Apenas en días pasados fui testigo de una situación difícil en Facebook, uno de mis seguidores, alguien aparentemente con grado de estudios avanzado, pero al parecer muy atrasado en aquello de la inteligencia emocional, comenzó una serie de post en su muro atacando a las mujeres, el ardor y la crítica destructiva abundaban en cada uno de sus textos; curiosamente en vez de abandonarle, las mujeres en su muro comenzaron a interactuar, a defenderse, a minimizar, atacar y más…
Lo anterior dio pie a que lo siguiera atentamente por algunos días, con ello me pude dar cuenta, que esta era su forma de interactuar desde hace mucho tiempo, postear algo casi siempre ofensivo hacia las féminas, tachándolas de interesadas, abusivas, creídas, feas, gordas, necesitadas de afeites, dietas, fajas para lograr algo; y lindezas como esas…
Gran sorpresa constatar que las relaciones tóxicas no solo se dan en la vida presencial, familiar, marital, de noviazgo… las relaciones tóxicas también han traspasado la virtualidad y se han estacionado en las redes sociales; puede ser como escape a los demonios que cada no carga o la ventana abierta con el encierro involuntario al que estamos sometidos…
Sin embargo lo sucedido en esta semana me recordó las clases de psicología jurídica, donde se analiza y observa el comportamiento de la víctima y del victimario para poder entender lo que lleva a un ser humano a cometer atrocidades.
En una relación personal siempre es fácil decir: “¿Y por qué no la (o) dejas?”, sin atinar a comprender la complejidad de los sentimientos entrelazados en esas relaciones destructivas, en la vida cotidiana es complicado entender , por qué siguen ahí, pero en la vida virtual; ¿por qué te quedarías observando o confrontando a alguien que consideras misógino, resentido, macho, y más? ¿El ser humano goza en algún momento de la confrontación o es tanta su necesidad de tener la razón que deja de lado el sentido común que sería alejarse de quien te causa molestia?
Creo que este hombre logró su objetivo: MANTENER LA ATENCIÓN DE LAS MUJERES AL COSTO QUE SEA, y aquí nos remontamos a las carencias que quizá tuvo en la infancia, donde los niños llegan a provocar la ira de sus padres para lograr un poco de la atención negada; cual sea la razón, nos da pie para compartir los signos de una relación destructiva ya sea personal o ahora virtualmente.
¿Qué son las relaciones denominadas tóxicas?
Según la denominación de los especialistas en la materia: Una relación tóxica es aquella relación en la que una de las dos partes, pese a amar (o algo parecido) a la otra persona, le hace daño de forma constante, debido al desarrollo de ciertas dinámicas peligrosas, las cuales rozan o pueden llegar a traspasar la línea del maltrato físico y psicológico.
Como lo mencioné anteriormente, para el grueso de la población, es probable que parezca insólito que una persona “normal”, quiera estar en una relación tóxica, sin embargo, sucede y es muy común. Esto se debe a una serie de causas que van desde problemas de autoestima, dependencia, traumas, inseguridad, miedo, entre otros...
Se considera que una relación es tóxica cuando está generando cierto daño o malestar a una o a ambas partes. Invariablemente se trata de relaciones destructivas, de las que resulta difícil salir debido a la dependencia emocional que conllevan. Un sentimiento que define este tipo de relación, es el sufrimiento y aquello llamado “montaña rusa” de sentimientos, donde casi siempre la víctima está dentro de una vorágine indescriptible.
Aunque se acuda a los consejos de un especialista, los traumas secundarios que genera el dejar atrás una relación tóxica pueden manifestarse en forma de problemas de autoestima, auto daños físicos, trastornos alimenticios, mucha ansiedad y terminar en una depresión de magnitudes insospechadas.
¿Cómo nos percatamos de qué estamos a las puertas o dentro de una relación tóxica?
Algunas de las características del amor tóxico son:
Vida social limitada: Sin darte cuenta llega un momento que “tienes” que “pedir permiso” para hacer cosas que antes considerabas cotidianas.Aumenta considerablemente la necesidad de aprobación de “amor” y escuchar continuamente la refrendación del mismo. Ello te lleva sin sentirlo a una dependencia emocional y “sufrir” verdaderamente cuando te sientes ignorada (o) o abandonada (o). Aquí comienza la obsesión con la relación y la urgencia de controlar los movimientos del otro. La irracionalidad se instala en tu cerebro y las “películas” que se forman usualmente poco realistas, te llenan de ansiedad anticipando cambios; se dispara el sentido de posesión de lo que consideras tuyo y al temer perderlo comienza la manipulación.
