“It’s now or never

Come hold me tight

Kiss me my darling

Be mine tonight

Tomorrow will be too late

It's now or never

My love won’t wait”

ELVIS PRESLEY

La principal motivación

Llevo al menos tres años diciéndolo a través de mis columnas: el INE está bajo asedio. Irónicamente quienes abiertamente lo atacan son los mismos que deberían velar por su integridad.

Y ya ni siquiera por defender una de las instituciones más apreciadas de los mexicanos (el 68% de los ciudadanos aprueban la labor que realiza el INE), tan solo por ellos mismos. El día de mañana no podrán apelar a una autoridad externa para salvaguardar sus propios derechos políticos.

Lo anterior nos dice mucho: la única razón, entonces, para la ofensiva contra el Instituto Nacional Electoral es que deseen prescindir de este; y el único motivo para saber que no lo requerirán después, es que Regeneración Nacional desee quedarse en el poder a como dé lugar.

La propuesta de reforma electoral emanada de Palacio Nacional es un golpe burdo para la democracia. Castigar a la autoridad autónoma e independiente y, con ello, a la limpieza y credibilidad de las futuras elecciones.

Al diablo con las leyes

Esta reforma también tendría un costo económico, pues la incertidumbre de aprobar la mencionada iniciativa de ley a menos de un año de iniciar el proceso electoral del 2024 (este comienza —formalmente— en septiembre de 2023), es un aviso más a los inversionistas de que el Estado de derecho en nuestro país se encuentra en jaque.

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De hecho, ante los resultados del Índice global de Estado de Derecho de World Justice Project (WJP) —la autoridad más acreditada en la materia del planeta— nuestro país por cuarto año consecutivo retrocedió en dicha mención. Ocupamos el vergonzoso lugar 115 de 140 países en un orden decreciente de respeto a las leyes.

Dentro de las variables impacta el orden legal y democrático, el deterioro del sistema de justicia civil, el debilitamiento de los contrapesos no gubernamentales, de la prensa y un freno en materia al combate a la corrupción. Rubros al que se sumaría el efecto del que el INE se trastoque en una institución a merced del partido en el poder.

Desoír los propios principios

Si “prospera” la mal llamada reforma electoral, también disminuirán (o desaparecerán) los derechos políticos tanto de quienes buscan un puesto de elección popular, como de la ciudadanía en su conjunto.

Mas, ya lo dije antes, a los legisladores de la 4T les tiene sin cuidado que ellos mismos pueden ser víctimas de su propuesta. Tampoco les interesa que el INE cuenta con el respaldo de dos terceras partes de los ciudadanos. Un porcentaje, por cierto, mayor en estos momentos al de la popularidad de López Obrador.

Tampoco escuchan las voces de reconocidos líderes de la izquierda democrática como son Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.

No se diga la carta de 75 académicos de diversas universidades, donde señalan que la propuesta reforma electoral: “responde a una tentación por aprovecharse del poder concedido por la ciudadanía en elecciones libres y justas para socavarlas… de materializarse, pondría al país en una condición política peligrosa y precaria”.

El diagnóstico dado por la Comisión de Venecia, órgano internacional experto en temas electorales, tampoco será tomado en cuenta por Morena. Expone las razones por las que integrantes de la autoridad electoral no deben realizar campañas ni ser elegidos de forma popular, entre otras muchas observaciones.

Está en juego la calidad de la democracia misma.

Hablemos de la iniciativa de reforma

El objetivo de la destrucción del INE es evidente cuando se lee la iniciativa. Esta no implica mejoras, en los hechos es regresiva y en varios articulados hace recordar los tiempos de Manuel Bartlett al frente de la Secretaría de Gobernación.

Es un retroceso que debilitaría y pondría en desventaja a cualquier oposición política; también a los miembros del partido en el poder que no marchen a la voz del líder partidista.

Plantea destruir lo que funciona de manera correcta y convertir el todo en una oficialía de partes a merced de las intenciones electorales del inquilino de Palacio Nacional.

Si lo que se pretende es avanzar por cuanto a nuestro sistema político y de partidos, una reforma constitucional debería ser fruto de un análisis profundo y de consenso entre las estructuras políticas y la sociedad. No debería tener lugar ahora, tampoco.

Un engañoso “parlamento abierto en el Congreso” que permite —y a medias— hablar a expertos en materia electoral (y organizaciones de la sociedad civil, abogados, respetados miembros de la izquierda, los mismos diputados), para luego NO tomar en cuenta sus palabras, es insuficiente.

Una descortesía hacía el pueblo de México ver como el presidente de la JUCOPO de la Cámara de Diputados, el legislador Ignacio Mier, minimiza las numerosas y sentidas preocupaciones sobre la iniciativa.

Alzar la voz

Es momento de alzar la voz por el INE; campañas en medios de comunicación, en las calles, a través de la iniciativa privada, en espacios públicos y educativos varios, en redes sociales, involucrando a cada uno de nuestros diputados. Es menester encarecerle al gobierno federal y al partido Morena que lo secunda esta atrocidad democrática.

Marcaje especial a los diputados priistas, quienes son los que finalmente frenarán o avalarán este suicidio.

De cada uno de nosotros depende defender al INE; pensando en futuras generaciones, es crucial entender la importancia del momento. Pocas cosas de esta trascendencia. Es hoy o nunca.