La situación es simple: la encuesta se convirtió, hoy por hoy, en un mecanismo que acarrea desconfianza y, por ende, detrimento en el seno morenista. Todo el mundo sabe que no hay una explicación fundamentada, ni metodología que justifique el proceso previo, o mejor dicho los supuestos cuestionarios o entrevistas que se recolectan en la previa. Dado el desarrollo que hemos vivido a lo largo de la toma de decisiones de la Comisión Nacional de Encuestas, hay casos de injusticia y atropello que han pasado a ser, hoy en día, en un punto de inflexión que, si no lo atienden a la brevedad, puede provocar más división.

En medio de este proceso sucesorio hemos sido testigos de los alcances que ha tenido el destape anticipado. Vivimos, por ejemplo, la guerra sucia que, en lugar de convocar a la unidad, trae confrontaciones innecesarias. No es un secreto a voces la lucha encarnizada entre las estructuras políticas de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, incluso han subido de tono en las propias redes sociales.

Esos testimonios confirman el grado de polarización que está alcanzando el proceso previo. A ello hay que sumarle que, la encuesta, que es otro de los puntos de discordia que nos ayuda abrir más el abanico de la desconfianza. Sabemos que Adán Augusto, Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard, no confían en el mecanismo que aplica el partido. Desde esa perspectiva, cada uno ha fijado su posicionamiento de qué hay una clara desventaja para ellos sí, a la postre, optan por echar andar ese instrumento, pues hay argumentos de sobra que, incluso, la mayoría de la sociedad compartimos porque hemos atestiguado el retroceso democrático por la magnitud de las imposiciones.

Lo más sano y democrático para sentar las bases de la transparencia, es que Morena, o mejor dicho el presidente López Obrador, opte por la vía del consenso o negociación. En ese sentido, el mandatario tendrá que tomar una decisión antes del mes de agosto, pues el proceso está alcanzando su punto más álgido. Por ello, coincido con la postura de Marcelo, Ricardo Monreal y Adán Augusto, dado que los tres aspirantes a suceder a AMLO desconfían del método tradicional, especialmente por la vulnerabilidad que muy a menudo nos permite tener una lectura más clara.

Sería un error político que Morena tome el control de la toma de decisiones. Claro, debe influir, pero no de la manera tradicional de reconocer a los aspirantes a puestos de elección popular a través de una encuesta. Es decir, el partido debe legitimar al abanderado, aunque bajo otra perspectiva plural y democrática que no deje margen a la sospecha. Tengo la impresión de que, el consenso, será el canal para acotar las diferencias y reducir cualquier riesgo que pueda dividir el voto en 2024.

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No fue casualidad, ya lo dijimos, el cónclave que se llevó a cabo en Palacio Nacional hace unas semanas en presencia de los cuatro aspirantes presidenciales. El mensaje es claro: el mandatario federal quiere el triunfo electoral en las urnas y no está dispuesto a ceder un centímetro a la oposición. A cambio, puso sobre la mesa el consenso como una vía de solución y mostró, todos sabemos, apertura en la toma de decisiones.

Seguramente esa será la tónica de estos tres meses, lo que puede llegar a ser la diferencia y un hito al proceso democrático de Morena. Si es así, el consenso es una puerta de acceso para Ricardo Monreal, aspirante presidencial reconocido en la cancha del lopezobradorismo, dado que el factor, o común denominador es, en este lapso, cohesionar con todos los aspirantes a suceder a AMLO. Es decir, el presidente necesita un operador político que sea un punto de equilibrio no solamente hacia dentro del movimiento, sino con todas las fuerzas políticas y organizaciones sociales debido a la polarización que vive el país.

Qué mejor que un operador nato como Ricardo Monreal que, desde hace unas semanas, está en la cancha sucesoria por indicación del presidente López Obrador. Eso se observó en la visita que tuvo a Palacio Nacional. Dicen que forma es fondo, y en política no hay coincidencias: Monreal regresó con el presidente porque es, ni más ni menos, una opción muy fuerte para el mandatario federal. Su presencia en la lista oficial ratifica ese hecho y, en medio de este clima que se ha formado, el zacatecano puede ser la panacea que busca AMLO para concretar la anhelada unidad.

La lógica y el sentido común, son dos factores completamente entendibles en una imagen que dice más que mil palabras: el regreso de Monreal significa una alternativa para que tome la vacante que deje el presidente en 2024. Así de sencillo.