¿Se puede terminar una relación tóxica? El primer paso para poder cambiar o terminar con las relaciones tóxicas es saber qué tipo de personas tenemos cerca y darnos cuenta que tipo de relación están teniendo contigo. Si no sabes si tienes personas tóxicas a tu alrededor, pregúntate con quién te sientes menospreciado o si hay alguien que siempre te ningunea, te menosprecia, no le importa tu opinión y jamás te escucha.
¿Hay otras señales? Sí, son muchas, una muy notoria es pretender alejarte de tu círculo social, no le gusta que estés con tus amigos y siempre les encuentra defectos, esto te lo dirá en secreto, a ellos les dará la mejor cara e incluso se los apropiará:
√ Controla tus gastos.
√ Investiga tus redes sociales e intenta revisar tu móvil.
√ Planifica tu vida sin pedirte opinión.
√ Exige compensaciones inmediatas por los favores que te hace.
√ Te da a entender (en ocasiones con absoluta claridad) que sin él/ella no serías nada.
√ Te reprende o cuestiona cuando estáis con familiares o amigos y das tu opinión sobre un tema.
√ Utiliza el chantaje emocional frecuentemente.
√ Es extremadamente celoso, hasta el punto de prohibirte compartir tiempo con personas del sexo opuesto.
√ Es paternalista.
√ Trata de influir en tu forma de vestir.
√ Trata de hacer menos tus virtudes.
√ Minimiza e ignora los problemas que le expones.
√ Minimiza e ignora los intereses o ambiciones que muestras.
√ Cuando hay una discusión, siempre tienes que ceder tú, porque, de lo contrario, puede pasar días enteros sin dirigirte la palabra.
√ Te culpa a ti de los problemas que tiene en su vida laboral.
√ Te recuerda constantemente los fallos que has cometido en el pasado.
√ Se enfada cuando le cuentas tus problemas a tus amigos o familiares (especialmente si son relacionados con él).
√ Debido al punto anterior, es probable que ya no le cuentes tus problemas a nadie y te aísles.
√ Evitar tratar ciertos temas con él/ella porque sabes que no va a reaccionar positivamente.
√ Te exige y te trata de malas maneras con frecuencia.
√ Toma decisiones que van a afectar a ambos sin pedir tu opinión y, a veces, sin avisar.
√ Tienes relaciones sexuales, aunque no tengas ganas, para satisfacerle o evitar que se enfade.
√ Te hace chantaje (o, directamente, te exige) para llevar a cabo prácticas sexuales que no te gustan.
√ Te compara con parejas anteriores en el plano sexual y te recrimina tu comportamiento.
Lo peor de las relaciones tóxicas es que, en muchas ocasiones, la persona que está inmersa en esa relación no es consciente de que está viviendo abusos por parte de su pareja. Y es que, como dice el dicho: El amor es ciego. El amor nos nubla el juicio y llegamos a perdonar prácticamente cualquier cosa.
Tipos de relaciones tóxicas
Como mencionamos con anterioridad, existen diferentes tipos de relaciones tóxicas. Cada relación tóxica dispone de sus propios mecanismos. A continuación mostramos las formas más habituales:
Control: uno de los integrantes basa su relación de pareja en el poder y dominio sobre el otro.
Dependencia o codependencia: uno o ambos integrantes de la pareja necesita al otro para lograr una sensación de bienestar.
Idealización: uno o ambos integrantes es incapaz de aceptar que la pareja o la relación posea algún tipo de defecto.
Mentira: uno o ambos integrantes basan su relación en engaños, ya sea para dar una imagen más atractiva o para no entrar en discusión.
Caridad: uno de los integrantes mantiene la relación únicamente para no hacer daño al otro.
Delegación: uno de los integrantes cede el peso de todas las decisiones en el otro, dejándose guiar por la pareja y no responsabilizándose de ningún aspecto de la relación.
Rencor: uno de los integrantes decide mantener la relación sentimental ante un desengaño (por ejemplo, una infidelidad) pero no por ello se lo perdona y utiliza esta situación para reprocharle con frecuencia.
Desatención: uno o ambos integrantes brinda más atención a cualquier otro aspecto que a la relación de pareja como tal.
¿Cómo evitar una relación de este tipo?
Observar, escuchar, analizar, entender que no harás un favor a la humanidad tratando de redimir a un ser de este tipo. El primer paso es reconocer que estás en una relación tóxica. Mantente abierto a la retroalimentación de los demás, es decir, a los comentarios por parte de tu familia y tus amigos, sin olvidar que lo más importante es lo que piensas y sientes tú, recuerda que jamás será grosería decir: “Esto no me gusta”.
Fuentes: Psicoactiva, Sexualidad humana; Cerebro y emociones.