“En la guerra y en el amor todo se vale”
Frase humana elemental
Hace 5 años, antes de la famosa pandemia, que el mundo ya está dudando que haya sido pandemia, conocí, en Puerto Vallarta, uno de los destinos turísticos más impactantes de México, a una familia de iraníes; tuvimos muy buena relación social, finalmente, en un país tan libre como México, y tan surrealista como lo describió Dalí, un judío puede ser amigo de unos iraníes.
Y platicamos sobre muchos temas, en inglés, porque su idioma principal es persa, diferente al árabe clásico que yo sé, el que se habla en Israel, Líbano o Siria; ellos ya eran nacionalizados canadienses, hablamos de lo grandioso que es México, de su clima y sus playas, y también del imperialismo inglés, y de Churchill, haciendo alusión a su actual patria, pero al preguntarles por el sha de Irán, conocido como el Ayatola Jomeini, me comentaron que preferían no hablar de él, ya que finalmente, por su actuar en la guerra contra Irak, no fue bien recordado por Irán, a pesar de que a su despedida de éste mundo, en Teherán, Irán, lo acompañaron más de 10 millones de árabes.
Y de ahí surge el análisis para redondear la pregunta planteada en el presente ensayo: ¿por qué si Israel fue aliado de Irán durante la inentendible guerra que tuvo con su país hermano de toda la historia, Irak, y el sha de ese país, llamado Rujollah, más recordado como el Ayatolá Jomeini, después del fallecimiento de este, fueron enemigos, hasta ahora?
Así fue, durante la guerra entre Irán e Irak, Israel apoyó táctica y militarmente a Irán, con el proyecto diplomático conocido como “Irán-contra”, incluso se sabe que Israel en esa época enseñó a Irán los principios para hacer armas nucleares, pero por intereses muy controversiales, se pelearon después del fallecimiento del Ayatola Jomeini, generando una escalada de odio que, hasta ahora, al parecer, nadie ha podido frenar.
Pero más que resolver esta interrogante tan desgarradora para la humanidad y tan benéfica para algunos pocos comerciantes mundiales, sobre la enemistad entre Irán e Israel, resulta aún más intrigante conocer el destino del sha de Irán, quien murió repentinamente por cáncer, al igual que otros políticos en la historia que aún no habían acabado su misión terrenal, incluyendo a Eva Perón, Franklin D. Roosevelt, Golda Meir, el rey Hussein de Jordania, Hugo Chávez, Fidel Castro, el príncipe Saudi sultán Bin Abdulaziz, y el senador estadounidense John McCain, por mencionar a algunos contemporáneos.
El fallecimiento del Ayatola Jomeini de Irán, en particular, culminó la guerra con Irak…
Lo que sería grandioso, desde un punto de vista histórico y eterno, es que Israel e Irán, retomaran la hermandad que sembró el Ayatola Jomeini con ellos como parte de su revolución islámica, y que vuelvan a ser aliados, aunque ya no sea como un “Irán-contra”, y, ¿por qué no?, hermanos, como lo fueron los árabes y los judíos desde que aparecieron como tales en este planeta tierra, hasta finalizar la Segunda Guerra Mundial, con la misma hermandad que yo tuve con los iraníes en Puerto Vallarta.