración pública política se plantea tanto sobre bases normativas como pragmáticas. Desde un punto de vista normativo, la escuela política defiende que los administradores públicos no deben limitar su dominio a la mera implementación de políticas, sino expandir su rol para incluir la promoción y formulación de políticas. Considerando las consecuencias perjudiciales de la obediencia incuestionable a sus amos políticos, la escuela política apoya que los administradores públicos examinen críticamente las implicaciones morales de las políticas antes de descubrir los medios más eficientes y convenientes para implementarlas.
Algunos estudiosos de la administración pública, que simpatizan con la escuela política, basan sus argumentos en fundamentos pragmáticos. En su opinión, el poder político en la estructura gubernamental es difuso. Este hecho hace que sea esencial que los administradores públicos participen en la política, construyan y mantengan coaliciones.
Incluso, algunos defensores de esta escuela van más allá, de manera peligrosa: argumentan a favor de la interacción grupo de interés con la administración pública bajo la creencia de que esos grupos la complementan.
El enfoque político de la administración pública rechaza el papel subordinado e instrumental de la administración pública a los funcionarios electos. Los administradores públicos deben participar activamente en la formulación de políticas. Lo que determina la legitimidad de la administración pública no es una función de la autoridad que les otorgan las leyes, sino de los objetivos políticos de su líder.
En el mundo ideal, los administradores públicos trabajan con otros miembros de la comunidad política para buscar soluciones efectivas a los problemas, con el objetivo final de construir una sociedad democrática.
3) La interacción
Finalmente, la escuela de interacción está representada por un grupo de académicos de la administración pública que enfatizan un alto grado de colaboración entre los funcionarios electos y administrativos, mientras mantienen los roles tradicionales separados y las perspectivas únicas de cada uno.
En cierto sentido, la escuela de interacción busca un término medio entre las escuelas de la separación y la políticas. La política y la administración están inextricablemente entremezcladas. Ambas son fundamentales para una acción eficaz. Un problema es mantener a cada una en su lugar apropiado.
Lo que hace que la escuela de interacción sea algo diferente de la escuela de separación, es su énfasis en la cooperación continua entre los funcionarios electos y administrativos en el proceso de formulación de políticas. Además, la escuela de interacción busca una expansión del conjunto de valores de la administración pública.
Los funcionarios electos y el personal administrativo son socios en el proceso de gobierno. Los administradores deben basar su autoridad en los valores de la comunidad. La eficiencia por sí sola no es suficiente como guía para un trabajo administrativo efectivo.
La escuela de interacción permite un papel político más amplio para los administradores públicos principalmente por razones pragmáticas. Reconoce la creciente complejidad y dinamismo en el entorno político, social y económico de la formulación de políticas. La interacción intensa entre los funcionarios electos y administrativos es un requisito esencial para el éxito.
Se busca competencia, independencia, creatividad, innovación, conexión, comunicación y cooperación de los administradores públicos, para que sigan siendo completamente responsables y respondan a los funcionarios electos. Cuando se trata de cuestiones de política y administración, la escuela de interacción admite roles superpuestos, influencia recíproca y deferencia mutua entre funcionarios electos y administrativos.
En el mundo ideal del mundo político-administrativo, tal como lo prevé la escuela de interacción, los administradores públicos mantienen una asociación productiva con los funcionarios electos, asociándose con ellos, informándolos y ayudándolos en el proceso de formulación de políticas.
Javier Treviño en Twitter: @javier_trevino