La relación entre México y Estados Unidos trasciende lo meramente político, ambos países están unidos por una interdependencia económica, cultural y social, que ha hecho que sus respectivas políticas se entrelacen. Las elecciones en Estados Unidos no solo afectan al país del norte; su impacto se siente profundamente en México debido a los acuerdos comerciales, las remesas enviadas por millones de mexicanos en el extranjero y las políticas migratorias. Por esta razón, cada elección estadounidense es relevante para México, y la competencia entre Kamala Harris y Donald Trump es crucial para reflexionar sobre qué futuro le espera a esta relación bilateral.
Kamala Harris, actual vicepresidenta, representa una opción de continuidad en la política exterior de Estados Unidos hacia México basada en el diálogo y el respeto mutuo. Harris, de ascendencia afroamericana y surasiática, ha demostrado una visión inclusiva y sensible ante temas de migración y justicia social. Su perfil multicultural y su enfoque diplomático podrían beneficiar a México en aspectos como la cooperación en temas de seguridad y en la atención a las causas profundas de la migración. Además, Harris ha abogado por soluciones a largo plazo, como el apoyo al desarrollo de las comunidades centroamericanas para reducir la necesidad de emigrar.
Por otro lado, la figura de Donald Trump resuena en México de forma distinta, pues su administración anterior dejó un precedente complicado. Trump implementó una política de “mano dura” en temas migratorios, enfocada en la construcción de un muro fronterizo y en restricciones migratorias. Este enfoque afectó a miles de mexicanos y centroamericanos, y creó una atmósfera de tensión en la frontera. Su retórica antiinmigrante y su insistencia en medidas de contención deshumanizadoras marcaron su mandato y, de ser reelecto, es probable que regrese a esta línea dura, la cual podría afectar la estabilidad de muchas familias mexicanas en Estados Unidos y la economía que depende en gran medida de las remesas.
El tratado de libre comercio, el T-MEC, es otro tema crucial. Durante la administración Trump, hubo momentos de incertidumbre en la renegociación del acuerdo, y México fue presionado en varias ocasiones. Con Harris, existe la posibilidad de continuar en una línea de cooperación económica más estable, sin recurrir a tácticas de presión económica que afecten a las empresas y trabajadores mexicanos. Harris ha mostrado una postura favorable hacia el comercio internacional, buscando una relación equitativa entre ambos países, lo cual podría contribuir a una mayor estabilidad económica para México.
Para México, la elección de un presidente estadounidense implica también una decisión sobre temas de seguridad y narcotráfico. Las políticas de Trump hacia México en este ámbito se basaron en una visión de control y supervisión directa, lo cual generó fricciones. En contraste, Harris parece inclinarse por un enfoque de cooperación más coordinada, que contemple tanto el combate al narcotráfico como el fortalecimiento de la seguridad desde una perspectiva conjunta, respetando la soberanía mexicana. Esto podría traducirse en una estrategia más efectiva y menos invasiva para enfrentar el problema de la violencia ligada al narcotráfico en la región.
Es importante considerar también el tema de los derechos humanos. Harris, a diferencia de Trump, ha expresado su intención de trabajar en pro de la dignidad y los derechos de los migrantes, incluyendo a los mexicanos. Para México, esta postura es vital, ya que la protección de los derechos de sus ciudadanos en el exterior es una prioridad. Trump, en cambio, ha optado por políticas restrictivas que, en muchos casos, han sido vistas como violaciones a los derechos humanos, poniendo a miles de familias en situaciones de extrema vulnerabilidad.
El futuro de la relación entre México y Estados Unidos está en juego en estas elecciones. Kamala Harris y Donald Trump representan dos visiones contrastantes: una apuesta por la inclusión y el desarrollo compartido, y otra basada en la contención y la segregación. Para México, la elección de Harris podría significar una oportunidad de fortalecer la relación con Estados Unidos desde una base de respeto mutuo, mientras que el retorno de Trump podría traer nuevamente una relación tensa y compleja, especialmente en temas migratorios y de derechos humanos.
Por tanto, para los mexicanos y mexicanas, el resultado de esta elección será determinante. No solo se decidirá el futuro de las políticas migratorias, comerciales y de seguridad, sino también el modelo de relación entre dos países profundamente entrelazados. La esperanza de una relación justa y equilibrada, en donde ambos países se beneficien, es sin duda lo que hace que muchos miren con optimismo la posible victoria de Kamala Harris.
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