Sinceramente, no sé si es porque tenga él su familia y su grupo político intereses económicos y/o políticos muy fuertes en la Riviera Maya, pero lo cierto es que desde el inicio del sexenio a Guerrero (salvó la zona, muy retirada de Acapulco, de la montaña) el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su administración lo dejaron al margen de uno de los pilares de la Cuarta Transformación, el que consiste en estrechar la gigantesca brecha entre el norte-centro y sur-sureste de México.

Y es que a Oaxaca se le llenó de autopistas, carreteras, hospitales y caminos qué hoy tienen a un nuevo estado de Oaxaca, comunicado cómo nunca quizás lo soñó siquiera, además de ser parte fundamental del proyecto multimodal del corredor interoceánico transístmico. A Tabasco su gigantesca refinería, a Quintana Roo su aeropuerto de primer mundo en Tulum, y así nos pudiéramos seguir planas y más planas; solo aquí agregando el mega proyecto del Tren Maya, que abarca a prácticamente todos las entidades de la región, obvio, excepto Guerrero.

Al Guerrero turístico (su casi única actividad económica) el lopezobradorismo le dio solo la pavimentación de un puñado de callesuchas en la zona más precaria, la mudanza de parte de las oficinas de la Secretaría de Salud federal a un enorme edificio ya construido y abandonado, más la burla corriente de convertir el otrora majestuoso centro de convenciones en un hospital del ISSSTE (solo la intención, porque avances hay CERO) y párenle de contar.

Para desgracia de AMLO, a Acapulco le tocó ser el receptor del fenómeno natural y/o desastre más fuerte, y de lejos, del sexenio, y el señor se ha limitado a enviar a sus programas sociales (qué bueno), pero que son apenas una LIMOSNA para el tamaño de la problemática que se le viene a Acapulco encima, desde el ecológico (la temperatura ya es insoportable debido a los miles de árboles arrasados y muertos) hasta el del aumento de la violencia que viene, debido al HAMBRE que se hará presente cuando las ONGs se retiren y la gente se olvide del drama de Acapulco (que va para MUY largo), porque (y créanme) ni cinco guardias nacionales enteras podrán mitigar esa violencia (nunca pudo el gobierno federal, porque el estatal y el municipal, RESTAN, en lugar de sumar).

Le recordaría al señor presidente que esta vez le saldrá mal su estrategia de intentar desviar la atención, y que es una patada en las partes blandas, para la inmensa mayoría de los mexicanos, el que mientras Acapulco sufre todo tipo de pestes, el señor se enseñoreé visitando las obras del Tren Maya, porque le recuerdo algo: fácil, entre un 80 y un 90% del turismo doméstico en México tiene como su principal destino a Acapulco, NO así a la Riviera Maya, reservada esta al turismo internacional. Que ¿“la mejor política internacional es la nacional”??

Su conducta para con Acapulco, contradice sus constantes dichos, presidente López Obrador, como el de “PRIMERO LOS POBRES”, al ser Acapulco la ciudad más desigual del país. Y para acabar pronto, contradice a TODA su filosofía política, a eso que usted mismo ha llamado, no sin un tufo de megalomanía echeverrista, el “humanismo mexicano”.